Publicado en nuevarevolucion.es
Entrevistamos al prolífico escritor, periodista y documentalista Alfonso Domingo, a propósito de su libro “Mojar la pólvora. La historia de la UMD y la Revolución de los Claveles”
Por Angelo Nero
En el 50 aniversario del 25 de abril portugués, han sido muchos los libros que nos han recordado la que, para muchos, fue la última revolución romántica, pero ¿que te ha llevado a ti a investigar, a través del hilo conductor del golpe del MFA lusas contra la dictadura, su relación con los militares demócratas españoles?
Una amiga gallega, Carlota Álvarez Basso, que trabaja en el Reina Sofía y a la que conozco desde hace años, me habló de que había encontrado en su casa una carta de Otelo enviada a los revolucionarios gallegos. Ella es de la familia de Darío Álvarez, el médico de Tui que fue fusilado en el comienzo de la guerra civil, una familia que ha militado siempre contra el franquismo. Como estaba cerca el 50 aniversario de la revolución de los claveles, y habían existido cartas de algunos militares españoles contra decisiones políticas, creímos que era el momento de hablar de la UMD y de los capitanes de abril. Empezamos (ella, su marido Diego Más-Trelles y yo) un proyecto documental que no ha podido terminarse y que ha sido el germen del libro que yo he escrito. Porque, y ese es el germen de todo, existió una relación preciosa entre los militares portugueses del MFA y los españoles de la UMD que yo cuento en Mojar la pólvora.
En ambos movimientos había un punto en común, el deseo de acabar con la dictadura, aunque, en el caso español, los militares de la UMD, descartaron, desde un primer momento la posibilidad de un golpe, de ahí el título de tu libro, ¿no es así?
En efecto. Los militares de la UMD, aunque daban la impresión contraria, no eran tantos. Además de que los ejércitos eran muy diferente –hablaremos de eso- el peso de los demócratas españoles en las fuerzas armadas era más exiguo. Hicieron esa reflexión, al no poder hacer un pronunciamiento activo, hicieron esa reflexión, un pronunciamiento pasivo, mojar la pólvora del Ejército franquista, evitar que el sector ultra, el más franquista, lo empleara contra el pueblo, que demandaba democracia. Esta, tarde o temprano, iba a llegar, y había sectores muy retrógrados –los mismos ahora que están en Vox y en la extrema derecha de ese otro partido incalificable- que querían revertir ese proceso, constreñirlo o controlarlo dentro de unos límites imposibles. Mojar la pólvora es una expresión castrense, de la marina, de la guerra de 1862 con Perú. La utilizó Xosé Fortes, y también Busquets y otros en la UMD, y fue una expresión que hizo fortuna y a la que yo le debo el título, que me parece precioso y muy ilustrativo de todo. Tenían un plan para sabotear cualquier golpe que diera el búnker franquista.
Uno de los principales elementos diferenciadores era el tema colonial, y precisamente en las guerras coloniales fue donde germinó el MFA, ¿por qué la revolución de abril se incubó en lugares tan lejanos como Guinea y Angola, y en España no sucedió lo mismo con el Sahara?
Bueno, aunque son países de la misma península, tenían ambos una dictadura, los ejércitos y procesos son diferentes. Ellos, los portugueses, tenían una guerra colonial en África que era una sangría, una guerra injusta y que fue calando en el ánimo de los capitanes jóvenes, sobre todo. Aquí teníamos el Sahara, pero no era equiparable. La lucha de la democracia en Portugal no partía de la pérdida de una guerra civil y una dictadura tan sangrienta como la de Franco. Y Franco había descolonizado ya en 1969 Guinea, y obedecía los mandatos de la ONU en ese terreno.
La relación entre los militares demócratas españoles y portugueses comenzó tras el triunfo de la Revolución de Abril, y además tuvo varios episodios novelescos, como ese encuentro con un billete partido a la mitad, o la rueda de prensa del portavoz de la UMD en París al que le tuvieron que prestar un traje, ¿conforme ibas avanzando en la historia, no tuviste la tentación de escribir una novela con todo esto?
