Mujeres y Fuerzas Armadas: incorporación versus integración

¿Qué sucede con las mujeres y el ejército? ¿Hay igualdad en las Fuerzas Armadas? Pues todo va a depender de qué entendamos por igualdad, ¿verdad? Porque no es lo mismo igualdad legal que igualdad numérica, o igualdad de oportunidades que igualdad real y efectiva… hay tantas matizaciones que hacer antes de entrar en materia…

Comencemos con un poco de Historia. En España se promulgó la Constitución en 1978. Salíamos de la dictadura Franquista y nos embarcábamos hacia la Democracia. El artículo 14 de nuestra Carta Magna recogía el Principio de Igualdad, uno de mis favoritos: “Los españoles (incluidas nosotras…) son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo…” aquí me detengo, por razón de sexo. Las mujeres teníamos vedada la entrada a los ejércitos por la única razón de que éramos mujeres, por nuestro sexo. El Ejército era un mundo de hombres y para hombres. Diez años tardaron en darse cuenta, quizá Europa presionaba de alguna manera, de que esto no podía ser así, que la mujer tenía derecho a estar en las Fuerzas Armadas (FFAA).

Aquella ley de 1988 no permitía a la mujer estar en determinados Cuerpos y Escalas por sus “condiciones fisiológicas”… vaya… y en 1992 el Reglamento de Tropa y Marinería prohibía que las mujeres eligieran destinos tácticos. No podían entrar en la Legión, Operaciones Especiales, Unidades Paracaidistas, Fuerzas de desembarco, en submarinos… otra vez vaya…

Siete años más tarde entró en vigor la Ley de Régimen de Personal y se suprimió con ella todo este conjunto de limitaciones.

Ahora estamos celebrando los 28 años de la entrada de la mujer en las FFAA y seguramente es muy acertado el término “entrada” que no “integración”. Queda mucho camino por recorrer y muchas batallas que librar hasta que podamos llenarnos la boca diciendo que hemos alcanzado la igualdad entre hombres y mujeres en las FFAA.

Legalmente la igualdad de oportunidades se ha alcanzado pero esto es una ilusión óptica, y aunque no se le debe restar importancia al hecho de que quede por escrito que está prohibido discriminar, la realidad es que las mujeres en las FFAA no están en igualdad de condiciones que sus compañeros varones. Repasemos las estadísticas del Observatorio Militar para la Igualdad en 2015:

Os invito a que entréis en la página web de este Observatorio Militar para la Igualdad. Comprobaréis por ejemplo, que los datos sobre máximos empleos alcanzados en mujeres tienen unos porcentajes todavía más distanciados en igualdad numérica: un 4,3% son mujeres en la escala de suboficiales y dentro de ésta, un 1% son mujeres con el mayor empleo, subtenientes. En cuanto a la escala de oficiales, las mujeres suponen un 8,2% del total con puestos donde también son el 1% respecto a sus compañeros como en el puesto de Capitán de Fragata. En cualquier caso, los datos hablan por sí solos. La mujer está lejos de alcanzar la igualdad numérica y sobre todo en puestos de decisión y mando.

El grueso de mujeres militares hay que buscarlo en la Escala de Tropa y Marinería y observamos que tampoco es una cifra muy paritaria, así por ejemplo atendiendo a los efectivos temporales, (la inmensa mayoría de la tropa tiene contratos temporales) hay 44730 efectivos varones en el Ejército de Tierra frente a 8154 mujeres, 10068 hombres en la Armada frente a 2268 mujeres y 8697 hombres en el Ejército del Aire frente a 2254 mujeres. En términos de cantidad la igualdad está lejos todavía. La siguiente gráfica puede resultar reveladora cuando vemos cómo son los porcentajes de trabajadores hombres y mujeres dependiendo de si son militares o funcionarios y civiles dentro de las FFAA:

Es cuanto menos llamativa la distancia numérica entre hombres y mujeres militares. (Todavía es peor la situación de la mujer en la Guardia Civil podrán decir, pero no es consuelo de nadie que otros estén peor, en este sentido Guardia Civil y FFAA caminamos de la mano en la lucha por alcanzar la igualdad real y efectiva).

Hemos repasado la Historia reciente y cómo poco a poco las leyes levantaban prohibiciones, hemos aportado datos estadísticos actuales, pero… zambulléndonos en el mar de la Conciliación, uno de los termómetros con los que medir la igualdad, ¿qué nos encontramos?

El panorama es el siguiente: las FFAA tienen un norma que dota a los militares (hombres y mujeres) del derecho a conciliar su vida familiar, laboral y personal. Nos referimos a la reciente Orden DEF/253/2015 de 9 de febrero. La leemos y aparentemente es una norma que permite disfrutar unos fantásticos derechos. Art. 7, Permisos por motivos de conciliación: matrimonio, técnicas de reproducción asistida, personas dependientes, exámenes prenatales, parto, adopción, acogimiento, paternidad, lactancia… Art. 9, reducción de jornada… Capítulo V, licencias… nos paseamos por la norma pero, ¿dónde está el fallo?, ¿dónde está la razón por la que los militares hombres y más mujeres que piden conciliar encuentran problemas? (Digo más mujeres porque no deja de ser un hecho que en la sociedad sigue soportando el peso de las cargas familiares y del hogar de forma mayoritaria la mujer… en el futuro conquistaremos la cultura de la corresponsabilidad pero la mujer pide hoy conciliar más porque el ámbito privado sigue siendo “su responsabilidad”).

El fallo lo encontramos en que la inmensa mayoría de los preceptos están sujetos al concepto no definido de “Necesidades del Servicio”. Si el Jefe de cada Unidad estima que las hay, el derecho es denegado. Ello, junto a la idea que se ha insertado en las Unidades de que quien pide conciliar es porque evita trabajar, se transforma en el caldo de cultivo perfecto para que todos, pero sobre todo las mujeres militares, se las vean y deseen para cuidar a sus hijos, a sus mayores, personas dependientes… No se puede permitir que se desvirtúe la función para la que ha nacido esta norma porque se vacía de sentido. Una herramienta para alcanzar la igualdad se está convirtiendo en una engañifa.

Las políticas de defensa y seguridad en nada tienen por qué estar reñidas con las de personal. Necesitamos una línea política feminista que inunde los cuarteles. Si hubiera voluntad se podría avanzar a pasos agigantados, se realizarían estudios, se invertiría en formación para la igualdad y cuando los comportamientos y actitudes fueran otros… incrementaría su número, sus puestos de decisión, y conciliar no sería una aventura imposible. La mujer militar celebraría el día de su “integración” en las Fuerzas Armadas y no el de su “entrada”.

El tema del acoso sexual y la discriminación por razón de género daría para otro artículo… así que… hasta la próxima.