¡Se van a enterar estos!

Hace una semanas volví a Madrid desde las arenas de las playas de Cabo de Gata. La placidez de los días se ve interrumpida sólo algunas veces por las noticias de la prensa, que se leen en diagonal, o algún noticiario en la televisión. Por eso, al llegar a Madrid no pudo uno evadirse del estupor al escuchar y leer, en solamente dos días, cosas así.

El Rey, en plena crisis, se va a cazar elefantes y se rompe la cadera, sin que esté muy claro si el Gobierno lo sabía o no; la señora Fernández expropia YPF y un ministro del Gobierno de Rajoy dice que al ser YPF de Repsol y Repsol una empresa española (sic), se trata de un ataque a España. (Gibraltar español, le falto decir). Y eso solamente un botón, porque, además, se seguían anunciando recortes eufemísticamente llamados ajustes. Y sigo con esos días.

Otro ministro dice que mejor que haya 40 niños en un aula que 25, porque con la primera cifra, se socializan más; un empresario de una farmacéutica afirma, así, sin más, que una buena ayuda para los parados sería permitirles vender sangre; en algunas manifestaciones los policías han “repartido estopa” a base de bien y algunos tertulianos lo justifican porque los apaleados podían ser – o eran – antisistema. Y, la resistencia pasiva se va a castigar con prisión, es decir que Gallardón, como ya escribí en estas páginas, hoy metería a Gandhi entre rejas, por ejemplo.

Con semejante perspectiva, lo que hay que hacer, y así hice, es tomar el primer tren que pude y volver a Cabo de Gata. Aunque, claro, picado ya por la curiosidad, cometí el error de prestar más atención a las noticias. Se recortaba en salud y educación y se anunciaban vías indirectas que eran ni más ni menos, una vez más, un engaño de Rajoy: se bajaban la pensiones a los pensionistas. Ya creí estar curado de espanto y en tren volví a Madrid.

Y en esta ocasión aparecieron imágenes de tres paisanos, vestidos de antisistema y bastante guarros, que eran policías – eso sí, con un brazalete amarillo – sin identificar y algunos armados con porras de hierro. La presidente de Madrid ya, sin tapujos, deja claro que quiere cargarse el estado autonómico y que los sindicatos caerán, como el muro de Berlín. Se ve que, mucho, lo que se dice mucho, no le gustan.

Uno cree que muchos de nuestros jerifaltes/as, democráticamente o “democráticamente” elegidos, – que también mandan en algunos casos – por las mañanas, antes incluso de desayunar exclaman para si o para sus señoras/es:”Verán hoy. Se van a enterar estos”. Y se van al tajo henchidos de orgullo y amor al orden. Claro que, huyendo una vez más, vuelve a tomar el tren para Cabo de Gata.