Algo menos que el 23 F

Este artículo fue publicado en su día en la antigua web del FMD

He leído con interés el recién publicado libro de Javier Calderón y Florentino Ruiz Platero que, bajo el título, “Algo más que el 23 – F” describen vivencias personales de la transición militar en España. El interés se fue desvaneciendo pues esperaba más – lo que no significaba estar plenamente de acuerdo – de quienes fueron agentes y altos responsables del CESID en aquellos días aciagos de febrero de 1981. Javier Calderón era entonces, de hecho, el jefe del CESID como secretario general al contar como director con un coronel que manifestaba desconocer todo lo relacionado con el servicio y había dejado su funcionamiento en manos de los expertos.

Los autores, en lo referente al 23 – F hacen una análisis y sacan sus propias conclusiones de la sentencia y de lo escrito hasta ahora, pero solamente aquello que está al servicio de planteamientos previos elaborados por ellos mismos. Y dedican, a veces con razón, muy poco valor a la instrucción de la Causa que juzgo a los golpistas.

Llevados por su legítima intención de lavar la cara a muchos de los llamados golpistas del 23 – F recurren a silencios elocuentes, impensables en quienes ejercían entonces tales responsabilidades. Incluso cuentan sucesos ocultando nombres que han salido hasta en los periódicos, no digamos en los libros que se han escrito sobre aquellos hechos.

Para ellos, Milans fue engañado por sus ayudantes, la audacia de Tejero fue la pieza clave y casi la única, ni que decir tiene que Armada no habló con Milans – se utilizó un doble o un secráfono – no había elefantes ni blancos ni negros – aunque reconoce que de Santiago y Díaz de Mendivil estaba cerca esperando una llamada de José Antonio Girón que llegó pero con consigna de retirada – Cortina y Gómez Iglesias nada tuvieron que ver – víctimas también de Tejero y de la estulticia de un juez – y se echó en falta – y en eso aciertan –la acusación para otros, como los generales Iniesta, Dueñas y Alvarado.

Por supuesto que nada aportan de la trama civil. Ni de bancos ni financieros españoles aparecen con los datos del CESID de entonces, nombres que han salido en los libros y cuyos delitos, si los hubo, ya están prescritos.

Pero el libro hay que leerlo, Y hay que hacerlo porque también aporta una versión nueva, de bajo nivel sí, pero que indica una intención determinada que hay que tener en cuenta para analizar con calma situaciones y actuaciones de la época. Yo creo firmemente que los autores nada tuvieron que ver con el golpe del 23 F, como se ha acusado al menos a uno de ellos. Creo firmemente en la inocencia, en ese aspecto, de Javier Calderón. Pero con la misma firmeza creo que sabe muchas más cosas de las que cuenta.

Hay más cuestiones sobre la génesis del libro. Otros agentes del CESID fueron invitados a participar en el libro y al escuchar planteamientos se retiraron. Otros que, sin pretender ser autores, quisieron ayudar, se retiraron también.
“Un ex jefe de los servicios secretos, si publica un libro de este tipo -nos decía un político experto en estos temas – no puede limitarse a analizar documentos, sino a dar información sobre hechos. Lo otro roza los límites del ridículo”.

Hay una última cuestión a destacar: los autores hacen una doble semblanza: la del teniente general Manuel Gutiérrez Mellado y la del también teniente general Sáez de Tejada. A mí me parece indecente colocar en el mismo nivel a ambos generales. Poco hay que decir que no se sepa sobre Gutiérrez Mellado, pero hay que destacar, por ejemplo, que Sáez de Tejada, en democracia, en el diario ABC, sin dar su nombre y por lo tanto clandestinamente, advirtió al Gobierno de la Nación al que amenazó con un golpe si se daba la amnistía a la UMD.  Comparar las actitudes ante la democracia y el ejército de estos dos generales es un desprecio a la memoria del teniente general Manuel Gutiérrez Mellado, también contrario, por otro lado, a esa amnistía.

Hay muchas más cosas en el libro de Calderón y Ruiz Platero sobre aquellos años y algunas, incluso de agradecer por quien esto escribe, porque se ciñe religiosamente a la verdad, aunque con algunas salvas sin importancia, precisamente sobre mi libro, Capitanes rebeldes, dedicado a la UMD, al 23 F y también a esos años locos y maravillosos. Una de estas salvas es que exageré o inventé unas manifestaciones suyas durante nuestra estancia en prisión. El propio Calderón – defensor militar de Restituto Valero –  me reconoció que si alguna vez habló de los principios del Movimiento Nacional sería en clave de humor (hay testigos). Luego la palabra inventar es exagerada. Tampoco importa mucho. En cuanto a que mis descripciones sobre la actitud de Sáez de Tejada entran dentro de lo que llama “mi guerra particular”, solamente una referencia. “Mi general, si eso fuera así, yo hubiera contado otras cosas”. Pero la milicia, como sabes “no es más que una religión de hombres honrados”.

Unos la practican; otros no tanto.