Militares empresarios en Cuba

Publicado en el blog del FMD en infolibre.es

Las convulsiones de la Unión Soviética a finales de los años ochenta, culminando con la disolución de la federación y de todo el bloque del Este, tuvo una dura repercusión en la dependiente economía de Cuba. La población cubana, ya de por sí sometida a un estrecho sistema estatal de racionamiento, hubo de afrontar el llamado Periodo Especial, diseñado para la supervivencia del régimen sin el apoyo fundamental soviético y con la presión reforzada del bloqueo económico decretado por los Estados Unidos. El gobierno cubano trató de superar la coyuntura con algunas reformas internas y la apertura del país al turismo internacional.

Los sectores más productivos de la economía cubana se vieron de pronto forzados a abandonar la ineficiente dirección planificada estatal para implantarse, con carácter experimental, el denominado Sistema de Perfeccionamiento Empresarial (SPE). Con esta medida gubernamental, inédita desde el triunfo de la Revolución y su posterior alineamiento con la URSS, se trataba de incorporar de manera selectiva elementos de organización, administración y gestión capitalista a las empresas estatales con mayores posibilidades de generar divisas, particularmente las relacionadas con la exportación y la explotación del turismo. Muchas corporaciones se transformaron así en sociedades anónimas con mecanismos de responsabilidad empresarial para operar en el tráfico mercantil del mercado privado internacional y con capacidad para firmar acuerdos de colaboración societaria con empresas extranjeras.

En este contexto, las fuerzas armadas reforzaron su papel de sostén del régimen incorporándose de lleno al control y gestión de la economía nacional. Los generales asumieron la dirección de las principales empresas “privatizadas” y con todas ellas se creó el consorcio comercial Grupo de Administración Empresarial (GAE), que en la actualidad está presidido por el general de división Alberto López-Callejas, yerno del presidente Raúl Castro. Los intereses del grupo empresarial son extensos y no han dejado de ampliarse en la última década, abarcando todos los negocios relacionados con el turismo y la captación de divisas: hoteles, gasolineras, alquiler de vehículos, mayoristas, tiendas exclusivas de turistas, portacontenedores, etc.

La titularidad de empresas por parte de las fuerzas armadas no es un fenómeno infrecuente en muchas partes del mundo. Con esta actividad empresarial los mandos militares se garantizan la autonomía financiera y la disposición inmediata de recursos para mantener la organización militar sin interferencias del poder político. En Cuba las particularidades de su sistema político autocrático y las previsiones de una futura transición democrática convierten a esta creciente actividad empresarial militar en un asunto de especial relevancia con vistas a un eventual cambio político cuando se produzca el anunciado relevo en la presidencia en 2018.

Desde la entrada triunfal de Fidel en La Habana en enero de 1959, la Revolución cubana ha estado marcada por el fuerte peso del ejército rebelde. El encuadramiento militar de la población ha sido una estrategia clave de defensa del régimen desde los “pioneros” a los comités de defensa de la revolución (CDR). Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), primero bajo el mando de los comandantes guerrilleros, han copado los órganos de poder del Consejo de Estado, el Gobierno y la Asamblea Nacional. Posteriormente sucesivas generaciones de mandos militares han ocupado y mantenido el control de los altos organismos del Estado.

Dentro de la escasez de recursos que ha caracterizado a la República de Cuba, especialmente tras la desaparición de su valedor soviético, las FAR han recibido un trato especial al cifrar el régimen su supervivencia en su capacidad de respuesta militar. Se trata de una fuerza reducida permanente pero con una gran movilización popular de apoyo a la labor de Defensa. Los tres componentes de las fuerzas regulares –Ejército, Fuerza Aérea y Marina de Guerra– están complementados con tropas especiales tácticas y un numeroso contingente auxiliar: milicias de tropas territoriales, y brigadas de producción y defensa.

Las intervenciones militares en Angola y Etiopía mantuvieron a las FAR con un alto nivel de alistamiento de combate. Sin embargo, el repliegue de las campañas africanas y el abrupto cese del suministro soviético han rebajado sensiblemente el potencial militar cubano. No obstante, el encuadramiento militar de la población se mantiene firme y ha sido intensificado en los últimos años: reapertura de la revista “Verde Olivo”, órgano oficial de las FAR que había sido suprimida en los años noventa; desfiles conmemorativos de hechos de la Revolución (desembarco Granma) o desarrollo de ejercicios de defensa a gran escala (Bastión 2016).

El presidente Raúl Castro, general de Ejército y antiguo ministro de las FAR, impulsó decididamente el desembarco de los militares en los negocios más lucrativos de la isla. En la actualidad se encuentran bajo la férula de la cúpula militar las empresas señeras del turismo como las tiendas Palco o las agencias Habaguanex o Cubanacan. Son múltiples los ejemplos de mandos militares transformados en empresarios: el general de brigada Luis Pérez Róspide, antiguo director de la Industria Militar, preside el Grupo Gaviota, dedicado a la construcción de infraestructura hotelera; el coronel Héctor Oroza dirige el monopolio corporativo de importación y exportación (CIMEX), donde actúa como asesor el antiguo jefe de los servicios militares de Inteligencia, general de división retirado Fabián Escalante.

El desempeño de actividades empresariales por parte de militares profesionales en servicio activo es una anomalía en una economía de mercado y una desviación en su función esencial de defensa. Los riesgos de mezclar el interés general con el ánimo de lucro particular son evidentes. Estas empresas comerciales militares adolecen de falta de transparencia y quedan sustraídas a toda supervisión. La supeditación de las tareas militares a los negocios supone una confusión de intereses que perjudica a la misión fundamental de Defensa e interfiere en el tráfico mercantil. La opacidad e impunidad que proporciona la falta de un adecuado control público lleva a todo tipo de corrupciones e ineficiencias en la economía nacional.

El momento actual de Cuba, con perspectivas de cambio político tras la muerte del comandante Fidel y el anuncio del relevo del general Raúl Castro en 2018, hacen particularmente preocupante la colusión de intereses en la estructura económica e institucional en que se encuentran inmersos los mandos militares. La transición democrática es inevitable en el medio plazo y lo deseable es que se produzca mediante una negociación de reforma de las instituciones, con participación de todos los sectores opositores del interior y exterior, que al tiempo que reconozca el pluralismo político consolide los logros sociales de la Revolución, particularmente en los campos de la sanidad y la educación públicas. En este sentido, la detentación de fuertes intereses económicos por parte de una cúpula militar que también controla los poderes ejecutivo y legislativo es hoy uno de sus principales obstáculos.