Hace pocos días, la asociación de guardias civiles más veterana e importante en España por número de socios y por trayectoria histórica y reivindicativa, la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), que tiene entre sus fines la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres en el Cuerpo y por su transversalidad, celebraba en Toledo su noveno congreso nacional, que coincidía con su trigésimo aniversario. Quienes asistimos a este acto tuvimos la suerte de escuchar a guardias cuyos mensajes eran muy potentes. Así que voy a abrir una ventana por la que podréis asomaros a parte de este encuentro histórico.
Representantes de todos los partidos políticos deberían haber acudido con libreta y bolígrafo en mano para tomar debida cuenta de lo que hay que hacer. Y es que hay que hacer mucho, con valentía, por la justicia. Esto no va de izquierdas o de derechas, de rojos o azules, de otros colores o de tradiciones, esto va de democracia, de hacer coincidir la teoría con la práctica, de no ser hipócritas diciendo una cosa en la oposición y haciendo la contraria cuando se gobierna.
El desamparo legal en el que se encuentran en nuestro país militares y guardias civiles es para hacérnoslo mirar. Para el que no lo sepa, los guardias civiles están sujetos al régimen disciplinario y al código penal militar cuando el 99% de sus funciones son civiles y dependen del ministerio del Interior. Tampoco tienen derecho a sindicato, cuando otros cuerpos policiales lo tienen reconocido y esos trabajadores/as uniformados pueden ir adquiriendo progresos a la vez que están protegidos por ese derecho fundamental recogido en nuestra Constitución.
La pregunta es sencilla: ¿por qué los guardias civiles no pueden?. La respuesta lo es obvia: porque no hay voluntad política. Hay palabras, gestos amables que se traducen en algunos pasos, pero no hay una voluntad de hierro que remueva este sistema y lo ponga en igualdad de derechos, oportunidades y trato. Los avances que se van produciendo en la Guardia Civil son gracias a la determinación reivindicativa asociativa, y por golpes de sentencias judiciales de quienes se atreven a denunciar abusos y tienen buena suerte. Seguirán así, pero podríamos allanar el camino de las penurias con voluntad política.
Los socios fundadores históricos, (Alejandro Borja, José Morata, José Luis Bargados y Alberto Llana) tuvieron voz en este encuentro. Sabemos que fueron perseguidos, encarcelados, apartados del Cuerpo, vieron amenazadas a sus familias, ya en democracia, porque quisieron fundar un sindicato de Guardias Civiles. El respeto que debemos guardar a estos veteranos es un mandato moral si se está del lado del bien. Deben ser reconocidos como pioneros en los derechos y reformas de un Cuerpo que terminará teniendo derecho a que sus trabajadores puedan afiliarse a un sindicato, propio o ya existente, tal y como las mujeres lo teníamos a votar porque, permitidme el símil, las mujeres somos seres humanos como los hombres y no era de justicia que fuésemos personas de segunda.
Y luego intervino ella, que se encargó de recordar cómo en este Cuerpo no hay suficiente protección ante las violencias machistas para las mujeres guardias dentro de la institución. En aquellos días un tribunal militar sentenciaba a 19 años de prisión a su superior por violaciones continuadas
Los guardias civiles están en pie de igualdad con los policías. Y también los militares. No hay que decirlo y escribirlo con miedo, sino todo lo contrario, decirlo y publicarlo sin miedo, con orgullo y pasión. La A de esta asociación profesional tenemos que verla convertida en una S de sindicato. Suena mejor: Sindicato Unificado de Guardias Civiles. Sindicato Unificado de Militares en España. ¿A qué se tiene miedo? ¿Quién tiene miedo? ¿Algunos a perder privilegios? Eso no es razón, motivo, argumento. Esa será la realidad, la resistencia, pero si el objetivo es la justicia, los obstáculos no serán insalvables para siempre. La AUGC también reconoció a familiares, amigos y simpatizantes que estuvieron en los inicios cuando aún no podían conformarse ni en asociación profesional. Y no faltó la perspectiva internacional. El portugués Antonio Lima Coelho, representante de EUROMIL, la plataforma europea que aglutina a más de medio millón de militares de Europa asociados o sindicados, les trasladó todo su apoyo en nombre propio y en el de esa gran organización europea.
Y luego intervino ella. Ella, a la que he querido dejar para el final, para que quede su historia en la bandeja de entrada de nuestras conciencias, una de las guardias civiles con mayor valentía, elegancia y elocuencia que he conocido. Subió al estrado una vez la hubo presentado la compañera representante de las mujeres en AUGC, que se encargó de recordar cómo en este Cuerpo no hay suficiente protección ante las violencias machistas para las mujeres guardias dentro de la institución. En aquellos días un tribunal militar sentenciaba a 19 años de prisión a su superior por violaciones continuadas. Hoy, mientras escribo, la sentencia recurrida ha vuelto a ser ratificada por magistrados de instancias superiores. Subió allí arriba, respiró, se dirigió a todos nosotros y nosotras y habló: “Quiero daros las gracias por haberme invitado a este acto y sobre todo expresar mi agradecimiento a la AUGC, a Juan Fernández, su Secretario General, por su trabajo y su esfuerzo todos estos años, a Pilar Villacorta porque desde el primer momento en el que se la informó de lo que estaba sucediendo en Murcia, se personó para saber qué estaba pasando. Mi agradecimiento a la letrada Laura Pérez Botella por su tenacidad y su infatigable trabajo. A Alicia Sánchez, a la delegación de AUGC en Murcia y a todas las personas que han trabajado durante todos estos años en este caso, muchísimas gracias. Hace nueve años mi vida cambió, me vi implicada en un suceso muy difícil, me encontraba de baja médica recibiendo presión y advertencias por parte de los mandos de la comandancia de Murcia, viví situaciones que no eran humanas, innecesarias, sola y sin apoyo de nadie. Fue entonces cuando acudí a la delegación de la AUGC de Murcia a pedir ayuda.”
“Desde el primer momento”, continuó con emoción, “desde el minuto uno, me ofrecieron todo su apoyo, pusieron a mi disposición todos los recursos legales necesarios para hacer frente a todo lo que nos venía encima, y también todo su apoyo humano, lo que nunca me dieron en la comandancia de Murcia, donde jamás me trataron como una víctima. Por esto es por lo que quiero decir que si a un maltratador se le considera inocente hasta que se demuestre lo contrario, también a una víctima hay que tratarla como tal hasta que se demuestre lo contrario. Muchas gracias por vuestro trabajo, por la lucha que hacéis por los derechos de los hombres y mujeres de la Guardia Civil, muchas gracias, gracias.”
A esos mandos que miraron para otro lado o, aún peor, que trataron a la víctima como la agresora, un mensaje claro y simple: ¡dais asco! Y a los políticos que niegan la violencia sobre las mujeres o a quienes no la niegan pero no exigen ni toman decisiones para erradicarla, a los legisladores que piensan que hay personas de primera y de segunda en los cuerpos policiales, les haría llegar una libreta de la AUGC (y otra de la AUME), llena de páginas en blanco para que tomen buena nota de que falta mucho por conseguir en igualdad salarial, en reconocimiento de profesión de riesgo, en igualdad entre hombres y mujeres, en derechos fundamentales. Y en cada página en blanco, una marca de agua: ¡que viva la lucha de las mujeres!
A las compañeras guardias y militares que puedan leer esto y estén siendo acosadas y/o agredidas por sus superiores, pedid ayuda. Si tocan a una nos tocan a todas.
Cabo del Ejército del Aire. Licenciada en Pedagogía. Miembro del FMD y Delegada de la Mujer de AUME