Entrevista al capitán de navío (retirado) de la Armada española Manuel Ruiz Robles

“Estaba en marcha un golpe duro para el 2 de mayo de 1981, organizado por el sector más fascista del Ejército. El golpe del 23F fue un golpe palaciego, de inspiración monárquica, del que algunos políticos del arco parlamentario estaban al corriente y consideraban un golpe de «guante blanco» para «salvar la democracia».


Salvador López Arnal:

Manuel Ruiz Robles es capitán de navío de la Armada (actualmente retirado), ingeniero de la Ecole Supériure d’Electricité (Supélec), DEA Physique de l’Energie de l’Université de Paris, Licenciado en Ciencias por la UAM, membre bienfaiteur de l’ACER (Amigos de los Combatientes en la España Republicana), adherent du Musée de la Résistance Nationale. Por si faltara algo, Ruiz Robles fue también miembro de la Unión Militar Democrática (UMD).

***

Para ubicar el lector, permítame iniciar nuestra conversación con algunas referencias biográficas. Usted es capitán de navío retirado de la Armada. ¿Cuándo se incorporó al Ejército español? ¿Por qué razones?

Mi incorporación efectiva como alumno de la Escuela Naval fue el 1 de Agosto de 1960. Recibí mi despacho de oficial el 16 de julio de 1965. Algunos años después, tras un concurso de méritos académicos, ingresé en el cuerpo de ingenieros de la Armada. En él he desarrollado toda mi carrera militar.

No existían antecedentes militares en mi familia. Mi decisión, a la edad de 15 años, estuvo motivada por mi afición al mar. Mis tíos eran humildes pescadores. En mis vacaciones de verano pasé momentos inolvidables junto a ellos. Participaba en las duras tareas de pesca. A veces pasaba uno o dos días en la mar a bordo de una barca de vela y remos, entre redes y efectos navales, comiendo deliciosos pescados y pimientos. Los asábamos sobre un pequeño artilugio de carbón de leña. Sabores y olores que aún recuerdo con gran placer.

Las narraciones de mis dos primos –mucho más mayores que yo- de sus aventuras en la mar, durante su servicio militar obligatorio en la Marina, excitaban mi imaginación de niño. También me hacían soñar mis lecturas juveniles: “El viejo y el mar”, “La isla del tesoro”, «Raroia», “La balsa de la Kon-Tiki”, “Veinte mil leguas de viaje submarino”… Nada trascendente.

Entro en materia. Le cito, tomando pie en un artículo suyo muy reciente: “En la primera parte de este testimonio militar recordaba la estrategia de terror llevada a cabo por el general Franco. Hice referencia al crimen de lesa humanidad perpetrado en Málaga por parte de la flota sublevada, y de la aviación alemana. El relato estremecido de aquel crimen lo oí, siendo niño, de los labios temblorosos de mi tía Encarnación. Ella, junto a mi tío José y sus tres primeros hijos, fueron supervivientes de aquel horror”. ¿Nos describe brevemente ese horror?

A mis tíos, como a miles y miles de familias en Málaga, les llegaron noticias de las atrocidades que el ejército del general Franco estaba llevando a cabo en Andalucía. Concretamente los saqueos, violaciones y fusilamientos masivos. Vivían a unos 20 Km de la capital.

Ante la inminente llegada de las tropas fascistas, decidieron unirse al río humano que pasaba junto a ellos. Cerraron su modesta casa de pescadores y abandonaron su barca, varada sobre la playa. Sus tres hijos mayores estaban en edades comprendidas entre 1 y 4 años. Tenían un pequeño asno, negro y tierno como Platero, que les servía en sus desplazamientos. En sus serones acomodaron a los tres pequeños, añadieron provisiones para el camino e iniciaron el éxodo.

