“El rey es un capitán general sin mando en plaza”

 

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ENTREVISTA.

A sus 74 años, el coronel de Infantería Enrique Vega Fernández (Madrid, 1946) puede decir que ha dedicado su vida al Ejército. 47 años de carrera militar al mando de unidades de operaciones especiales o paracaidistas y numerosas misiones internacionales. A esos 47 años hay que sumarle otros ocho. Son los que lleva en la reserva desempeñando una nueva misión que en realidad es la misma que le ha acompañado durante toda su carrera: el impulso de los valores democráticos dentro de las Fuerzas Armadas y la denuncia de los residuos franquistas que siguen sobrevolando el Ejército. Además de secretario y profesor del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado (IUGM) de la UNED, el coronel Vega Fernández es portavoz del Manifiesto contra el franquismo en las Fuerzas Armadas y me atiende al teléfono con una voz que no disimula su edad, con un tono disciplinado que no oculta que quien está al otro lado es un militar.

Enrique, encantado de charlar con usted, pero ya sabe que me hubiese gustado tener aquí a un militar en activo con el que hablar de movimientos de ultraderecha dentro de las FF.AA. españolas. ¿Por qué es tan complicado?

Pues porque puede haber problemas como, de hecho, ya los ha habido. Problemas disciplinarios y, sobre todo, laborales. Ya sabes que la normativa militar prohíbe las expresiones de carácter político, lo cual es bastante absurdo, porque cuando se exalta al rey, por poner un ejemplo, también se está haciendo política. En este sentido, se confunde apoliticismo con apartidismo. Ahí está el caso del cabo Santos –expulsado del Ejército por firmar el mismo manifiesto del que es portavoz el coronel Enrique Vega–, que no es el primero ni será el último. Esa es una de las razones por las que quienes podemos hablar somos el personal retirado, quienes ya no estamos sujetos a esa legislación militar y por lo tanto tenemos libertad de expresión como un ciudadano más.

Pero me parece especialmente curioso que, con el reglamento militar en la mano, ese reglamento que obliga a la neutralidad política, no se atrevan a hablar militares en activo para, precisamente, denunciar que la neutralidad política se rompe habitualmente y sin consecuencias disciplinarias por parte de estas tendencias ideológicas de ultraderecha.

Volviendo al caso del cabo Santos como ejemplo, por lo que se considera que ha usado expresiones partidistas es porque firma su parte del manifiesto y acaba diciendo “salud y república” o algo así. Entonces, se aprovecha esa frase y se le dice “oiga, usted no puede decir esto porque está usted en activo”. Lo que pasa es que hay una tendencia interna en el Ejército que está normalizada: si se dice viva el rey o se hace apología de otro tipo de cosa, no se está haciendo política y si se dice viva la república, pues sí que se considera que estamos ante una expresión política. Quien decide si eso es una expresión política o partidista, y por tanto sancionable, es la cadena de mando.

En el Ejército, si se dice viva el rey no se está haciendo política, pero si se dice viva la república sí que se considera que estamos ante una expresión política

¿Hay dentro de las Fuerzas Armadas movimientos fascistas, ultraderechistas, franquistas, llámelo como quiera, organizados?

Yo no creo que haya organizaciones franquistas o neofascistas dentro del Ejército, como ha podido pasar recientemente en Alemania. Hay personas. Hay un número muy considerable de personas nostálgicas del régimen de Franco y además se da en mayor proporción dentro de las Fuerzas Armadas que en la sociedad civil. Eso sí es cierto y lo podemos constatar día a día.

Sé que me ha insistido mucho en no hablar de usted, sino del manifiesto del que es portavoz, pero creo que su historia personal puede ayudar a entender el tema del que hablamos. ¿En sus años de servicio le ha supuesto un problema haber sido un militar con valores democráticos sólidos? A propósito, ¿cuántos años de servicio han sido?

Han sido 47 años de servicio. O sea, que sé de qué hablo. Y sí, he tenido mis problemas. No excesivamente grandes nunca, pero sí que los he tenido. Por pensar como pienso y por defenderlo. Yo siempre he procurado decir lo que pienso.