Desde luego, sería una novela con tintes berlanguianos o esperpénticos valleinclanescos. Como las detenciones. Y desde luego tiene una novela la historia, pero volví a mi registro más periodístico. Aunque fundamentalmente me dedico ahora a escribir narrativa, pensé que debería contarlo de esa manera, apelando a mis esencias. Además, había hablado en su momento del tema con Fernando Reinlein, que fue compañero en Diario 16, y es también un pequeño homenaje a la prensa de la época, donde también nos la jugábamos un poco. Ellos, desde luego, mucho más. Y es tan emocionante la historia y tan novelesca, porque es tan real… Ya sabes aquello de que la realidad imita al arte. Además, no quería cambiar nombres, ni de los de la UMD ni de sus mujeres, de sus familias. Quería hacerles mi particular homenaje. Desde la realidad, no desde la ficción, aunque lo merecieran muchos de los episodios, como los que cuentan las mujeres, Rosa Laviña, la mujer de Antonio Herreros, por ejemplo.
Muchos militares de la UMD fueron encarcelados, expulsados del ejército, y todavía peor, durante muchos años, la democracia por la que lucharon los olvido, ¿todavía está España en deuda con estos militares que se lo jugaron todo para luchar contra la dictadura? Y por otra parte, ¿cuales fueron los principales artífices de esa organización y cual fue su destino?
Sí, aún España les debería un homenaje, pero tienes que una parte vota a la derecha e incluso a la extrema derecha, que no está por esos homenajes. Los artífices de esta organización fueron casi doscientos militares, aunque verdaderamente activos serían una cincuentena, y de ellos procesaron a 14 en total y condenaron a 10. Yo les cito y cuento su historia en el libro, sobre todo de esos valientes –y que conste que valientes fueron todos y sus mujeres, y sus hijos-
Jesús Martín-Consuegra, Manuel Fernández Lago, Fernando Reinlein, Restituto Valero, Fermín Ibarra, Luis Otero y Xosé Fortes, Abel Cillero, José Ignacio Domínguez, Antonio García Márquez, Antonio Herreros, fueron los condenados en consejo de guerra. Además habría que citar a Julio Busquets, a Guillermo Reinlein, a Rafael Tejero, López Amor, Gimbernat, Bernardo Vidal, Gabriel Cardona, José Sagrado, Juan Diego, Julián Delgado. La mayoría tuvo que reciclarse en otras profesiones tras los procesos y su salida del Ejército, tuvieron que rehacer sus vidas. Como me decía Julia Perandones, que fuera la mujer de Restituto Valero: “aquello nos cambió la vida”.
Algo que señalas es que, aunque los militares demócratas españoles no dieron ningún golpe, si que impidieron alguna intentona golpista, aunque no llegaron a parar el 23-F, ¿tenía tanta fuerza la UMD como para detener el ruido de sables?
Lo que tenían eran contactos y conocían muy bien la institución de la que habían formado parte. Quedaron algunos miembros de la UMD dentro del ejército que no fueron detectados, alguno llegó a Jefe de Estado Mayor. Y aunque la mayoría no pudo reintegrarse en el ejército tenían mucha información de lo que pasaba por los amigos de dentro de los cuarteles, gracias a eso se pudieron parar varios golpes. Han sido patriotas, en el verdadero sentido de la palabra, en el del que el patriotismo es para defender al pueblo, a esa patria común que conformamos entre todos, no unos pocos que se creen en el derecho de imponer su creencia sobre cómo debe ser un país.
En Portugal todavía persiste un cierto “espíritu de Abril”, un consenso en los logros de la revolución, que consiguió descolonizar y democratizar el país, sin embargo, aquí la Transición ha metido bajo la alfombra a los que lucharon contra la dictadura, a muchos que dieron con sus huesos en la cárcel y también a muchos que perdieron la vida en esa lucha ¿la sociedad española sigue estando presa del mito de la transición pacífica y modélica?