De día caminaban entre las explosiones de los obuses procedentes de la escuadra franquista, de las bombas y del ametrallamiento de la aviación. Auxiliaban en lo que podían a las personas agonizantes que encontraban en el camino. Narraba mi tía Encarnación, aun presa de terror, escenas terribles de niños, ancianos y personas adultas destrozados por la metralla. De noche se alojaban en cuevas que encontraban en los montes vecinos, en casas abandonadas o al borde de la carretera, cuando el agotamiento, el hambre y la sed les impedían continuar el camino.

Tras varios días interminables, entre el horror de los lamentos de gente herida o moribunda, llegaron a Almería. Allí permanecieron hasta el final de la contienda, sobreviviendo con la venta de deliciosas tortas, que ellos mismos cocinaban.

Relata usted así la muerte de Grimau: “Fue detenido el 7 de noviembre de 1962. Interrogado y torturado en la DGS situada en la Puerta del Sol de Madrid. Condenado en una farsa de consejo de guerra -condena aún no anulada- y fusilado el 20 de abril de 1963. El entonces ministro de información y turismo, Manuel Fraga Iribarne, dirigió una intensa campaña de intoxicación desinformativa. Intentaba dar cobertura al asesinato que el franquismo iba a perpetrar un cuarto de siglo después de finalizada la Guerra de España”. ¿Cómo es posible entonces que a Manuel Fraga Iribarne, fallecido recientemente como sabe, se le despidiera, prácticamente, con honores de Estado?

La ruptura con el régimen de la Dictadura que reivindicaban las fuerzas democráticas no se llevó a efecto. Frente a esa pretensión legítima se alzaba el muro del Ejército, mayoritariamente franquista. Su distribución territorial recordaba a la de un ejército de ocupación. Era un arma de «negociación» incuestionable en manos del franquismo reinante. También de los poderes financieros que lo sostenían. Era su último «argumento”.

Una correlación de fuerzas tan desfavorable posibilitó a la monarquía, y a los poderes fácticos que la sustentaban, desplazar a su favor la llamada transición política. Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista de España, fue presentado en sociedad por Manuel Fraga Iribarne. De aquellos polvos estos lodos.

Ha señalado usted en alguna ocasión que su activismo político se concretó en los años finales de la dictadura franquista y en los inicios del período que solemos llamar “transición política”. Usted fue miembro de la Unión Militar Democrática, la UMD, una de las caras heroicas más injustamente olvidadas de aquellos años. ¿Qué fue la UMD? ¿Qué pretendían ustedes?

La UMD fue una pequeña organización de militares demócratas que, en su breve pero intenso periodo de existencia, consiguió que el poder militar franquista dudase de su capacidad para llevar a cabo con éxito un golpe de Estado. Sabían quienes y cuantos éramos, pero desconocían el alcance de nuestra influencia, de los simpatizantes.

Esa masa anónima militar era, y es, a mi juicio, la auténtica UMD. Fueron los que mojaron la pólvora del  golpismo militar. La organización fue la que abrió la compuerta. La abrió para que penetrasen en el Ejército los valores de la riada humana que clamaba libertad. El pueblo español se enfrentó a la policía franquista, en manifiesta revuelta popular. En las calles, en los centros de trabajo, en las universidades.

El imperativo para nosotros era de tratar de evitar -por todos los medios a nuestro alcance- que el Ejército franquista actuase violentamente contra el pueblo.

Ha sido publicado recientemente un libro sobre la UMD cuyo autor es un militar en activo, intelectualmente muy capaz y muy cualificado. Sorprende por su juventud y conocimiento profundo de unos hechos que ocurrieron hace casi 40 años. También por su rigor histórico. Se trata de «Los militares olvidados por la democracia» de Fidel Gómez Rosa.

Déjeme insistir en este nudo: ¿era usted en aquellos años un “militar inconsciente”? ¿Sabía usted realmente lo que le podía pasar si llegaban a saber de su activismo? De hecho, creo decir bien, usted fue requerido de oficio por un juez militar en el Cuartel General de la Armada en 1977.

