Publicado en nuevatribuna.es
Se ha aprobado en el Congreso de los Diputados el proyecto de ley de Memoria Democrática (MD). Desde la bancada de las derechas se han mostrado totalmente en contra, circunstancia que me parece muy preocupante para una democracia. Nada nuevo bajo el sol. No pueden cortar su cordón umbilical con la dictadura franquista. Tendrán poderosos e inconfesables motivos para ello.
El moderado Feijóo ha señalado que si llega al poder la derogará. Me gustaría conocer en qué artículos de este proyecto de ley de MD está en contra. Tengo la impresión que le resultan irrelevantes su contenido, ya que el mismo día de su aprobación se reunió con determinadas asociaciones de víctimas contra el terrorismo, no todas.
Objetivo enfrentar las víctimas del terrorismo de ETA con las del franquismo. En definitiva, una excusa para oponerse al proyecto de ley de MD. ¿Por qué necesitan ese recurso constantemente? Como señala Pedro Vallín en la página 149 de su libro C3PO en la corte del rey Felipe. La guerra del Estado profundo contra la democracia liberal: “Sin ETA no hay dolor como vehículo de poder. El exministro de Exteriores José Manuel García-Margallo cometió la indiscreción de admitirlo en prime time televisivo cuando trasladó su confesión de un miembro del PP vasco: “Desde que no nos matan, no tenemos proyecto”.
¿Cómo calificar las siguientes palabras y los hechos posteriores? El bando de proclamación del estado de guerra de Mola en Pamplona, el 19 de julio de 1936, rezaba: “El restablecimiento del principio de autoridad exige inexcusablemente que los castigos sean ejemplares, por la seriedad con que se impondrán y la rapidez con que se llevarán a cabo, sin titubeos ni vacilaciones”. El mismo día, Mola se dirigió a una concentración de todos los alcaldes de la provincia de Pamplona con estas palabras: “Hay que sembrar el terror […] hay que dar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros. Nada de cobardías. Si vacilamos un momento y no procedemos con la máxima energía, no ganamos la partida. Todo aquel que ampare u oculte [a] un sujeto comunista o del Frente Popular será pasado por las armas”. Las alocuciones del general Queipo de Llano, constituyen todo un ejercicio de terrorismo radiofónico que dista mucho de los principios de un régimen “justo, católico y humano” como Franco definía al nuevo estado totalitario.
Por otra parte, tengo la seguridad que el 99,9% de los españoles que se oponen al proyecto de ley de MD no se la han leído, ni tienen intención de hacerlo. Eso sí, muchos se opondrán porque la ha votado Bildu. Recientemente a un amigo, con suficiente nivel académico le pregunté por su opinión por la ley. Y me dijo tajantemente que no podía aceptarla por Bildu. Le pregunté si la había leído. Todavía espero la respuesta.
Son muy ilustrativas las palabras de Antonio Cazorla, catedrático de Historia Contemporánea de Europa en la Universidad de Trent (Canadá) en su artículo El secuestro del dolor del 2005:
“La dictadura se apropió del dolor colectivo, presentándolo y utilizándolo como si hubiese sido infligido sólo por los otros, los mudos y los muertos, contra los “buenos españoles”, que eran lógicamente los de su bando … Por eso, caídos, excombatientes, ex cautivos, viudas y huérfanos de guerra sólo fueron los suyos, y por eso se les reservó hasta el 80% de las plazas en las oposiciones al funcionariado y sólo a ellos se les dieron pensiones y ayudas. Propiedades destruidas sólo fueron consideradas las de los suyos, y, en consecuencia, las comisiones provinciales de reconstrucción sólo indemnizaron a éstos. A esta desigualdad oficial en el sufrimiento habría que añadir las sinecuras, prebendas e impunidades extraoficiales de que gozaron los vencedores desde los tiempos terribles del hambre hasta el último día de la dictadura desarrollista, y aun después.
