Un patriota israelí

“Es tan fácil ser israelí… Su delicada conciencia es pura como la más limpia nieve: todo es culpa de Hamás. Hamás es culpable de los cohetes, cosa que se da por sabida. Hamás inició la guerra sin razón alguna; esto también es de sobra conocido. Hamás es una maligna organización terrorista, bestias con forma humana, nacidos para matar, fundamentalistas…”

Así iniciaba el periodista israelí Gideon Levy su columna semanal en el diario Haaretz del pasado 31 de julio, titulada It’s all Hamas’ fault, right Israel? (“Todo es culpa de Hamás ¿verdad, Israel?”). Una vibrante crítica nacida en el seno del pueblo israelí, capaz de mostrar su indignación por el último ataque de Israel contra Gaza.

Continuaba: “Unos 400.000 palestinos han sido desplazados. Más de 1200 han muerto, un 80% civiles y, de ellos, una mitad mujeres y niños. Cerca de 50 familias han sido aniquiladas, sus casas bombardeadas con ellos dentro. Se han alcanzando dimensiones de auténtica masacre. Pero las manos de los israelíes están limpias y sus conciencias tranquilas: tan tranquilas que se podría llorar. Hamás tiene la culpa”.

La intensa indignación contra el Gobierno de Netanyahu que enfureció a gran parte de la opinión pública mundial, al conocer el arrasamiento de Gaza por el ejército israelí, pierde sus más irritantes aristas, se suaviza algo, al leer artículos como este, publicado en un diario israelí.

Un pueblo capaz de dar eco a las voces críticas que en él brotan contra las fechorías de su Gobierno no está perdido del todo. Tiene esperanzas de renacer. Aún puede engendrar en sí mismo los gérmenes de su regeneración. Periodistas como Levy, diarios como Haaretz y los grupos sociales que apoyan a unos y otros hacen pensar que alguna vez Israel dejará de ser ese Estado anómalo, al margen de la legislación internacional, generador de odios y violencia.

Bien es verdad que tanto el diario citado como el periodista en cuestión constituyen una rara pero indispensable minoría en el panorama político israelí. El mismo Levy declaró en una entrevista que quizá fuera Haaretz el único diario capaz de publicar los artículos y reportajes que él escribe.

Para Levy, esa negación de la realidad que impide a muchos de sus compatriotas ver la brutalidad del último ataque perpetrado contra Gaza es un fenómeno de represión y negación que deberían analizar los psicólogos. Represión que, según él, ha venido incubándose año tras año para eclosionar ahora: “La conciencia nacional no ha movido un músculo en respuesta a la atrocidad”.

Si Hamás es una maligna organización terrorista porque lanza cohetes contra la población civil, se pregunta Levy si acaso el ejército israelí no hace lo mismo y, además, con mucha mayor eficacia. Si Hamás desea la destrucción de Israel ¿cuántos israelíes desean destruir Gaza? Mientras tanto, no es difícil percibir quién destruye a quién.

Levy pone el dedo en la llaga en varios asuntos muy discutidos en Israel para demonizar a Hamás, como este: ¿Por qué los gazatíes votaron a Hamás y no a líderes más moderados? Y responde: “Porque los moderados han intentado durante muchos años conseguir algo, cualquier cosa, y solo han sido humillados y rechazados por Israel”. ¿Que Hamás ha despilfarrado el dinero en túneles y cohetes en vez de en escuelas y educación? Respuesta: “Israel también derrocha enormes sumas en superfluos submarinos y explosivos secretos, en vez de en educación, salud y bienestar”.

Ante las ruinas de Gaza cree necesario recordar que lo que ha destruido la sociedad y la economía gazatíes ha sido el bloqueo; y frente a la tiranía de Hamás sobre su propio pueblo no olvida la que ha venido ejerciendo Israel en la franja durante 47 años de ocupación y siete de aislamiento.

Hay que ser realista y no engañarse: para muchos palestinos, Hamás logró la liberación de mil prisioneros y ganó un mínimo de autoestima y respeto para la población gazatí, aún a costa del terrible precio que ésta seguirá pagando. No son pocos los que creen que la Autoridad Nacional Palestina no ha logrado nada para su pueblo: “En todo caso, una foto con Obama”. Entre el camino violento de Hamás y la vía diplomática de la ANP ¿ha dado Israel a los palestinos motivos para que prefieran a ésta sobre Hamás? ¿Ha acercado la ANP a su pueblo siquiera un milímetro hacia la estatalidad o la libertad? se pregunta Levy.

Gideon Levy, que se tiene a sí mismo por un “israelí patriótico”, alerta a sus compatriotas sobre el peligro de creer que en Hamás está toda la culpa por lo ocurrido. Hace a Israel el gran favor -no bien apreciado por todos- de poner ante los ojos de la población la realidad de la situación y permitirle decidir por sí misma, sin seguir ciegamente los dictados del Gobierno. Concluye así: “La comunidad internacional juzgará pronto las atrocidades de esta guerra. Hamás ganará una merecida reprensión pero Israel será condenado y aislado aún más. Y cuando los israelíes digan ‘La culpa es de Hamás’, el mundo reirá”.

Levy muestra que el verdadero patriotismo no es el de “mi patria, con razón o sin ella” sino el de “entre mi patria y la verdad, ayudo mejor a aquella evitando ocultar esta”.