Mi toma de conciencia se inició en la propia Escuela Naval. En primer curso, con 17 años. Leí Nada, de Carmen Laforet. Quedé asombrado. Mi admiración no tuvo límites. Su lectura despertó en mí el deseo de nuevas lecturas que me mantuviesen en contacto con el mundo de la cultura. También el de entrar en contacto con el mundo universitario, compartiendo las inquietudes de las chicas y chicos de mi generación. Después vinieron otras lecturas.

Todos éramos conscientes. Conocíamos las duras penas del Código de Justicia Militar franquista para el delito del que podíamos ser injustamente acusados: rebelión militar. Las penas oscilaban desde largos años de prisión a pena de muerte.

En cuanto al requerimiento…

Sí, fui requerido en 1977 por un juez militar por escribir un artículo en un diario de alcance nacional, en el que reclamaba la amnistía para mis compañeros de la UMD. Habían sido detenidos, procesados en consejo de guerra, condenados a largos años y finalmente excarcelados pero no amnistiados.

Más sobre este punto: el poder militar franquista, ha comentado usted mismo, “había estudiado previamente la posibilidad de asesinar” a los compañeros detenidos de la UMD “mediante un comando de «operaciones especiales» que debería dejar falsas pruebas, inculpando a ETA. Finalmente la operación fue abortada…”. ¿Es así? ¿Nos explica con algo más de detalle lo que sepa de esta operación abortada?

No tengo un conocimiento directo. Dudo que existan documentos al respecto. Sí sobre las informaciones que circularon verbalmente. Como dato interesante puedo decir que el general Jaime Milans del Bosch se opuso a tal operación y finalmente se decidió la detención y procesamiento en Consejo de Guerra de mis compañeros, dirigentes de la UMD.

También usted ha hecho referencia a la amnistía de 1977 en estos términos: “su objetivo inconfesable fue -y sigue siendo- la de cubrir con un manto de silencio los crímenes del franquismo, constituyendo de hecho una ilegítima «ley de punto final»”. ¿Se ratifica en esa observación? ¿Es así? ¿Rige por tanto en España una (inadmisible) ley de punto final?

Desde mi punto de vista sí. Fue una falsa amnistía. Con ella no llego el perdón para los militares de la UMD. Esa es la prueba del 9. Los que hundieron al país en un baño de sangre, y mantuvieron una dictadura genocida que se prolongo durante cuarenta años, fueron amnistiados. Los militares de la UMD que propiciaron la llegada de la democracia por medios pacíficos no lo fueron.

Este hecho deslegitima tal ley y revela su sentido profundo. Es una ley de «punto final» análoga a la que se dicto al término de la sangrienta dictadura del general Videla. Después fue anulada. Videla, el asesino temeroso de Dios, ha muerto recientemente en prisión.

Le hablo ahora del 23-F. Aquella tarde/noche fue requerido con urgencia para que se presentase en su destino, un centro tecnológico militar dependiente del Cuartel General de la Armada. No sería fácil para usted, nada fácil. ¿Qué pasó realmente el 23-F? ¿Nos da su versión de lo sucedido?

Pocos minutos después de oír en directo por radio el asalto al Congreso, oí en otra emisora el bando del general Milans del Bosch. Mi impresión fue que se estaba consumando un golpe muy duro. En efecto, aquella noche no fue nada fácil para ningún demócrata, pensé que nunca más volvería a abrazar a mis seres queridos.

Puedo afirmar que estaba en marcha un golpe duro para el 2 de mayo de 1981, organizado por el sector más fascista del Ejército. También que el golpe del 23F fue un golpe palaciego, de inspiración monárquica, del que algunos políticos del arco parlamentario estaban al corriente y consideraban un golpe de «guante blanco» para «salvar la democracia».