Y luego los muertos. Una de las primeras medidas oficiales de los franquistas (septiembre de 1939) fue darse una amnistía, y eso que según ellos los únicos crímenes que se habían cometido en la guerra fueron los de los rojos. Al absolverse de crímenes que decían no haber cometido, los franquistas hicieron desaparecer oficialmente a sus víctimas, que así dejaron de existir también. El escarnio no acabó ahí, puesto que el mismo régimen que daba inmunidad a los suyos decidió hacer un recuento oficial de la violencia y del dolor de los españoles en su llamada Causa General, que ignoró completamente el sufrimiento de los otros, pero no escatimó nada del de los suyos. A la apropiación del dolor con fines partidistas se unió el insulto hacia las víctimas… Los rojos y especialmente las rojas son descritos casi sin excepción como criminales y ladrones, degenerados, animales, rameras e hijos de tales, pervertidos, tiorras, sifilíticos, sarnosos, traidores, horteras, vagos, ignorantes, etcétera. Víctimas de estos seres infrahumanos fueron los otros: los hidalgos caballeros españoles y sus abnegadas, heroicas madres, esposas y madrinas.
Junto al desprecio hacia los muertos, que oficialmente no existían, y a los vencidos, que tenían que callar, la dictadura completó su maniobra de secuestro del dolor comenzando a abrir fosas comunes que contenían los restos de “sus” víctimas de la guerra. La exhumación de cadáveres no es una actividad nueva de rojos que no saben perdonar, sino que la empezó el franquismo al final de la guerra con la publicidad impune e incontestada de que gozan las dictaduras. Se desenterró a las víctimas de Paracuellos del Jarama, a José Antonio Primo de Rivera y a las muchas decenas de miles de españoles asesinados detrás de las líneas republicanas. Se pusieron placas a los caídos en un pueblo, sólo puso los nombres de los suyos. El secuestro del dolor culminó por fin con el Valle de los Caídos…”
Si hay una palabra para calificar el régimen franquista es la de maldad. Ahí va una prueba, que ya he reflejado en algún artículo anterior. La dictadura aprobó leyes para robar los hijos a los padres republicanos muertos, encarcelados o exiliados y pasarlos a la tutela del Estado para reeducarlos en los valores del franquismo, tras ingresarlos en instituciones benéficas y religiosas. Las hijas fueron internadas en colegios de religiosas, donde fueron adoctrinadas sobre la condición criminal de los padres. Los zaragozanos deberíamos conocer la tesis doctoral de Rosa Mª Aragüés Estragués La cárcel de mujeres. Predicadores: legislación y represión (1939-1955), ubicada en el antiguo Palacio de los Duques de Villahermosa, donde aparecen algunos testimonios estremecedores: “Y a su niña se la quitaron y se la llevaron a un colegio de monjas. Entonces esta mujer escribía continuamente a la niña desde la cárcel hablándole de su papá. Que su papá es bueno y que recuerde a su papá. Y llega un momento en que la niña le escribe: “Mamá, voy a desengañarte. No me hables más de papá, ya sé que mi padre es un criminal. Voy a tomar los hábitos. He renunciado a padre y madre, no me escribas más. Ya no quiero saber más de mi padre”.
Yo he leído el proyecto de ley de la MD, no una, sino varias veces. Lo lamentable es que se haya tenido que esperar tanto tiempo. Hay algunos aspectos que quiero destacar. Tal como señala el proyecto de ley de MD ya en la Exposición de motivos:
Esta Ley de Memoria Democrática toma como referencia las luchas individuales y colectivas de los hombres y las mujeres de España por la conquista de los derechos, las libertades y la democracia. España atesora una larga tradición liberal y democrática que surge con las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812. A lo largo de todo el siglo XIX y gran parte del XX, multitud de españoles y españolas lucharon y dieron su vida por la implantación de un sistema democrático en nuestro país, en los mismos términos que se estaba construyendo en el resto de países de nuestro entorno. Constituciones como la de 1812, 1869, 1931 y 1978 han sido hitos de nuestra historia democrática y han abierto momentos esperanzadores para el conjunto de nuestra sociedad. Hasta la Constitución de 1978, esos periodos democráticos eran abruptamente interrumpidos por quienes pretendieron alejar a nuestro país de procesos más inclusivos, tolerantes, de igualdad, justicia social y solidaridad. El último de ellos, protagonizado por la Segunda República Española y sus avanzadas reformas políticas y sociales, fue interrumpido por un golpe de Estado y una cruenta guerra que contó con el apoyo de unidades regulares de las Fuerzas Armadas de Italia y Alemania y sus respectivos Gobiernos, que intervinieron en territorio español como prólogo de las agresiones a otros Estados que fueron juzgadas y condenadas por el Tribunal de Núremberg en 1946, y que fue identificada por la República Española ante la Sociedad de Naciones como Guerra de España.
