Leo en la prensa con satisfacción que se ha constituido una Asociación Profesional de Oficiales de Carrera de las Fuerzas Armadas (APROFAS) y que la misma ha ingresado como un miembro más del Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas (COPERFAS). Me parece una noticia positiva porque soy un firme convencido de que cualquier colectivo profesional tiene derecho a intentar defender sus legítimos intereses colectivos y, por lo tanto, también los oficiales (o algún, cualquier, sector de ellos) de las Fuerzas Armadas, sufrido colectivo al que hoy día se le demanda, al igual que a sus subordinados los suboficiales y la tropa y marinería, un exigente esfuerzo de preparación y actuación y una exigente demanda de tiempo dedicado a su profesión.
Razón por la cual también me llama -no tan satisfactoriamente-, la atención otras noticias de prensa relativas a esta Asociación y a su comportamiento dentro del COPERFAS. Queriendo resaltar, antes de explicar el porqué, que al ser mi conocimiento de los hechos procedente de la prensa, no puedo responsabilizarme de las inexactitudes u omisiones en que pudiera incurrir, que, en cualquier caso, confío en que no desmerezcan ni devalúen los razonamientos que siguen, que seguirían siendo válidos “si se hubieran dado” o pudieran darse en el futuro.
Al parecer, los representantes de APROFAS solicitaron en algún momento la imposición de sanciones reglamentarias para miembros de otras Asociaciones presentes, asimismo componentes del COPERFAS. Mi primera sorpresa fue que parezca existir la posibilidad de que el presidente del COPERFAS –o así, al menos, parecían creerlo los representantes de APROFAS— tenga la facultad de imponer sanciones reglamentarias como miembro de la cadena de mando en un Consejo cuya función parece ser, o al menos debería ser, deliberativa en los ámbitos que su normativa le tenga asignados y cuyo presidente, en consecuencia, ejerce, debería ejercer, función de mediación. Los términos negociación y jerarquía no parecen precisamente muy compatibles.
Mi segunda sorpresa ha sido la actitud de aparente enfrentamiento de ciertas declaraciones del presidente de APROFAS, coronel en activo y cargo de responsabilidad en la Dirección de Personal del Ministerio de Defensa, en las que parece que se da a entender que APROFAS se ha creado no solamente para defender los legítimos intereses colectivos de los oficiales de carrera de las Fuerzas Armadas, sino asimismo para contrarrestar los también legítimos intereses de suboficiales y tropa y marinería.
Y ello, sorprendentemente, dentro del órgano creado precisamente en el interior del propio Ministerio de Defensa para poder conocer, debatir y satisfacer en lo posible los legítimos intereses colectivos de todas y cada una de las posibles agrupaciones profesionales que puedan existir dentro de las Fuerzas Armadas. Unas funciones que no sólo no parecen exigir los principios de jerarquía y disciplina –propios e indispensables en la acción operativa, pero sólo en ella– sino que más bien parece que dificultarían la eficacia y el cumplimiento de la misión asignada al organismo. Las Fuerzas Armadas, sus tres Ejércitos y sus diferentes cuerpos y unidades son sus generales, sus oficiales, sus suboficiales y su tropa y ninguno de ellos ni puede ni debería querer representar en exclusiva sus intereses.
No me resisto finalmente a un desahogo sentimental. Una de las cosas que más me convenció nada más entrar en la Academia hace ya cincuenta y cuatro años fue la repetida consigna de que el mayor valor y el mejor recurso que íbamos a tener en nuestras manos y más debíamos cuidar como oficiales eran nuestros subordinados, “mis hombres” se decía entonces. Hoy habrá que decir “las personas bajo mi mando”, pero el significado, la intención es la misma. Una consigna que he seguido, y sigo actualmente, oyendo con satisfacción en escritos, discursos y arengas. Una consigna que, dentro de mis posibilidades y sin que en ningún momento me incomodara, he procurado seguir a lo largo de mis cuarenta y dos años de ejercicio de mando militar.
Jóvenes oficiales, luchad por vuestros legítimos intereses profesionales, tenéis derecho, pero sobre todo luchad por los de vuestros subordinados. Son lo más importante que la patria ha puesto en vuestras manos.
Enrique Vega Fernández, coronel de Infantería (retirado) | Firmante del Manifiesto en contra del franquismo en las Fuerzas Armadas
Enrique Vega es coronel de Infantería (retirado). Licenciado en Psicología y doctor en Paz y Seguridad Internacionales