Lo supe el mismo día en el que se desarrolló un acto público de protesta por la tortura y muerte de Joseba Arregui. Murió en prisión el 13 de febrero de 1981. Después de asistir al acto de protesta cené con una compañera de trabajo y dos conocidos parlamentarios. Pocos días después se producía el golpe.

Según pudimos oír en directo por radio, y en diferido por TV, aquello fue muy impactante. Probablemente asustó mucho a los que estaban advertidos, o incluso implicados. La forma tan violenta en la que se desarrolló el asalto al Congreso y su posterior secuestro, así como la toma de Valencia por los tanques de Milans del Bosch, no entraban en sus cálculos. El «golpe de guante blanco» para «salvar la democracia» les produjo pavor.

La finalidad evidente fue el famoso «golpe de timón» y el reforzamiento de la figura del monarca. Lo consiguieron con un coste altísimo para los incautos generales que se prestaron al juego. Así que: «aviso a navegantes».

Habla usted también de que nuevos acontecimientos militares se desarrollaron posteriormente al 23F. Señala, por ejemplo, que varios “oficiales españoles del Ejército y de la Armada fueron enviados a centros militares argentinos”. A la ESMA entre ellos, al mayor centro de tortura y exterminio de la dictadura de Videla. ¿Es así? ¿Cuándo fue? ¿Quiénes tomaron esa decisión?

La información de que dispongo, y puedo revelar, es de dominio público. Tal información fue publicada en la prensa y transmitida por las cadenas de radio y televisión. Si mal no recuerdo, el juez Garzón tomó cartas en el asunto, e incluso hubo una interpelación parlamentaria al Gobierno por parte de un diputado de izquierda. Basta echar un vistazo en Google para llegar a la conclusión de que algo irregular y muy grave pudo haber ocurrido. Además, no fue investigado.

Tomo nota del “puedo revelar” Y “del no fue investigado”. Creo que usted abandonó la actividad política directa a mediados de 1986. ¿Por qué? ¿Todo estaba en calma? ¿Porque sus compañeros de la UMD, que habían sido excarcelados años atrás, fueron amnistiados ese año?

El régimen de la transición, incluidos los partidos de la izquierda institucional, se opuso a cualquier activismo político de militares en activo. Los militares que habíamos pertenecido a la UMD, e incluso los simpatizantes detectados, fuimos relegados al ostracismo y severamente penalizadas nuestras posibilidades de carrera. Según ellos estábamos en el sistema menos malo. Vimos como se ascendía al generalato a personajes indignos que abiertamente habían tomado partido a favor del 23F, mientras se relegaba a destinos secundarios a los militares demócratas. Se había iniciado la era de Felipe González. Fue el desencanto. ¿Qué quiere que hiciese?

Cesó su actividad política directa hace más de 25 años y ahora, de nuevo, vuelve a ella. ¿Por qué? ¿Por qué en estos momentos?

Porque me han alarmado las declaraciones recientes de un general de gran prestigio, ya en la Reserva, muy vinculado al Monarca. Ha tenido contactos políticos y militares muy influyentes en los Estados Unidos de América, según declaro él mismo en algún medio digital. Se comentó en medios bien informados que iba a ser el futuro director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) al pasar a la Reserva. Pienso que su concepto de «patriotismo militar», por encima de constituciones, es la antesala del golpismo.

También por la creciente actividad de enaltecimiento de la ayuda militar aportada a Adolf Hitler por Franco, no sólo en artículos de prensa del citado general, sino también de una delegada del Gobierno.

Me preocupa mucho la criminalización de los movimientos sociales que se están dando en algunos medios digitales por parte de algunos militares. Alguno justificando incluso la llamada «guerra sucia». Y lo que es más grave, acusando a la izquierda parlamentaria de estar detrás de esos movimientos -por otra parte, bien legítimos-, tales como el 15M, 25S, mareas ciudadanas… Esto es promover deliberadamente una opinión favorable a una intervención militar contra el pueblo. Me parece indignante y totalmente inadmisible.

