En el mundo, estamos expectantes porque de un modo u otro nos va a afectar. El hecho venidero es la presidencia de Estados Unidos y es que, nos guste más o menos, ese país es la primera potencia en el conjunto de avances tecnológicos, militares y estabilidad económica del mundo. Cómo sea la persona que presida esa nación, bajo qué principios tome decisiones, cómo hable con su conciencia cada noche al irse a la cama y cómo entienda el mundo serán variables que van a marcar el curso de los próximos años para la humanidad.
Según la Constitución estadounidense, quien alcance la presidencia será jefe de Estado, jefe de Gobierno y comandante de las Fuerzas Armadas. El presidente es responsable de la ejecución de las leyes creadas por el Congreso y de velar por su cumplimiento. Nombra a los dirigentes de los quince departamentos ejecutivos, desde Agricultura a Comercio, pasando por Defensa, Seguridad Nacional y Asuntos de Veteranos. Mirad si respeta y tiene en cuenta a quienes sirven en las Fuerzas Armadas que tienen una cartera específica para sus veteranos. Pero esto es tema que da para un artículo aparte. Nombra también a los jefes de más de cincuenta comisiones federales independientes, a jueces federales y embajadores. Tiene el poder de negociar y firmar tratados que ratifica el Senado, y tiene la potestad de extender perdones y clemencias para crímenes de ámbito federal.
Para poder presidir la nación hay que tener un mínimo de 35 años, ser ciudadano estadounidense por nacimiento y haber residido en Estados Unidos al menos catorce años. Al presidente no lo elige directamente el pueblo. El pueblo elige cada cuatro años al Colegio Electoral que se distribuye por sus cincuenta estados. Estos electores seleccionan el voto para la presidencia.
Estados Unidos ha sido dirigido por 45 hombres. Joseph R. Biden es oficialmente el 46º presidente porque Grover Cleveland sirvió dos mandatos no consecutivos y es reconocido como el 22º y el 24º. Por eso, realmente, Biden es el 45º presidente de EE.UU.
La principal responsabilidad del cargo en la vicepresidencia de los EEUU es estar listo en cualquier momento para asumir la presidencia en caso de que el presidente no pueda desempeñar sus funciones. Puede ser debido a la muerte del presidente, su renuncia o incapacitación temporal, o si la vicepresidencia y la mayoría del Gabinete juzgan que el presidente ya no puede desempeñar sus funciones. La vicepresidencia también es elegida por el Colegio Electoral. Kamala D. Harris ha sido la primera mujer en ese cargo.
En un mundo ideal para quienes queremos justicia, de esos 45 dirigentes americanos, 22 o 23 deberían haber sido mujeres. Y lo mismo para cada rincón del planeta. ¿Acaso no somos la mitad de la humanidad? ¿Por qué tienen que ser los hombres quienes dirijan los pueblos en su gran mayoría, decidiendo sobre las vidas de todos y todas?
Joe Biden ha decidio irse y dejar el relevo en el partido demócrata a alguien con más posibilidades de enfrentarse al candidato republicano, Donald Trump. Biden apoya a Kamala Harris y también lo han hecho abiertamente Bill Clinton y Hillary Clinton, 35 diputados y 14 senadores, la mayoría de líderes estatales del partido demócrata.
Es una obviedad que este mundo es un lugar donde entre hombres y mujeres hay discriminación en múltiples aspectos, (económica, sexual, toma de decisiones…) y negarlo una solemne estupidez. En un mundo ideal para quienes queremos justicia, de esos 45 dirigentes americanos, 22 o 23 deberían haber sido mujeres. Y lo mismo para cada rincón del planeta. ¿Acaso no somos la mitad de la humanidad? ¿Por qué tienen que ser los hombres quienes dirijan los pueblos en su gran mayoría, decidiendo sobre las vidas de todos y todas? ¿Qué mejor igualdad que ir alternando por obligación lo que el progreso de la condición humana terminará haciendo por naturaleza social en igualdad? Pero el mundo no es un lugar ideal, esa es otra obviedad. Nadie puede saber quién será el 46º presidente de los Estados Unidos.
En mi opinión, si Kamala Harris es finalmente nominada candidata a la presidencia y llega a la Casa Blanca, pudiendo comandar el mayor ejército del mundo, dirigir la nación con un poder bélico sin rival, un país que destina una partida presupuestaria enorme a sus servicios secretos, que gasta más dinero en sus fuerzas armadas que cualquier otro país y tiene a más de 200.000 soldados desplegados por el mundo, sería un hecho histórico y nos acercaríamos a ese mundo ideal. Y no sé si lo hará mejor que otros hombres, porque ser mujer u hombre no garantiza nada, la única diferencia es que sea buena o mala persona, con una filosofía de vida y de política, de amor o de odio, de trabajar para el pueblo o de vivir de él.
Kamala es una mujer con experiencias únicas, profesional y pragmática en lo político. Su familia se integró en Estados Unidos desde el activismo de los derechos civiles, de padres inmigrantes, con formación. Una mujer a la que le impactó Nina Simone en los años 70 y que ha recibido de su madre consejos como que “el hecho de que algo sea difícil no es una excusa aceptable para no llevarlo a cabo”, sólo puede infundir admiración y confianza.
De ella comentan que se posiciona en el centro de las ideas demócratas, pero escorando hacia la izquierda. Haga lo que haga, diga lo que diga, la van a juzgar y la van a criticar. ¿Qué importa? Si es ambiciosa, está en todo su derecho igual que los hombres ambiciosos que han llegado alto y lejos. Las mujeres ambiciosas pueden hacer historia, cambiar el mundo y ganar. Ahora o más adelante, lo harán.
Así que ojalá lo logre. Es preferible para el progreso del mundo que lidere su primera nación una mujer que ha llevado por bandera, en su forma de hacer política, ampliar la cobertura sanitaria, apoyar el derecho al aborto, reducir los impuestos a la clase media para que las familias no tengan que recurrir a préstamos con intereses muy altos, aumentar los impuestos a los ricos y a las corporaciones, bajar el precio de los medicamentos o impulsar la vivienda asequible por entender que “todo americano merece tener seguridad básica y dignidad en su propio hogar”, a que lo haga un hombre sin escrúpulos como Trump, que se dirige a su pueblo y al mundo con discursos de odio al diferente, que ha levantado muros y bulos, que fomentó y jaleó el asalto al Capitolio, que apoya el uso de las armas por parte de la población y ha sido condenado en firme por la comisión de delitos.
El tono de voz de este multimillonario, su mirada, su lenguaje corporal, todo en su persona, es abuso de poder, aires de grandeza. Ni un atisbo de humildad, de nobleza, de humanidad. El poder, cuando se prueba, es adictivo, más que el propio dinero. Por eso, las personas que lo ostentan deben ser todo lo nobles posible, de principios y vocación de servicio público. Ojalá los estadounidenses, sus hombres y mujeres, no se dejen llevar por el hecho de que un criminal haya intentado asesinar a Trump y voten a su primera mujer presidenta.
Hillary Clinton no pudo, pero Kamala Harris puede hacer historia. Ojalá el voto de los ciudadanos americanos sirva para darle la oportunidad a esta mujer de llevar los mandos de una nave que, si la pilotara Donald Trump, sólo usaría como combustible el exceso de testosterona.
Cabo del Ejército del Aire. Licenciada en Pedagogía. Miembro del FMD y Delegada de la Mujer de AUME