Desde luego. Ni fue tan pacífica ni tan modélica, a diferencia de Portugal aquí hubo cientos de muertos. Hubo cosas que se cerraron un poco en falso, algunos sectores como el militar, la judicatura, como el cuerpo diplomático, etc, no se reformaron, apenas se tocaron. Hubo un buen consenso entre derecha e izquierda, los que verdaderamente mandaban en sus respectivos campos, y gracias a eso salió adelante. Pero se dejó intacta mucha estructura franquista, muchas prebendas, las fortunas que se habían forjado con presos, con incautaciones, etc. El tema sindical, no solo del patrimonio, la demonización del anarcosindicalismo, etc. Quizá era la única forma que tenían los partidos de izquierdas, pero una vez más asentada la democracia había que haber hecho cosas, como la memoria democrática, en las que no se invirtió. También tiene culpa en esto, sobre todo, los partidos de izquierda, que le vamos a hacer, es así. No se invirtió en educación democrática. Tengo que reconocer, sin embargo, que algunos líderes políticos de entonces sí estuvieron a la altura, cosa que ahora no ocurre. La mediocridad de todos los líderes en ambos lados es algo lamentable.
Un capítulo de tu libro se titula “Menos mal que nos queda Portugal”, como la canción de Siniestro Total, ¿crees que, como hicieron los de la UMD en su momento, tendríamos que ser más humildes y mirar con otros ojos al país vecino?
Desde luego, Portugal nos dio una lección y estamos condenados a entendernos y es más, a amarnos. Yo conozco bastante bien Portugal, en líneas generales, es un país que me gusta, así como su pueblo. Y no somos superiores, deberíamos tener más hermandad, quitarnos ese complejo de superiores. Son más tranquilos, más calmos, tienen muchos valores que nos vendrían muy bien. Y aunque el disco es de 1984, diez años más tarde, expresaba un poco lo que sentíamos en aquellos días.
También dedicas un capítulo especial a las mujeres de la UMD, en muchos casos cómplices necesarios para que una organización clandestina como esta pudiera existir, y que también sufrieron la represión posterior, alguna de ellas también fue imprescindible para que pudieses completar tu investigación, ¿no es cierto?
Claro que sí. El homenaje es también para ellas, sufrieron como sus maridos e incluso más, pues tenían que sacar adelante a la familia, sin apenas sueldo, soportando el acoso de otras familias de militares que les insultaban, la vigilancia de los miembros del servicio de información, etc. Lo que sufrieron fue indecible, por eso titulo el capítulo La segunda línea que se convierte en vanguardia, ya que fueron capaces incluso de jugar un papel en la reconstrucción de los vínculos con otros compañeros cuando fueron detenidos sus maridos.
En el 50 aniversario de la Revolución estuviste en Lisboa, en la reunión de los Capitanes de Abril, donde pudiste hablar con muchos de sus protagonistas. El cerebro y del corazón de la revolución, Otelo y Salgueiro Maia, ya están desaparecidos, ¿a quienes destacarías por su papel en aquella gesta, y cuáles fueron los que tuvieron más relación con la UMD?
Bueno, además de Otelo Saraiva de Carvalho y Salgueiro Maia, hubo muchos miembros del MFA importantes como Vasco Lourenço, el actual presidente de la asociaçao 25 de abril, Vasco Gonçalvez, Víctor Alves, etc. Entre los que tuvieron más relación con la UMD fueron Martins Guerreiro y sobre todo, Carlos Almada Contreiras, entrevistados en el libro y a los que di un abrazo en Lisboa. La celebración fue muy emotiva, la manifestación por Lisboa, impresionante.
Aunque la UMD fue disuelta en junio de 1978, ¿crees que su espíritu prevalece en organizaciones como Anemoi, el colectivo de militares por la República?
Afortunadamente el ejército español hoy no es el mismo de 1975, aunque siempre queden nostálgicos irredentos que no vivieron el franquismo. Hay muchos demócratas, son profesionales y leales a una España constitucional. Aunque no hayan reconocido lo que hicieron los miembros de la UMD. Militares republicanos hay una minoría, pero haberlos, haylos. A mí, sinceramente, me basta con que sean patriotas, es decir, de ese patriotismo que tenían los de la UMD, de que la soberanía reside en el pueblo. Es el pueblo el que tiene que decidir el sistema por el cual se gobierna.