Publicado por Carlos del Castillo en Público.-
El teniente Luis Gonzalo Segura se ruboriza cuando entra con su uniforme del Ejército de Tierra a la redacción de Público. Tras meses de denuncias de corrupción que le costaron ser apartado del servicio activo, su uso va siendo un recuerdo cada vez más lejano. Ahora considera que para cumplir su deber para con las Fuerzas Armadas ya no necesita enfundarse el traje caqui.
Habla con los redactores que se van acercando a él para preguntarle por su situación y, sin perder el buen humor, contesta que le quedan pocas horas de libertad. Uno de los militares que apoyan su causa le ha informado de que el instructor disciplinario militar ordenará su arresto cuando acuda a declarar al día siguiente. Solo duda si será de 30 o de 60 días. Fueron 60.
En menos de un año, ha pasado de ser un joven oficial cuyas calificaciones “rondaban el 8,8” a ser perseguido, espiado por la inteligencia militar y encerrado en un centro disciplinario por tercera vez. De formación universitaria, Segura entró a las FFAA obnubilado por una visita al centro geográfico militar: “Parecía que trabajaban con máquinas muy modernas, de forma muy técnica. Y luego esa serie de valores que se le presuponen al Ejército, de lealtad, de honradez, de honor…”
Sin embargo, muy pronto comenzaron sus dudas.
Al principio eran “pequeños trapicheos”, “fondillos” de unos cuantos cientos de euros: “Casi todo se enmarcaba dentro de la gasolina. En el Ejército, la gasolina es uno de los cajones de sastre que lo cubren todo”. Era la forma de pagar en negro a los soldados y satisfacer pequeños caprichos de los mandos.
Un paso al frente
Después, se le encarga “el inventario del material informático del Ejército de Tierra”. Allí se encuentra con el “descontrol absoluto”: “Expedientes que se trocean, la partida presupuestaria de dos millones y medio de euros para mantenimiento de material informático que me los gasto en lo que me da la gana… De hecho en la sección en la que estuve, antes de llegar yo estuvo un teniente que en septiembre fue condenado por vender ordenadores del Ejército en Ebay”.
Primero lo lleva por los cauces oficiales. Eleva partes a sus superiores, pensando que llegaría un momento en el que alguien se decidiera a actuar. “Soy consciente de que mi general es un corrupto y no va a hacer nada, pero yo pienso que el general de mi general, cuando se entere de todo esto, va a hacer algo”. No es así.
Finalmente comienza a interponer denuncias. “El que no conoce la justicia militar se piensa que eso funciona. ¿Cómo vas a pensar que un coronel o un general, juez, va a tolerar todo este tipo de situaciones?”, resalta el oficial, que acumulará 150 días de arresto en menos de un año cuando cumpla la sanción que afronta desde el pasado jueves.
En ese momento empieza a repasar hemerotecas . Busca las pistas que salen con cuenta gotas en los medios de comunicación sobre la corrupción del Ejército. “Compruebo que lo que yo estoy viviendo no me está pasando solo a mi, sino que le está pasando a más gente, que es algo generalizado”, avanza. Termina convenciéndose de que la justicia militar no está por la labor de acabar con algunas de las prácticas que albergan en su seno las FFAA.
“Como militar siento una enorme vergüenza, un bochorno increíble, por la decisión que tomó el Juzgado Territorial Nº1 de Madrid cuando no quiso condenar al capitán y a los soldados que participaron en las palizas que se dieron a iraquíes —en Diwaniya, la base española en Irak—. El juez tiró de la doctrina Bush e hizo como en Guantánamo: como no sabemos si son terroristas aquí vale todo“.
¿Pluralidad ideológica?
“Ninguna. En el Ejército solo hay una línea posible que es la línea ultraconservadora, la podemos llamar pseudo-fascista, y es lo único que se permite. Hay libertad de expresión siempre y cuando expreses ideas pseudo-fascistas”, denuncia.
El teniente enumera entonces una serie de declaraciones de conocidos mandos militares que “pueden decir lo que quieran: se puede decir que el Gobierno es débil, que vamos a hacer una intervención militar, pueden incluso renegar del rey, pueden decir que la Constitución es bastarda”. No puede evitar comparar lo que ocurre con estos mandos tras declaraciones de este tipo con sus arrestos por denunciar actividades corruptas. “Tienen total impunidad”, acusa.
