Publicado en nuevatribuna.es
El pasado 8 de septiembre, Argelia celebró elecciones presidenciales con vencedor conocido desde mucho antes de la celebración de las elecciones … el actual presidente Abdelmajid Tebboune. El régimen argelino es lo que podríamos llamar “una democracia de partido único”, porque hay partidos políticos legales y elecciones periódicas, pero al presidente lo elige “el sistema” conformado por dos instituciones, diferentes pero entremezcladas, el Frente de Liberación Nacional (FLN) y las Fuerzas Armadas, vigilado y vigilante, y cada uno con sus correspondientes corrientes internas.
La historia reciente de Argelia es peculiar y diferenciada de los entornos en los que se la puede encuadrar, el Magreb y el Sahel
La historia reciente de Argelia es peculiar y diferenciada de los entornos en los que se la puede encuadrar, el Magreb y, en cierto modo, el Sahel, tanto en lo que respecta a su colonización, como a su proceso de independencia, como a su desarrollo como país independiente. La colonización formal francesa se inicia, con la toma de Argel, en 1830, con bastante antelación en relación con la del resto del continente. En fecha tan temprana como 1865 se concede a los argelinos la ciudadanía francesa (rebajada en 1881 a considerarlos “sujetos franceses”, que no “ciudadanos franceses”), que les obligaba a incorporarse al servicio militar (por un periodo de tiempo más largo y con menos emolumentos que a los conscriptos de la metrópoli). Cuando estalla la la insurrección independentista en 1954 (Guerra de Argelia para los franceses, de la Independencia para los argelinos), la población colona francesa (los pieds-noirs) sobrepasa con creces el millón de colonos, más del 10% de la población del territorio, una proporción prácticamente inalcanzada en ningún otro territorio colonial.
Dadas las peculiares características de la colonización francesa de Argelia, su lucha por ella también será peculiar
Pero dadas las peculiares características de la colonización francesa de Argelia, su lucha por ella también será peculiar: una larga y devastadora guerra encabezada por el Frente de Liberación Nacional, que durará (1954-1962) más que ninguna otra en el continente (exceptuando las de las colonias portuguesas, de mucha menos intensidad en cualquier caso). Para cuando Argelia alcance la independencia (1962), ya todos los demás países del Magreb y del Sahel son independientes y sin que ninguna de sus independencias hubiera provocado un intento de golpe de Estado y una campaña terrorista en el propio país colonizador como la que la clandestina Organización (francesa) del Ejército Secreto (OAS) llevó a cabo (1961 y 1962) tanto en territorio argelino, como en la propia Francia.
Desde entonces ha gobernado Argelia el Frente de Liberación Nacional (FLN), en connivencia con las Fuerzas Armadas y vigilado por ellas, superando cuantas pruebas la historia le ha ido presentando a este régimen de “democracia de partido único (FLN)” (y “vigilante único”, las Fuerzas Armadas).
La reacción al golpe es la aparición de dos tipos de resistencia armada. Una de carácter guerrillero que combate a las Fuerzas Armadas y de Seguridad, principalmente representada por el Ejército Islámico de Salvación y sus grupos afines; otra de carácter terrorista, finalmente representada por el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate. El primero acabará pactando con el régimen (Carta por la Paz y la Reconciliación Nacional, aprobada en referéndum nacional en septiembre de 2005 y con efectos legales a partir de febrero de 2006); la segunda, arrinconada en el sureño Sáhara argelino, termina desplazándose al Sahel, adhiriéndose a la nebulosa al-Qaeda (Al-Qaeda en el Magreb Islámico), convirtiéndose en el origen del terrorismo en dicha región e internalizando el conflicto.
Buteflika, el hombre fuerte de Argelia entre la Guerra Civil y el Hirak logró controlar la Primavera Árabe que derribó a tantos jerarcas
Por ejemplo, la conocida como Primavera Árabe, el levantamiento de las poblaciones magrebíes y del Cercano Oriente, que se origina en Túnez cuando el 17 de diciembre de 2010, la policía requisa injustificadamente sus mercancías, imponiéndole una multa, al vendedor ambulante Mohamed Buazizi y éste, desesperado y desesperanzado, se autoinmola. Como un reguero, las protestas se generalizan en Túnez y de ahí se expanden a todo el mundo árabe. Con gran éxito. Las protestas de la Primavera Árabe provocarán la caída de las dictaduras de Ben Alí en Túnez, de Muamar al-Gadafi en Libia, de Hosni Mubarak en Egipto o de Alí Abdulá Saleh en Yemen. Las monarquías árabes (Marruecos, Jordania y las de la península Arábiga) logran controlarlas. En Argelia, asimismo, la rápida reacción gubernamental (presidente Abdelaziz Buteflika) combinando medidas socioeconómicas y de represión y levantando el Estado de Emergencia vigente desde la Guerra Civil (1992-2005) logra controlarla. El presidente Buteflika, el hombre fuerte de Argelia entre la Guerra Civil y el Hirak (2019-2020) había logrado controlar la Primavera Árabe, que derribó a tantos jerarcas árabes. La única República árabe que aguantó, como si hubiese sido una Monarquía más.
Por ejemplo, el citado Hirak (Movimiento Popular en árabe) o levantamiento secesionista bereber (amazigh) que, con antecedente en el Hirak del Rif en Marruecos en 2016, se contagia a Argelia en los años 2019-2020, exigiendo la autonomía amazigh (aunque acabaría siendo un movimiento popular en toda la nación, superando su inicial carácter etnicista) y la renuncia del presidente Buteflika a un quinto mandato en las elecciones de 2019. Buteflika renuncia a su siguiente candidatura presidencial, nombra nuevo primer ministro y acaba dimitiendo cuando las Fuerzas Armadas le retiran su apoyo. La represión se endurece y generaliza hasta prácticamente acabar con el Hirak. Se nombra un presidente interino, Abdelkader Bensalah, y se convocan nuevas elecciones y el 19 de diciembre de 2019, Abdelmadjid Tebboune, un candidato de consenso, asume la presidencia tras unas elecciones con un porcentaje de abstención del 60,07%.
Abdelmadjid Tebboune encara su segundo mandato tras ser revalidado en las urnas
Abdelmadjid Tebboune, el presidente que acaba de revalidar (de forma, sin duda, también peculiar) la presidencia el pasado 7 de septiembre con el 95% de los votos válidos (5’3 millones de votantes) de unas elecciones con un 52% de abstención (y un 46% de votos no válidos) de los 24 millones de argelinos convocados a las urnas de sus 43 millones de habitantes (es decir, el 20% de los votantes y la décima parte de la población). Y teniendo que ampliar (tres horas antes de que finalizara la jornada electoral) en una hora más el horario de votación, ante el hecho de que en esos momentos sólo había votado el 26% de los convocados, siete puntos menos que a esa misma hora en los anteriores comicios presidenciales de 2019.
Argelia, una historia peculiar, un régimen peculiar (democracia de partido único), unas elecciones peculiares.
Enrique Vega es coronel de Infantería (retirado). Licenciado en Psicología y doctor en Paz y Seguridad Internacionales