¿Me puede contar alguno de esos problemas?

Por ejemplo, yo nunca ascendí a general cuando mucha gente me decía, pero oye, tú por qué no has ascendido. Claro, no voy a ser yo quien diga que me lo merecía, eso sería como decir que yo era mejor que mis compañeros que ascendieron. O ¿por qué no me han dado ese destino para el que yo creía estar capacitado? Pero claro, el sistema dentro de las Fuerzas Armadas es opaco. Hay mucha decisión personal, mucha libre designación. Así que dices: bueno, será esto o será que la persona a la que se lo han dado es más adecuada que yo.

Ha conocido usted las FF.AA. del franquismo y también las de la democracia. ¿Han sido muy distintos los problemas con los que se ha encontrado?

Te pongo dos ejemplos. Estando de capitán de cuartel en 1972 o 1973, no recuerdo bien, pero con Franco aún vivo, tuve 15 días de arresto porque un 25 de diciembre, un día que quedaban cuatro gatos en el cuartel, se me ocurrió decir que, por ser un día señalado y de fiesta, por la mañana no se tocaría diana y el desayuno y la misa serían voluntarios. Me cayeron 15 días de arresto y me llamó la atención que no me arrestaron por saltarme la parte militar, el toque de diana, sino por poner la misa voluntaria. Entendieron perfectamente que un 25 de diciembre el capitán se saltase el toque de diana, pero no que la misa fuera voluntaria. Y ya estando en democracia, año 1984, ingresé en el curso de Estado Mayor y un día, porque cuadró en una de las actividades programadas, yo dije públicamente que era ateo y de izquierdas. A partir de ese momento, aquello se convirtió en capitán Vega esto, capitán Vega lo otro… Mis propios compañeros me decían “¿qué pasa contigo?, ¿por qué te hacen esas preguntas tan raras?” Hasta que el número de suspensos fue tal que me iban a dar de baja en el curso según la normativa. Pero tuve la inmensa suerte, y esto lo digo siempre, de que fue mi propia promoción, que no pensaba ideológicamente como yo, la que dijo “esto no puede ser” y se fueron directamente al director a denunciar lo que estaba pasando: no lo están suspendiendo por motivos académicos, lo están suspendiendo porque pasó esto, por lo que dijo. Y el director lo entendió y no causé baja. De hecho, soy diplomado del Estado Mayor. Este tipo de cosas son las constatables, las evidentes. Pero ha habido muchas otras. He tenido compañeros a los que han llamado y les han dicho “ten cuidado de juntarte con este, que eres demasiado amiguete y lo tenemos aquí apuntado”. A pesar de eso, he tirado siempre para adelante. Tengo una enorme vocación militar.

Después de tantos años en la empresa, como usted lo llama, ¿por qué cree que el ambiente dentro de las Fuerzas Armadas está tan escorado a la derecha, dando sensación a veces, se lo digo desde la sociedad civil, de nido de la ultraderecha? Es algo curioso que no ocurre en otros gremios.

No creo que se pueda decir de forma tajante que las Fuerzas Armadas, igual que la Guardia Civil, sean un nido de la ultraderecha. Lo que pasa es que la mentalidad de la inmensa mayoría de oficiales y suboficiales es conservadora. Recientemente hemos visto el caso de estas cartas al rey, los chats, los manifiestos, etc., que son los que nos han hecho dar el respingo y preguntarnos qué está pasando. Si nos fijamos bien, todo esto viene de personas con una cierta edad. Son unas generaciones que yo conozco bien porque pertenezco a ellas. Son unas generaciones que nos hemos criado en los años finales de los 50, los 60, los 70. Yo lo que creo es que hay una gran nostalgia de ese tiempo. Nostalgia de ese tiempo en el que había una enorme autonomía militar respecto a la sociedad civil, nostalgia de una jurisdicción militar que abarcaba mucho más de lo que hoy abarca. En aquella época nos decían, y yo nunca entendí por qué, porque estábamos muy mal abastecidos de armamento y material, que éramos la columna vertebral del régimen. Todo esto creaba una sensación de casta especial. Y ahora de repente ya no lo somos o cada vez lo somos menos. Es nostalgia de ese tiempo. Por eso, digo siempre que se puede hablar de fascismo, pero que ya en aquella España nadie era fascista, nadie levantaba el brazo, Franco no llevaba la boina roja. Era simplemente una España terriblemente autoritaria, dependiente de los Estados Unidos y con una obsesión: el comunismo. Esa es la España de la que yo creo que son nostálgicos estos militares de los chats y las cartas al rey.