La dominación de una determinada ideología en la cúpula militar “genera un problema interno en las FFAA enorme”, opina. También “un choque muy fuerte entre la cúpula y el resto de la sociedad, porque en la cúpula no hay militares o ciudadanos de izquierdas. Esa homogeneidad ideológica permite que las FFAA puedan ser usadas como ariete contra la propia sociedad”, avisa Segura.
La ausencia de pluralidad entre los mandos más altos del Ejército ha provocado que estos sientan “una tensión ideológica contra el resto de la sociedad”. Dicha cúpula “no se siente representada por la sociedad, siente que la sociedad es diferente a ella”, manifiesta.
La izquierda en el Ejército
“La izquierda debe intentar superar estos problemas que han surgido con las Fuerzas Armadas, con la Guardia Civil, con la Policía Nacional, que en un momento dado utilizados como órganos de represión durante la dictadura”, sostiene el teniente, ya que “ya no estamos en la dictadura”.
“¿Qué es lo que ha hecho la izquierda? Decir como tú me has reprimido y tengo mal recuerdo de ti, te doy la espalda, me olvido de ti y no quiero saber nada”, explica, y afirma que tienen que ser “los ciudadanos los que pongan la cordura”, especificando que “no pueden regalar las FFAA, el Ejército o la Guardia Civil a los pseudo-fascistas”.
“Por ejemplo: CCOO, o bien UGT, ¿permitirían que en cualquier otro ámbito que no fuera las FFAA hubiese funcionarios, porque los militares no dejamos de ser funcionarios, con contratos basura o mal pagados como están los soldados?”, se pregunta Segura, argumentado que “no, en el único sitio donde lo consienten es en las FFAA porque son ese órgano represor”, del que muchos ciudadanos tienen “muy mal recuerdo” y por eso le dan la espalda: “Si los soldados están mal que se fastidien y que no hubiesen querido ser soldados”.
El militar afirma que lo entiende, puesto que hay heridas que tardan en cerrar y recuerdos enterrados muy profundamente en la sensibilidad de la sociedad española. Sin embargo, opina que “la forma de superarlo no es regalarle estos espacios a los pseudo-fascistas. No, la forma de superarlo es conseguir que sean completamente representativos de la sociedad, conseguir que sean de los ciudadanos”.
“¿Miento? Demuéstrenlo con una auditoría”
Por eso, Segura pide “concentraciones a favor de todos estos militares que son mayoría”, que no son “la cúpula militar sino la tropa, donde hay gente de izquierdas, derechas y de centro”. “No comprendo cómo las organizaciones sociales no han hecho ya una concentración frente al Ministerio de Defensa para exigir que cese el pago de esos 40.000 millones de material bélico”, confiesa.
Además, pide al Ejército que en vez de intentar acallarle con arrestos, realice “una auditoría”. “Si la auditoría dice que yo miento el honor de la institución queda limpiado y se podrían emprender acciones legales de consideración contra mí”, expone, explicando que “la calumnia en el Ejército está castigadísima, a lo mejor estamos hablando de diez años de cárcel”. “Que me metan diez años de cárcel si demuestran que lo que digo no es cierto, pero primero que se haga esa auditoría”, solicita.
“La cúpula sabe perfectamente que lo que digo es cierto”, adelanta Segura, que asevera que no ha recibido ni una sola demanda ni se le ha abierto expediente disciplinario alguno por mentir. “Lo que hacen es abrirme una serie de expedientes diciendo que mis palabras atentan contra la disciplina de las FFAA. ¿Acaso son falsas? No, porque no me denuncian por ello”.
“Pero sí gastan recursos públicos en perseguirme y espiarme a mí, cuando no he dicho una sola palabra que atente contra la seguridad nacional, lo que yo digo atenta contra la seguridad de la cúpula militar. Todos esos recursos se podían utilizar en investigar lo que digo es cierto o no”, concluye el oficial, que estará recluido en el centro disciplinario de Colmenar Viejo hasta el 15 de marzo.