¡Pues no es para tirar de cohetes de alegría lo que cuenta! Le copio otra vez porque vale la pena: el PCE, escribe, era entonces, en 1936, un diminuto partido. “Al producirse el golpe militar, su disciplina contribuyó decisivamente al fracaso parcial del golpe. Su combate en defensa de la libertad a las órdenes del gobierno legítimo de España, hicieron que sus filas creciesen rápidamente. Muchos de sus miembros en el exilio se unieron a la Resistencia en Francia hasta la Liberación”. Años más tarde, señala también usted, “fue el principal baluarte de la resistencia a la Dictadura”. Aparte de agradecerle el comentario (aunque yo nunca he militado en el PCE), ¿sigue pensando en el Partido Comunista de España en los términos que acabo de citar?

No tiene nada que agradecerme. Yo ni siquiera he sido votante del PCE. Ya veré en las próximas convocatorias electorales.

Me he limitado a resumir algunos hechos históricos que caracterizaron a dicho partido y es justo reconocer. Estos rasgos han sido característicos de los partidos comunistas del sur de Europa, en particular de Francia e Italia, que también combatieron con las armas el nazi-fascismo. Por ejemplo, la memoria histórica del partido comunista de Francia (PCF) es respetada y honrada en su país. Incluido el respeto a dicha memoria histórica por parte de todos los partidos democráticos y de sus Fuerzas Armadas. Cosa que evidentemente no ocurre en el reino de España.

No hay que olvidar que el anticomunismo constituyó el principal pretexto del franquismo para justificar su actitud de ayuda a Adolf Hitler, posibilitándole después su principal coartada para su transmutación de amigo del Führer en “vigía de Occidente”.

Por otro lado, en la guerra psicológica de los medios (falsimedia) al servicio de los poderes financieros, se intenta confundir a la opinión pública. Para ello se utiliza de forma indiscriminada la etiqueta de «comunista» para cosas tan diferentes como puede ser el PCE o lo que fue el régimen de Pol Pot y sus jemeres. Seria como incluir en el mismo saco, bajo la etiqueta de «católico», a Teresa de Calcuta y a Videla, el asesino temeroso de Dios. O a su Santidad Juan XXIII y a los famosos curas pederastas.

No está mal su observación, nada mal. Maestros míos, marxistas muy competentes y arriesgados militantes del PSUC y del PCE han argüido de manera muy similar. Cambio un poco de tercio. España, afirma, quedó hipotecada mediante unas bases militares extranjeras tras los actos Franco-Eisenhower. ¿Las bases estaban pertrechadas con armamento atómico? ¿Lo siguen estando? ¿Quiénes controlan ese armamento? ¿España es, pues, un país que tiene la bomba?

Lo que puedo decir en estos momentos es de dominio público. En lo que podríamos llamar la amistad «Franco-caudillo-de-España-vigía-de-occidente» y el “gobierno-de-los-Estados-Unidos-de-América”, era notorio que existían bases militares extranjeras con sobrevuelo de bombas de fusión sobre el territorio nacional. Bombas cuya espoleta era un detonador de fisión nuclear similar a las bombas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Una simple bomba de fusión de 40 megatones arrojada sobre Madrid hubiese vitrificado la capital de España y llegado sus efectos a Galicia. Aún recuerdo cuando cayeron, por accidente, sobre Palomares (Almería) unas cuantas bombas que no llegaron a explosionar. Aunque dejaron radioactiva la zona en donde cayeron.

No sabe cuanto agradezco su referencia a Palomares. Un amigo mío, un gran científico franco-barcelonés, Eduard Rodríguez Farré, no ha cesado de insistir sobre este tema. Le he interrumpido, continúe por favor.

En cuanto a la situación actual, es notorio que las bases militares aun existentes, en particular la base naval de Rota en Cádiz, son de carácter estratégico para la mayor potencia militar jamás conocida en la historia de la humanidad.