Sabemos lo que piensan los oficiales de mi generación, pero no sabemos qué piensan los oficiales jóvenes y la tropa profesional

¿Cómo son los mandos militares de hoy en día?

Ahora mismo no tenemos medios para saber qué piensa la oficialidad y la suboficialidad joven. Porque en los cuarteles hoy no se habla de esto. Al menos cuando yo me fui, hace 8 años. Hace bastantes años se hizo un estudio sobre los cadetes de las academias militares. Y el mismo estudio, el mismo método, se aplicó en distintas facultades de diferentes universidades. Sobre este tipo de cosas. Sobre mentalidades. Y salía bastante aproximado, ¿eh? No veías una mentalidad muy distinta en las academias militares con respecto a la media de los universitarios. Es decir, según aquel estudio, el abanico de mentalidades de quienes entraban en el Ejército y la Guardia Civil no era muy distinto del abanico de mentalidades que encontrábamos en otros ámbitos de formación de la sociedad civil. Lo interesante sería saber ahora cómo, una vez dentro de la institución, ha evolucionado la mentalidad de aquellos que entraron. Tenemos un vacío, porque sabemos lo que piensan los oficiales de mi generación, pero no sabemos qué piensan los oficiales jóvenes y la tropa profesional, incluidos los guardias civiles. No creo que ni las Fuerzas Armadas ni la Guardia Civil sean hoy un nido de ultraderecha, pero sí que existe mucha tendencia al autoritarismo, queda ese residuo. No hemos asimilado quizá del todo que la tropa ya es profesional.

No sabemos lo que piensan los oficiales en activo, pero sí lo que a veces permiten, comportamientos que son preocupantes. ¿Conoce el vídeo publicado por nuestros compañeros de La Marea con militares haciendo el saludo nazi y cantando canciones de la División Azul?

Sí, lo conozco. De hecho, en el vídeo creo que aparece algún suboficial. Ahí está el tema, que quien decide si eso es una expresión política o partidista, y por tanto sancionable, es la cadena de mando. En este caso del vídeo salió y actuó el Ministerio. Pero si no sale, si el asunto no se hace público, es la cadena de mando la responsable. Y, según el actual reglamento, no puede ser que un superior no corrija estas actuaciones.

Tiene usted una experiencia amplia en misiones internacionales. ¿Es muy diferente lo que ocurre en las Fuerzas Armadas españolas respecto a otros cuerpos militares europeos?

No nos diferenciamos tanto. En general, la mentalidad conservadora está bastante extendida en los ejércitos europeos y también en el norteamericano. Cosa que no es ni buena ni mala, es así. Lo que pasa es que en España tenemos una circunstancia que no se da en otros países. O que, si se dio algo parecido, se cortó de raíz. Aquí tenemos una experiencia de golpes militares relativamente recientes y que está presente en el subconsciente. Tenemos a Primo de Rivera, tenemos el golpe de 1936 y los 40 años de dictadura, tenemos el intento del 23F y otros tantos que hubo alrededor del 23F. Esto hace que las tendencias de nostalgias de otra época las tengamos más vivas que en otros lugares. En otros países puede haber una mayoría conservadora, pero no pasa de ahí. Y, como te digo, los movimientos de ultraderecha no son un problema solo nuestro. Tenemos el ejemplo de unidades en Alemania, donde se ha disuelto una compañía entera por este tipo de razones. Estamos viendo que en Europa entera, bueno, en el mundo, hay un resurgir de este tipo de ideas; llámalo neofascismos o como quieras. Y en algunos casos con un nivel de gravedad mayor que la nuestra.