Me parece muy importante esa referencia a la Segunda República, como un momento plenamente democrático. Ya era hora. Juan Carlos Monedero en La Transición contada a nuestros padres. Nocturno de la democracia española señala que entonces la izquierda tuvo que hacer muchas concesiones y asumir que la democracia se inició en España con la Constitución de 1978, y no con la II República y aceptar sin réplica que el caos de esta fue el origen de la guerra civil.
Quiero detenerme en una parte del proyecto de ley de MD. En concreto dentro del TÍTULO II Políticas integrales de memoria democrática. CAPÍTULO IV Del deber de memoria democrática. La Sección 3.ª Conocimiento y divulgación.
Artículo 43. Finalidad de fomento de las políticas de memoria democrática.
Las acciones de la Administración General del Estado en materia de memoria democrática se orientarán en todo caso al fomento de los valores democráticos y de convivencia. En todo caso, se garantizará que cuenten con un componente pedagógico adecuado al ámbito en el que se desarrollen.
Artículo 44. Medidas en materia educativa y de formación del profesorado.
1. El sistema educativo español incluirá entre sus fines el conocimiento de la historia y de la memoria democrática española y la lucha por los valores y libertades democráticas, desarrollando en los libros de texto y materiales curriculares la represión que se produjo durante la Guerra y la Dictadura. A tal efecto, se procederá a la actualización de los contenidos curriculares para Educación Secundaria Obligatoria, Formación Profesional y Bachillerato.
2. Las administraciones educativas adoptarán las medidas necesarias para que en los planes de formación inicial y permanente del profesorado se incluyan formaciones, actualización científica, didáctica y pedagógica en relación con el tratamiento escolar de la memoria democrática, impulsando asimismo en la comunidad educativa el derecho a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición.
Esta iniciativa me parece clave, que se lleve e incentive este conocimiento en nuestra escuela, algo que no se ha hecho adecuadamente. Ahí una parte de la responsabilidad es de los docentes, que, por miedo, ideología, por pasividad, porque “el programa es muy largo” han pasado de puntillas sobre la dictadura y la represión franquista. Y esta circunstancia puede servir para explicar en parte el poco interés y escasa sensibilidad por esta época tan tenebrosa de nuestra historia en buena parte nuestra sociedad. Mucha gente, aun entre el público informado tiene una imagen incompleta de lo que el franquismo hizo con las víctimas de los dos bandos de la guerra. Un dato a considerar. Durante su visita a Madrid en octubre de 1940, Heinrich Himmler, el líder nazi arquitecto del Holocausto, manifestó su desaprobación por la extensa e innecesaria represión del régimen y su absurda falta de voluntad integradora hacia los perdedores. En esos momentos había en España unos 280.000 presos políticos.
Por otro lado, ese desconocimiento de la dictadura y la represión franquista del que, insisto, tiene su parte de culpa la escuela, lo han estudiado y corroborado determinados historiadores. Fernando Hernández Sánchez profesor de Didáctica de la Universidad Autónoma de Madrid en un artículo Memoria e Historia del presente: la asignatura en que España no progresa adecuadamente en la revista Nuestra Historia 2 (2016) expone unos datos sobre el desconocimiento de nuestra historia presente. Según el CIS de febrero del 2010, para el 40% de los españoles la culpa del estallido de la guerra civil se reparte en los dos bandos por igual. Para el 36% ambos bandos causaron las mismas víctimas. Para el 58%, el franquismo tuvo «cosas buenas y cosas malas». Y para un 35%, «con Franco había más orden y más paz». El 69% confirmó que recibieron poca o ninguna información sobre la guerra civil en el instituto o colegio.