Los submarinos atómicos estadounidenses, desde comienzos de los años 60 del siglo pasado, van dotados de misiles de gran alcance con cabeza nuclear, capaz de borrar del mapamundi a ciudades del tamaño de Nueva York, por poner un ejemplo. Obviamente ese armamento está controlado por su propietario, el gobierno de los Estados Unidos de América.

Queda claro. Las Fuerzas Armadas actuales, en su opinión, “sobre todo en los escalones subalternos de la cadena de mando, simpatizan con los militares constitucionalistas que, cumpliendo con su deber, defendieron la Libertad. Lo hicieron a las órdenes del Gobierno de la República de España”, un gobierno “que encarnaba legítimamente la voluntad del pueblo español” añade. ¿No es aquí usted un pelín optimista? ¿De este material político-cultural está hecho realmente el actual Ejército español?

Como dije no lo estimo así en los escalones superiores del mando. Sin embargo he seguido con interés y admiración, a través de la prensa y de sus publicaciones, el nacimiento y desarrollo de la principal asociación de militares españoles AUME, que forma parte de EUROMIL, la asociación de militares europeos.

He tenido ocasión, a lo largo de mi vida militar, de conocer y conversar con algunos militares de países europeos y conozco algunas de sus opiniones. No hace mucho, gobernando en Francia el anterior presidente conservador, tuve la oportunidad de estar presente en un acto en Paris. Fue en homenaje a la Resistencia francesa y a los componentes de las Brigadas Internacionales. El acto se desarrollo bajo el arco del triunfo, en la tumba al soldado desconocido, en la plaza del General Charles de Gaulle.

Presencié, con emoción contenida, como un general de alto rango y un almirante, ambos del Ejército francés, depositaban una corona de flores, junto a otra que portaba una bandera con los colores de la República española. Era la bandera de las Brigadas Internacionales.

Aquí, sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ordena a la Universidad Complutense la retirada del monumento a las brigadas internacionales, mientras una delegada del gobierno organiza un acto en el que se enaltece la ayuda militar aportada por Franco a Adolf Hitler.

¡No sabe cuando agradezco su observación! Déjeme insistir un poco más en el punto anterior: ¿cómo ve el momento actual? La derecha militar dura, si me permite la expresión, ¿no cuenta?, ¿es muy minoritaria?

A tenor de lo declarado públicamente por el anterior Comandante General de la Infantería de Marina, está muy extendida una opinión que podría denominarse de derecha militar dura. Aunque creo que dicho general exagera un pelín. No todos compartimos sus opiniones.

Y usted que conoce bien el Ejército español, ¿observa alguna inquietud por el proceso político independentista que ha irrumpido en Cataluña en estos últimos años? ¿Intervendría directamente el Ejército en la situación si llegara el caso?

A tenor de las declaraciones que acabo de citar, sí. Sin embargo las declaraciones públicas del presidente de AUME, la asociación de militares más numerosa, no parece que vayan en la misma dirección.

Directamente, si me permite la osadía que no pretende ser descortés, un militar retirado como usted, ¿qué piensa del derecho de autodeterminación de los pueblos de España?

El derecho de autodeterminación de los pueblos está recogido en el Pacto Internacional de Derechos Políticos y Civiles, ratificado por el Estado Español el 27 de julio de 1977.

Si me pregunta mi opinión, le diré que soy profundamente respetuoso con ese derecho. Ahora bien, espero y deseo que los pueblos de España sigan unidos. Por ella lucharon y murieron muchos compatriotas nuestros hace 77 años -y miles de generosos jóvenes de las Brigadas Internacionales- en defensa de la Libertad. Es posible que nuestro atraso histórico respecto a nuestros vecinos del Norte -sobre todo por los dilatados periodos de falta de libertad- haga desconfiar a muchos y prefieran la independencia. Gato escaldado, del agua fría huye.