Pero en Alemania se ha cortado de raíz, como usted dice. De hecho, Ángela Merkel, una señora conservadora, fue muy tajante cuando se descabezó esa compañía militar. Dijo: “Este tipo de mentalidad antidemocrática no tiene cabida en nuestra Constitución”.

Esto es muy interesante porque si te fijas, las cartas públicas, los chats esos en los que decían barbaridades y desahogos macabros, se han hecho todos en nombre de la Constitución. Se avisaba al rey. Se le avisaba de que este Gobierno se saltaba la Constitución. Este gobierno socialcomunista. Qué raro que haya aparecido la palabra comunismo, ¿verdad? La gran bestia negra del régimen de Franco. Ahora mismo, lo que hay es un gran problema de interpretación de la Constitución. Ellos hablan en nombre de la Constitución, en nombre de las leyes: hay que echar a este Gobierno para salvar la Constitución. Es un nuevo escenario político: no quieren tirar abajo la Constitución, quieren darle una interpretación que se parece más a aquello de entonces. Al rey lo entienden casi como al antiguo dictador, la máxima autoridad para que tanto Ejército como Guardia Civil tengan un ámbito amplio de autonomía. Nosotros no somos como los demás, tenemos que tener la última palabra. Por eso se ofrecen al rey: oiga, que si esto va mal, aquí estamos nosotros, hablamos los retirados que somos los que podemos, pero ahí están las Fuerzas Armadas. Esto es lo que ahora mismo está pasando. Y todo esto deriva de lo mismo, de esa nostalgia del franquismo de mucha gente dentro de las Fuerzas Armadas. Y yo interpreto que, a más edad, más proporción. Como está pasando en toda España. Vox tiene cuatro o cinco años de vida y, sin embargo, ha sabido hacerse con el estandarte del patrioterismo y de unos supuestos valores eternos.

Y, sin embargo, razón no les falta a esos militares ultraderechistas cuando hablan de la autonomía del Ejército, ahí está la herencia del franquismo en forma de artículo 8 de la Constitución.

Eso es. Ahí está el artículo 8. Y podríamos hablar de por qué está el artículo 8. Pero el artículo 8 dice lo que dice. Lo que no se puede hacer, como se pretende, es hacer una interpretación de ese artículo sin tener en cuenta para nada el resto de la Constitución. Porque hay también un artículo 97 que dice que el presidente del Gobierno dirigirá la administración civil y militar y la defensa del Estado. Un artículo que sí está desarrollado, que sí explica cuáles son las atribuciones y responsabilidades del presidente del Gobierno. Como toda la legislación que se ha hecho después, las célebres leyes de bases de la organización militar y las Fuerzas Armadas del 81 y del 84. Y, sobre todo, la Ley de Defensa Nacional de 2005, que deja nítidamente claro que la cadena de mando militar empieza en el presidente del Gobierno y se transmite a través, por este orden, del ministro de Defensa y de los jefes de Estado Mayor de la Defensa, del Ejército de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire. Eso es lo que dice la Constitución y su desarrollo. Si se lee entera, se entiende.

El rey es capitán general y le corresponde consideración y respeto, pero es un capitán general sin mando en plaza

Ahora, si lo que nos interesa es otra cosa, si queremos entender que hay una autonomía militar, pues ahí acudimos al artículo 8 solamente: que sí, que está en el título preliminar, que te dice que las Fuerzas Armadas se encargan de llevar a cabo una serie de misiones trascendentales, sí, pero el 97 te dice que quien tiene y debe decidir cómo, cuándo y dónde llevarlas a cabo es el presidente del Gobierno. Pasa como con el artículo 63: el rey es el jefe supremo de las Fuerzas Armadas. ¡Pero vamos a ver! Además de ese artículo, que es muy bonito, ¿dónde viene desarrollado cuáles son las atribuciones? ¿Cuáles son las responsabilidades de ese jefe supremo? Porque con el presidente del Gobierno hay toda una legislación al respecto, igual que con el ministro de Defensa o el Jefe del Estado Mayor de la Defensa. Pero no hay nada de nada que desarrolle legalmente cuáles son las atribuciones y responsabilidades de ese jefe supremo. El rey es el jefe del Estado. Y se le debe respeto y consideración como jefe del Estado. Y es verdad que es capitán general y le corresponde consideración y respeto de capitán general. Pero es un capitán general sin mando en plaza.

