Carta abierta al coronel Miguez

Publicado en nuevatribuna.es
Que vengamos de una cultura cristiana no quiere decir que todos los españoles seamos cristianos y, mucho menos, que tengamos que serlo.
 Batallón de Infantería Protegida (BIP) ‘Uad Ras’ II / 31 frente en el Valle de los Caídos. (Imagen: Ciudadanos de Uniforme)

Buenas tardes, compañero. Soy, como tú, coronel retirado del Ejército de Tierra; soy, como tú, paracaidista, solo que nunca me persigné antes de saltar, siempre confié mi seguridad y la de quienes conmigo saltaban al buen hacer de mis instructores de salto, allá cuando era un joven teniente, a la imitación de mis “antiguos” con más saltos que yo, a la pericia de los pilotos y a la magnífica y abnegada labor de los plegadores de mi unidad; como tú, he estado en unas cuantas operaciones en el exterior (siete en concreto, una de ellas, también en Bosnia) con las Naciones Unidas y con la OTAN, pero nunca se me ha dado la circunstancia de que se pretendiera darnos la extremaunción colectiva, acto al que no sé si me hubiera prestado en caso de haberse dado. Como a ti, también a mí me suena el sonido (perdón por la redundancia) de los morterazos y de los pepinazos de los obuses.

Pero, a diferencia de ti, no soy ni católico ni religioso, simplemente ateo. Perdí la fe en mi primera juventud.

Por eso me permito, de compañero a compañero, llamar tu atención sobre ciertos aspectos del inaceptable (para mí) acto del capitán J.L.P. del Regimiento de Infantería Asturias 31.

Su primer error ha sido considerar que una unidad militar, en la que constantemente hay trasiego de personas que se incorporan o causan baja en ella, y el banderín que la representa eran “su” compañía y “su” banderín, “su” propiedad, y que, por la tanto, podía, e incluso a lo mejor debía, imponer a todos sus componentes sus preferencias religiosas, en un país aconfesional (art. 16 de la Constitución), en el que, por tanto, se supone que cada persona puede practicar la religión que le convenza sin ser obligado a ritos de cualquier otra. ¿Preguntó a sus subordinados si alguno no quería formar parte de aquel acto sin que ello supusiese ninguna merma en sus valoraciones posteriores? El capitán J.L.P. puede rezar cuanto quiera y acudir a cuanto ritual católico le satisfaga, en solitario o en libre compañía de otros, como persona libre que es, pero lo que ni puede ni debe es forzar a nadie a hacerlo con él, mucho menos con la vara de la disciplina y de la obediencia debida y, todavía menos, en formación militar, representando a todas las Fuerzas Armadas ante las personas que ven el acto y deducen de ello la no aconfesional de éstas, que les corresponde como institución nacional constitucional.

Su segundo error fue el lugar elegido para llevar a cabo el acto: el Valle de los Caídos. El capitán J.L.P. tiene derecho a pensar lo que crea más conveniente de dicho lugar y de lo que representa, pero cuando actúa como capitán del Ejército, y no como persona particular, y al mando de su unidad, no puede obviar la polémica política que lo acompaña, por lo que no puede evitar que su acto tenga una significación política y partidista, que les está prohibida a los militares en activo, máximo si viste el uniforme y a la cabeza de la unidad de su mando, haciendo que la vulneración partidista no sea solo suya, sino de toda la unidad, que en ese momento y allí, representa a todas las Fuerzas Armadas.

Que vengamos de una cultura cristiana no quiere decir que todos los españoles seamos cristianos y, mucho menos, que tengamos que serlo. También venimos de la cultura greco-romana y nadie anda hablando por la calle en latín o griego antiguo. Que no haya que estar siempre pendientes de lo políticamente correcto no quiere decir que no haya que cumplir lo políticamente establecido, ya que estamos en una democracia, máxime en nuestros deberes militares, cuya eficacia depende, entre otras cosas, del respeto a la jerarquía y del cumplimiento de la disciplina y la subordinación, desde nuestro inmediato mando hasta las más altas jerarquías políticas nacionales.

Un fuerte abrazo


Enrique Vega Fernández, coronel de Infantería (retirado)