La dictadura ante su espejo

Juan José del Águila, Abogado laboralista, Magistrado, ha volcado gran parte de su intensa actividad en su faceta de historiador, que se ha convertido en su verdadera pasión y vocación. Ha prestado un gran servicio a nuestro país al dedicarse, prácticamente con exclusividad, al análisis de las actividades del Tribunal de Orden Público (TOP), desde 1963 a 1977, poniendo al descubierto la verdadera faz de la Dictadura. Vivimos en un país en el que los vencedores de la guerra civil han conseguido erradicar de los centros de enseñanza el conocimiento y estudio de los orígenes de la Guerra Civil, el propósito exterminador de media España que confesó el General Franco a un periodista norteamericano y la eliminación de cualquier vestigio de los derechos y libertades que conquistó la II República. Por tanto, a nadie debe extrañar que muchos sectores de población se identifiquen con partidos de la derecha que se han resistido a reconocer los crímenes de la Dictadura, relativizándolos y defendiendo su evolución hasta integrarse en la Transición. El libro de Juan José del Águila desenmascara esta ficción y nos muestra, negro sobre blanco, una realidad muy diferente. Durante los primeros años de la postguerra siguieron fusilando a compatriotas y cuando decidieron bajar el ritmo, quizá por su interés en ingresar en la ONU, siguieron actuando Tribunales de excepción que culminan la represión con la creación del TOP en el año 1963. Nació debido a la presión de los políticos norteamericanos, ante la ejecución de Julián Grimau el 20 de Abril de 1963. Les costaba trabajo explicar a la sociedad norteamericana de aquella época que mantenían relaciones amistosas e instalaban bases militares en un país en el que los militares juzgaban y ejecutaban a civiles por sus actividades políticas.

El TOP nace el 2 de diciembre de 1963, después de una tortuosa e interesantísima tramitación en la Cortes franquistas, que se narra magistralmente en el libro. Se trataba de envolver en el ropaje de las togas un simulacro de procesos que se podían comparar formalmente con los procedimientos que se seguían para enjuiciar los delitos comunes. Los Jueces, Magistrados, Fiscales y secretarios, procedían de sus respectivos escalafones y las reglas de procedimiento eran las establecidas en la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Para celebrar los juicios se utilizaban las Salas de la Audiencia Provincial de Madrid. Si un desavisado ciudadano penetraba en la Sala, se encontraba ante un escenario semejante al de cualquier otro juicio. Pero todo era decorado como los tinglados de la antigua farsa. El libro de Juan José del Águila desmonta, con una precisión y rigor difíciles de alcanzar, cualquier pretensión de sostener que se trataba de un juicio con todas las garantías propias de un Estado de derecho. Toda la actividad del TOP tenía como objetivo reprimir, con durísimas penas, el ejercicio de derechos tan esenciales como el derecho de reunión, de manifestación, de libertad de expresión y de asociación. Dictó 3.884 sentencias de las que el 74% fueron condenatorias.

Todas las sentencias, como es lógico, estaban precedidas por una investigación por parte de jueces que conocían perfectamente que las “pruebas” se habían obtenido mediante tortura sistemática. Sería difícil encontrar entre las personas que Juan José del Águila incluye en una parte final de su libro alguna que no haya sido torturada o sometida a vejaciones por la tristemente famosa Brigada Político Social.

Para reforzar estas afirmaciones aportaré dos datos, uno personal y otro de referencia, que acreditan todo lo que se dice en el libro. Siendo Fiscal de la Audiencia Territorial de Madrid, el Fiscal de Orden Público me pidió que solicitara una plaza en el TOP, con el incentivo de mayor sueldo y menos carga de trabajo, ya que la calificación acusatoria la harían las Secretarias, copiando como hechos probados el atestado de la Brigada Político Social. La otra es más divertida. El Profesor Enrique Tierno Galván decidió intervenir en un juicio, en el que desarrolló toda su estrategia elogiando la independencia de los hombres de toga frente a la jurisdicción militar. Al cabo de un rato el Presidente del Tribunal Enrique Amat Casado, le interrumpió bruscamente, advirtiéndole, fiel a su juramento: “Señor Letrado, este Tribunal no es independiente: depende de su Excelencia el Generalísimo Franco”. Sin comentarios.

La nueva edición de este libro, ampliando la versión que publicó en el año 2001, será presentada este 15 de Enero en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Su lectura demuestra irrefutablemente que la represión se ejerció, con la misma severidad y falta de garantías, tanto por los togados como por los militares.

Todos debemos agradecer a Juan José del Águila la solidez de sus investigaciones, vertidas en un libro que pone ante el espejo a la Dictadura de Franco y a sus acólitos.

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José Antonio Martín Pallín. Magistrado emérito del Tribunal Supremo. Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra). Abogado