¿Qué pinta la bandera republicana en Cataluña?

En la conferencia de prensa celebrada en París el 13 de octubre de 1975, siendo militar en activo y con Franco aún en El Pardo, manifesté que una buena solución para resolver el problema territorial en España, sería el Estado Federal. Esa afirmación fue la única que molestó a algunos partidos de la oposición a la Dictadura pues por aquel entonces nadie se atrevía a hablar de Estado Federal, Jordi Pujol, Reventós, Toni Gutierrez, o Heribert Barrera, defendían el Estatuto de Autonomía. El eslogan de las manifestaciones era: “Llibertat, amnistia i Estatut d´Autonomia”.

En aquella rueda de prensa de París presenté el Ideario de la UMD entre cuyos postulados estaba la defensa de los derechos humanos y por supuesto el derecho a poder hablar la lengua materna.

Cuando volví a España me abrieron tres consejos de guerra para expulsarme del Ejército, lo que consiguieron en enero de 1978, el mismo año de la Constitución. La baja en el servicio fue posible porque todos los partidos, incluidos los catalanes, me excluyeron de la Ley de Amnistía. Incluso los redactores de la Ley se tomaron la molestia de introducir una frase en el artículo Sexto que iba dirigida exclusivamente a perjudicar a otro capitán de la UMD y a mí. La frase es esta: “Respecto del personal militar al que se le hubiere impuesto, o pudiera imponérsele coma consecuencia de causas pendientes la pena accesoria de separación del servicio o pérdida de empleo,…”. Los dos únicos militares con “causas pendientes” a los que se les pudiera imponer “la pena accesoria de separación del servicio”, éramos el capitán de Ingenieros Antonio Herreros Robles y yo. Los redactores de la Ley de Amnistía cayeron en la cuenta de que si a Antonio Herreros y a mí nos aplicaban directamente la amnistía, no íbamos a ser juzgados y por tanto seguiríamos en nuestros puestos en el Ejército. Introduciendo esa extraña frase en el artículo Sexto, consiguieron que ambos militares antifranquistas fuésemos sometidos a consejo de guerra y separados del servicio, pero sin entrar en prisión.

El único diputado catalán que voto en contra de la Ley de Amnistía, fue Juli Busquets Bragulat y no por ser catalán sino por ser militar, por habernos excluido de la amnistía a los militares demócratas.

Como consecuencia de los tres consejos de guerra que tenía pendientes no podía salir de Madrid ni sacarme el pasaporte; hasta que un día me presentaron por casualidad en Carboneras (Almería) al Cónsul español en Ámsterdam y sin yo decirle nada se ofreció a proporcionarme un pasaporte como residente en esa ciudad.

Con ese pasaporte, a principios del otoño de 1977, acompañé a Ernest Udina y a su mujer a Perpiñán, a ver a Tarradellas. Ernest estaba preparando una biografía sobre Tarradellas y quería ultimar algunos detalles.

En la entrevista, Tarradellas se mostró muy preocupado con Coloma Gallegos, entonces Capitán General de Cataluña. Yo no contribuí a tranquilizarle sino más bien todo lo contrario. Taradellas me ofreció el puesto de Capitán de los Mossos d´Escuadra, porque en aquella época para mandar cualquier policía autonómica o municipal había que ser militar y no había muchos candidatos. No pude aceptar el cargo porque estaban a punto de echarme del Ejército, como así sucedió.

Al día siguiente paramos a comer en una masía de Gerona. Nada más abrir la puerta la anfitriona me espetó que en esa casa solo se hablaba catalán porque los españoles no les habíamos permitido hablar catalán durante muchos años y ya había llegado la hora de desquitarse. La señora era incapaz de ver que yo había puesto mi granito de arena para que ella pudiese hablar catalán donde le pareciera. La pobre mujer era todo sentimiento, era incapaz de razonar, no distinguía un demócrata de un franquista, para ella solo existían dos clases de personas en el mundo: los catalanes y los no catalanes. El resto de invitados, prebostes del catalanismo, no parecían discrepar mucho de la actitud de la anfitriona. A la salida, Ernest Udina y su mujer se mostraron horrorizados por la situación y me pidieron disculpas.

Bueno, pues los correligionarios de esos comensales de Gerona son los que ahora dirigen la insurrección en Cataluña. Son personas con la mente bloqueada por el sentimiento ultranacionalista y si ya es peligroso mezclar la política con el sentimiento, aún lo es más si ese sentimiento es patriótico. En esas condiciones la tragedia está servida.

Los nacionalistas han tenido la habilidad de incluir en sus filas a los descontentos con la Transición y han creado un movimiento sui generis donde hay personas que apoyando el procés pretenden acabar con el Régimen del 78, sin darse cuenta de que con esa actitud lo que están consiguiendo es reforzarlo. Hace unos meses Sánchez había conseguido tomar las riendas del PSOE y hablaba de moción de censura para echar al PP del Gobierno, y ahora los insurrectos catalanes han puesto al PSOE junto al PP.

Los pobres ingenuos que durante estos últimos años han ido de la mano de los ultranacionalistas enarbolando la bandera tricolor republicana han estado haciendo el canelo porque a sus compañeros de viaje, los que dirigen el procés, no les importa nada esa bandera, ni acabar con el Régimen del 78, ni todo lo que tenga que ver con lo que suceda al otro lado del Ebro.

Cuando en los próximos días la Generalitat proclame la independencia, todos estos republicanos españoles que de una manera u otra han apoyado a los separatistas durante el procés, se van a dar cuenta de que han sido marionetas de un nacionalismo propio del primer tercio del siglo XX que tanta desgracia trajo a Europa.