Dos condecoraciones militares hace cien años

Publicado en Republica.com
En los primeros días de agosto de 1918, hace ahora un siglo, la División de Infantería estadounidense conocida como Rainbow (“Arcoíris”) combatía en territorio francés al norte del Marne, no lejos de Reims. Hacía cuatro meses que EE.UU. había iniciado su participación en la 1ª Guerra Mundial y en la composición de esa gran unidad de combate (conocida también como “División 42”, nombre que aún conserva) había soldados procedentes de casi todos los Estados de la nación americana.

Era su Jefe de Estado Mayor un coronel que en la mañana del 2 de agosto salió a observar la zona intermedia que separaba a ambos bandos (la “tierra de nadie”), al recibir la noticia de que el enemigo se estaba replegando. De repente, observó el cañón de una ametralladora que le apuntaba directamente. Se arrojó al suelo y se arrastró hasta ella, descubriendo que: “Todos sus sirvientes estaban muertos. El teniente tenía metralla en el corazón; al sargento le asomaba el estómago por la espalda y el cabo solo tenía la columna vertebral donde debería haber estado la cabeza”.

Ese mismo día, el citado coronel fue condecorado con su cuarta Silver Star (Estrella de Plata) por su brillante actuación, durante la que su División perdió 560 hombres en los ocho días anteriores y sufrió más de 2000 heridos.

Dos días después, el 4 de agosto, en el bando contrario también hubo combates y se repartieron condecoraciones. Ocurrió algo más al norte, en la ciudad de Soissons; allí donde según cuenta la leyenda, Clodoveo, rey de los francos, fue humillado por uno de sus guerreros en el reparto del botín, pues arguyendo injusticia rompió con su hacha un jarrón catedralicio que el rey había solicitado para sí. Tiempo después, Clodoveo, revistando sus tropas, reconoció al soldado en cuestión y, reprendiéndole porque sus armas estaban sucias, las arrojó al suelo; cuando el guerrero se agachó para retomarlas, el hacha de Clodoveo se hundió en su cráneo mientras le recordaba: “¡Así rompiste tú el jarro de Soissons!”.

Ese 4 de agosto de 1918 los alemanes apuradamente resistían en Soissons ante el impetuoso avance francés, donde perdieron 35000 prisioneros y cerca de 700 cañones, en un desastre estratégico de grandes proporciones. Durante la penosa retirada alemana, hubo un cabo que se distinguió “por su bravura personal y merecimiento general”, por lo que le fue otorgada la Cruz de Hierro de Primera Clase, condecoración poco frecuente en tan bajo escalón de la jerarquía militar. La exhibió con orgullo durante el resto de su vida.

¿Qué tienen de particular estas dos pequeñas anécdotas de la vida en campaña? ¿Y la coincidencia en el tiempo de ambas condecoraciones? Veámoslo.

El coronel americano era Douglas MacArthur, uno de los más brillantes soldados estadounidenses, que alcanzaría el máximo escalón de la milicia y desempeñaría una función esencial en la derrota de Japón en el Pacífico, durante la 2ª Guerra Mundial.

El cabo alemán era Adolf Hitler, del que no puede ignorarse que tuvo bastante que ver con el desencadenamiento de esa nefasta guerra. (Una nota final: el capitán alemán que propuso a Hitler para la condecoración era judío y tuvo que huir después a Canadá, cuando el condecorado cabo alcanzó el poder en Alemania).

Así es la Historia.