Publicado en el blog del FMD en infolibre.es
El acogimiento que las sociedades han dado a sus “veteranos de guerra”, a lo largo de la historia, ha sido, y es, muy desigual, pero siempre se ha realizado con respeto, reconocimiento y gratitud. La “jubilación” creada en el seno del poderoso Imperio Romano daba un trato preferente a aquellos soldados que habían servido en las legiones; compensar a los que sobrevivían a la penosidad y peligrosidad de la vida militar era una obligación. En la actualidad son distintas la atención y las situaciones en la que se encuentran los militares veteranos en los distintos países. En nuestro país, no se está ofreciendo un trato justo a los veteranos tras su Servicio en las Fuerzas Armadas, en muchos casos después de haber participado en situaciones de conflicto armado o haber causado baja por accidente o enfermedad. Es necesaria, pues, una nueva regulación del reconocimiento y la asistencia a unas personas que, tras su paso por los ejércitos, tienen difícil acomodo en la sociedad.
Las situaciones a las que puede verse abocado un militar cuando pierde esta condición son variadas. El abandono voluntario, la sanción administrativa, la sentencia judicial, la no renovación de compromiso, la pérdida de aptitud psicofísica o la finalización de compromiso a los 45 años, son las vías principales por las que se pierde la condición de militar. Algunas de estas vías tienen su origen en la relación causa-efecto propiciada en el desarrollo de su trabajo. Heridas causadas durante el desarrollo de operaciones en misiones internacionales, en ejercicios o maniobras de adiestramiento, o durante el servicio ordinario, son las que generalmente originan pérdida de aptitud psicofísica (incluidos los daños psíquicos) y el consiguiente abandono forzado de las Fuerzas Armadas. La sociedad desconoce estas contingencias.
La desafección que muestra la ciudadanía por la Defensa, salvo quizá la actuación en misiones internacionales o la participación de la Unidad Militar de Emergencias en situaciones de necesidad, evidencia una ausencia de cultura de Defensa en la sociedad. Deficiencia que no facilita el conocimiento de las situaciones reales de los militares y que, por tanto, no favorece la concienciación de la sociedad. Una concienciación que es necesaria para que obre la presión necesaria para proporcionar un marco de derechos protectores de las situaciones negativas que se producen en esos abandonos (expulsiones) de las Fuerzas Armadas. De estas situaciones las más generalizadas son las que se dan por la pérdida de condiciones psicofísicas y las de finalización del compromiso a los 45 años (por considerarse una edad muy avanzada para ser militar de Tropa o Marinería o de complemento).
La actual legislación no tiene un afán explícito de reconocimiento y atención, resultando de su desarrollo normativo una gran cicatería que obliga a que muchos de los veteranos se encuentren inmersos en interminables procesos judiciales para conseguir un reconocimiento que no siempre se les ofrece.
Por supuesto, esta situación no es nueva, pero no deja de sorprender que, considerando idénticos casos en épocas anteriores, se haya avanzado tan poco en tratar de poner remedios. Miguel de Cervantes en “El Quijote” dejó recogida esta misma situación que se daba hace ya cuatrocientos años con nuestros soldados:
“Cuanto más que ya se va dando orden para mantener y remediar a los soldados viejos y estropeados, porque no está bien que se haga con ellos lo que suelen hacer los que libran y dan libertad a sus negros cuando ya son viejos y no pueden servir, y echándolos de casa con título de libres los hacen esclavos del hambre, de la que no piensan librarse sino con la muerte”.

Secretario de Organización de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME) y socio del FMD