La solución, a mi juicio, pasa por un proceso auténticamente constituyente del pueblo español. Es decir, que el pueblo en libertad encuentre una salida razonable a la actual situación y decida constituirse como Estado federal o confederal. La solución ha de ser política y nunca bajo el chantaje de las armas, que la harían inestable y enconarían aún más si cabe el problema.

Estimo esencial que todos los pueblos nos mantengamos unidos solidariamente, codo con codo, para hacer frente al saqueo a que estamos siendo sometidos por la Troica. Es decir por la Comisión Europa, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Todos ellos en abierta complicidad con este régimen de la alternancia bipartidista, puesto al servicio de los grandes poderes financieros, incluida la gran banca española.

Escribe usted ahora desde posiciones de izquierda, desde posiciones republicanas. ¿No cree usted entonces que la Monarquía borbónica sea un régimen positivo para nuestro país? ¿Cómo ve usted el proceso de irrupción de una nueva República en España?

Para nada pienso que la monarquía -borbónica o no borbónica- sea un régimen positivo para ningún país. Ya nos lo advertía el Evangelio: por sus frutos los conoceréis. Y los frutos están siendo muy amargos para las capas populares, es decir para la inmensa mayoría del pueblo español.

La República llegará a lomos de una gran ola popular, que ya se está formando, como respuesta a un régimen corrompido desde sus raíces, origen de la lamentable situación en la que se encuentra nuestro pueblo. El régimen borbónico agoniza, y eso la saben bien los poderes fácticos. Sus coletazos en la agonía pueden resultar muy peligrosos y hay que estar vigilantes. En estos momentos la movilización popular y la batalla de las ideas son esenciales.

Le agradezco mucho la corrección “borbónica o no borbónica”. La última, no abuso más de su generosidad: «Si me muero, que me muera /con la cabeza muy alta»: con estos versos de “Vientos del pueblo” de Miguel Hernández abría un artículo reciente. ¿Cómo es posible que en 2013 Miguel Hernández, como tantos otros, siga siendo considerado un delincuente a efectos jurídicos?

Me remito a lo que ya he dicho. El régimen monárquico de la transición se basó en un pacto con el franquismo, bajo el chantaje de las armas de un Ejército abrumadoramente fascista. La legalidad franquista sigue vigente. Por ello es casi imposible formalmente proceder a dichas anulaciones.

La única vía es avanzar hacia un proyecto constituyente del pueblo y para el pueblo, que rompa definitivamente con los residuos del franquismo, incluida la monarquía, e instaure un régimen auténticamente democrático.

La batalla de las ideas en el Ejército la están liderando los sectores más reaccionarios, y eso es muy peligroso para nuestro futuro en libertad. No hace mucho un general monárquico en la reserva afirmaba en un medio digital: “la política es la continuación de la guerra por otros medios». Eso podría explicar algunas de las cosas que están sucediendo. Alguno no acepta que la guerra patrocinada por Adolf Hitler en 1936 concluyó con la capitulación incondicional del III Reich en 1945, aunque aquí sigamos sufriendo sus secuelas.

Entiendo bien los peligros a los que hace referencia. No abuso más de usted.  Permítame agradecerle su disposición a ser entrevistado, su generosidad conmigo y con los lectores, su singular punto de vista y sus excelentes argumentos. ¿Quiere añadir algo más?

Sí. Agradecerle muy sinceramente sus acertadas preguntas. Confieso que algunas me han puesto en serio aprieto. Es esperanzador que se dé voz a los militares que rechazamos el golpe militar del 18 de julio de 1936. Golpe inducido por los servicios secretos del III Reich alemán. Hasta ahora hemos estado, y seguimos estando, amordazados por los medios más conservadores del país.

Queremos que las Fuerzas Armadas se identifiquen plenamente con el pueblo español y sirva a sus intereses. Si es cierto, como parece ser, que la embajada de los Estados Unidos ha dicho que los militares españoles somos sus «fans», no puedo sentir más que una enorme vergüenza y frustración.