El general Chicharro, la Nueve y la División Azul

Las soflamas de este “príncipe de la milicia” (como sus añoradas Ordenanzas de Carlos III llamaban al generalato) ya nos tiene acostumbrados a llamadas de generala y toque de degüello, contra el contubernio marxista-judeo-masónico, como cuando afirmó sin que se le cayera el monóculo, que “la Patria es más importante que la Democracia”.

Chicharro no da puntada sin hilo, y cuando comenta temas de actualidad, no desaprovecha para postularse como el salvapatrias frustrado que ha llevado siempre dentro, al que el reloj biológico ha despojado de fajines y bastones, para convertirlo en anónimo ciudadano sin una fuerza a la que revistar, ni unos infantes de marina a los que arengar y -llegado el caso- ordenar cargar a bayoneta calada, como uno de los Cien mil Hijos de San Luís, perdido en el tiempo por los laberintos de la Historia.

Dice el belicoso general, que no le parece mal que a los republicanos españoles que liberaron París, Carmena les dedique un jardín y una placa, pero se lamenta con bravías resonancias, que deje huérfanos de su calle a los Caídos de la División Azul, estableciendo una equidistancia de méritos, entre los republicanos que combatieron al nazismo con las fuerzas aliadas, con otros españoles, los de la División Azul, que formaron -como sabe todo el mundo- la 250 División de la Wehrmacht nazi, a las órdenes directas de Adolf Hitler, al que prestaron juramente personal de lealtad en Grafenwöhr.

En una de las fotos del acto madrileño, detrás del último superviviente de La Nueve, vemos a dos oficiales de la Armada, en misión oficial de representación de las FAS francesas. No me imagino yo a esos mismos militares comisionados por el Elíseo para asistir a un homenaje a los caídos de la LVF, la Legión de Voluntarios Franceses de las Waffen SS, caídos junto a sus camaradas falangistas de la División Azul en las heladas estepas soviéticas, en donde nada se les había perdido, aparte de su afán redentor para traer al occidente, el Nuevo Orden de los Mil Años del brazo a la romana.