Del mismo Fernando Hernández Sánchez es el artículo de octubre de 2021, Donde habita el olvido: Las impregnaciones del franquismo en los pliegues de la educación española del siglo XXI:
“El dificultoso abordaje en el aula de los recientes pasados conflictivos es un fenómeno que han compartido países que experimentaron transiciones entre dictaduras y democracias, más o menos tuteladas, por un significativo sector político y social remanente de los anteriores regímenes autoritarios. Un estudio comparado de los casos de España, Argentina y Chile reveló que aparte de contar con un limitado peso en el ámbito curricular, estos procesos, complejos, multicausales y tensos por definición, se enfocaban de manera simplificadora, escasamente útil para su comprensión en profundidad y carentes de claves para deducir sus implicaciones en el presente. Mientras que en Argentina y Chile las refutaciones de sus respectivas transiciones debidas a la movilización social han impulsado políticas activas de introducción de la memoria democrática en los programas educativos, en el caso español persiste un currículum consensual, junto con un canon de hierro, que ha ahormado la memoria colectiva española: la Guerra Civil fue una locura fratricida; hubo un empate moral en cuanto a las responsabilidades por el estallido de la Guerra y al empleo de la violencia contra el adversario… Ni el currículum ni, en muchos casos, los manuales escolares han efectuado una necesaria trasposición de los avances de la historiografía española del último medio siglo. A la República se la sigue pintando con los tenebrosos colores del conflicto y la violencia que prefiguran el caos y la arrastran al colapso”
Enrique Javier Díez Gutiérrez en un artículo del 2011, Educando la memoria de las jóvenes generaciones: el olvido escolar de la II República y de la barbarie franquista, señala que en el documental Los campos del silencio sobre los presos republicanos, la última parte se grababa en el IES de Fabero del Bierzo, por lo que preguntó a unos alumnos sobre el campo de concentración que había estado en su pueblo, con un batallón de unos 250 presos republicanos, de 1939 a1947, trabajando como esclavos para una empresa privada (Minas Moro) y extrayendo carbón en las minas del Bierzo. La existencia de tal campo la desconocían, y eso que algunos de sus abuelos habían estado ahí presos.
Del mismo Enrique Javier Díez Gutiérrez es el libro de 2020 La asignatura pendiente. La memoria histórica democrática en los libros de textos escolares. De ese trabajo de investigación junto con otros dos profesores concluye que algunos libros de texto todavía siguen encubriendo, silenciando u ocultando de forma significativa esta parte de la historia, y que la represión tras el golpe de estado franquista y la posterior lucha antifranquista –es decir, la memoria histórica de aquel período– permanece invisibilizada e incluso tergiversada en buena parte del material curricular que utiliza el alumnado en ESO y Bachillerato. No obstante, recientemente, alguna editorial sí que empieza a mencionar la represión, incluso incluye dentro de sus actividades alguna referencia a la lucha antifranquista y a las víctimas españolas de los campos de concentración nazis. Existen lo que hemos denominado “temas tabúes”, es decir, aquellos que ni siquiera se nombran, que se podrían condensar en 5 claves: 1) La incautación de bienes y el origen de grandes fortunas del IBEX 35. 2) El papel legitimador de la Iglesia dentro del aparato represor del franquismo. 3) No se nombra a los responsables y partícipes directos en la represión, muchos de los cuales siguieron en puestos clave de responsabilidad pública posteriormente. 4) La colaboración de parte de la sociedad civil que se sentía vencedora en la represión. 5) El reconocimiento, resarcimiento y reparación de las víctimas del franquismo y de la lucha antifranquista.
Y yo reafirmo esas posiciones de ambos por experiencia personal como docente. Recuerdo que, en mi último destino profesional, hubo quejas por parte de padres sobre mi práctica docente por haber tenido la osadía de haber dicho e clase que Franco había sido el mayor genocida de la Historia de España.
La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. No se puede construir un futuro con un pasado basado en la impunidad. Las víctimas de la dictadura sufren una doble violencia: la de sus verdugos y la de borrarlos de la memoria colectiva. Las nuevas generaciones necesitan conocer y comprender su pasado, la historia de su comunidad social, porque tienen derecho a la verdad. La memoria histórica es la recuperación de la verdad desde la memoria herida de las víctimas y los valores que defendió la resistencia antifranquista y que dieron lugar a los derechos sociales y las libertades que hoy tenemos. Este el gran objetico del proyecto de ley de la Memoria Democrática.
Termino con unas palabras muy oportunas del ya citado Antonio Cazorla, autor del libro Franco, biografía del mito: “Pues ya se sabe que los hombres pasan y las piedras, erigidas con billetes robados, quedan. A lo mejor también, cuando algunos nos dicen que miremos a Paracuellos del Jarama y nos callemos, lo único que buscan es que nuestros ojos no se fijen demasiado en sus rascacielos de la Castellana o en las fincas de caza en Extremadura”.
Cándido Marquesán Millán es profesor de secundaria