¿Qué se puede hacer desde la política para ayudar a democratizar las Fuerzas Armadas?

Poco. En el manifiesto defendemos una mayor educación democrática dentro las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil, pero claro… ¿A los arquitectos, dentro de la escuela de arquitectura, les dan educación democrática? ¿A los médicos, dentro de la carrera, les enseñan educación democrática? ¿Al chaval que está aprendiendo a ser tornero le educan en esto en la Formación Profesional? Personalmente pienso que los militares somos ciudadanos, como otros cualquiera, con una obligación que cumplir y la debemos cumplir y punto. Y esta educación nos la tiene que dar la sociedad. Lo que pasa es que la sociedad ahora mismo… la ultraderecha tiene muchos votantes. Y eso se nota en el Ejército, igual que se notará en la arquitectura. Es la sociedad la que tiene que educar en valores democráticos. Pero que la institución, las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil, tienen que ser absolutamente apartidistas y dependientes del poder civil. ¡No del poder civil! ¡Dependientes del gobierno de turno! No somos independientes, ni tenemos autonomía. Y lo que haya que hacer se hace por qué, cómo, dónde y cuándo lo diga el Gobierno elegido democráticamente.

¿Cómo surgió el manifiesto del que es usted portavoz?

Lo sacamos cuando sale la carta aquella de la Fundación Francisco Franco, donde se alababa la carrera militar de Franco e intentaba justificarse la dictadura basándose en sus méritos militares. No, no, mire usted, yo no voy a meterme ahora en si Franco fue un buen o un mal militar, pero eso no puede justificar una dictadura. Alguien que sea un magnífico arquitecto, si mata a su mujer, pues por muy buen arquitecto que sea, es un asesino. Pues esto es lo mismo a nivel militar. Combatir ese tipo de ideas fue la razón de este manifiesto.

¿Cómo ha tratado la historia de este país a los militares democráticos? ¿En qué calle o plaza los ha colocado?

(Risas) En ninguna. No tienen calles ni plazas ni quienes se quedaron leales a la República. Hay un ejemplo muy claro: el de la Unión Militar Democrática. Oficiales jóvenes que en la década de los 70 decidieron que había que hacer algo. Montaron esa plataforma de forma pacífica y los echaron. Y la solución que tuvo para ellos la democracia, ya en los años 80, fue volverlos a aceptar y devolverles el rango que tenían sus compañeros de promoción, pero sin darles destino. Tuvo que llegar la ministra de Defensa Carme Chacón para que les hicieran un homenaje. Les dieron una medalla al mérito militar con distintivo blanco, que es la de menor categoría dentro de las medallas militares. Pero ahí están, todos sin destino. Se tuvieron que ir del Ejército para hacer vida civil, porque tenían que comer. Ese es el mejor ejemplo de cómo la democracia de 1978 ha tratado a este tipo de militares leales a los valores democráticos.

Tengo que reconocerle que no soy muy militarista que digamos, pero uno se cuadra encantado ante militares como usted. 

Yo lo digo siempre: la inmensa mayoría de los militares son gente normal. ¿Qué son más o menos conservadores? Pues sí. A mí me salvaron de que me echaran de la escuela del Estado Mayor. Las FF.AA. tienen muy buena gente, pero efectivamente tenemos estos problemas internos que son también de la sociedad española. Y del mundo. Ahí están Trump o Bolsonaro. Claro, cuando esto se da en los militares asusta más. Porque tenemos las armas y porque, en el caso de España, tenemos una historia reciente de golpes de Estado militares que están en el inconsciente.