
Hace poco más de un mes publiqué este artículo en mi blog: Soluciones para el conflicto de Ucrania. Tenía la esperanza de que la negociación se impusiera al uso de la fuerza. Ahora todo se ha complicado, de tal forma que una escalada militar puede llevar a una conflagración de proporciones desconocidas desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Hay que evitarlo a toda costa.
La respuesta militar a la invasión de Ucrania por parte de Europa a través de la OTAN, desembocaría en una guerra total. No hay que olvidar, que además de la inmensa cantidad de armamento convencional del que disponen Rusia y la OTAN, también poseen un enorme arsenal de armas nucleares (nadie puede asegurar que no se estén dispuestas a emplearlas si fuera necesario, Putin ya lo ha insinuado).
Putin ha conseguido una posición de fortaleza ente una posible negociación a corto plazo, seguramente estaba en sus cálculos, pero todo lo que consiga en este breve periodo se volverá en su contra muy pronto. Mantener una invasión de Ucrania le será muy costoso en bajas propias, Ucrania es un país inmenso y cuando las personas luchan por su territorio, por su forma de vida, por sus pertenencias y por sus familias, la lucha contra el invasor es feroz, sin límites (la historia nos da lecciones desde el pasado remoto hasta nuestros días, los rusos mismos lo han vivido en Chechenia y Afganistán). Todo lo contrario sucede con las tropas invasoras, que al carecer de motivación, suelen desmoralizarse con el paso del tiempo (ya lo vivieron también en Chechenia y Afganistán).
También la economía rusa se verá gravemente afectada no solo por las sanciones que se les va a imponer sino por el enorme gasto que supone mantener una operación militar de ese calado durante un largo periodo de tiempo. Por último, y no menos importante, los propios rusos terminarán por rebelarse contra las paranoias imperialistas de Putin. Por ahora, el líder ruso es capaz de mantener a raya a la opinión pública porque actúa como un dictador, no obstante, le convine recordar que Afganistán fue una de las causas de la implosión de la dictadura que representaba la Unión Soviética.
El dilema de las democracias occidentales y de la OTAN es cómo actuar ante semejante desafío de un dirigente que no ha respetado ni los derechos humanos ni la legalidad internacional. La opción militar sería catastrófica. A nadie le convine, y menos a los europeos. No queda otra que forzar una negociación, en la que Putin ha tomado ventaja por el momento. Una negociación entre Rusia y Ucrania con el respaldo de Europa y el paraguas de la OTAN (para que Putin sepa que también hay una fuerza militar que le pueda disuadir de más aventuras invasora). No hay que olvidar la posición de China, a la que tampoco le interesa una guerra en una Europa con la que tienen grandes intereses económicos y financieros, por eso, China podría apaciguar los ánimos expansionistas de Putin.
Es difícil tratar con fanáticos nacionalistas, pero hay que intentarlo por todos los medios. De lo contrario Europa y la humanidad entera están condenadas a repetir la historia con otra terrible conflagración de dimensiones catastróficas, quizás irreversibles para la vida en este planeta, dada la cantidad de armamento nuclear a disposición de las potencias que podrían verse involucradas,

Hay que condenar sin objeciones la decisión rusa de invadir Ucrania, ninguna excusa es válida para justificar una agresión militar como la llevada a cabo contra Ucrania. Putin tiene que saber que la opinión pública mundial está en su contra, como posiblemente también lo estará la ciudadanía rusa, aunque por el momento la dictadura de Putin no les deje expresarse. Putin y los partidarios de la agresión contra Ucrania tienen que saber que el lema NO A LA GUERRA, es en estos momentos más necesario que nunca.
Javier Jiménez Olmos
Doctor en “Paz y Seguridad Internacional” por la UNED,
Miembro de la Fundación “Seminario de Investigación para la Paz” de Zaragoza.
Miembro del Grupo de Expertos del Observatorio PSyD de la Cátedra de Paz, Seguridad y Defensa de la Universidad de Zaragoza.