Publicado en Elsiglodeeuropa.es
Mientras Europa se afana en la búsqueda de su proyecto defensivo (PESCO, Cooperación Estructurada Permanente, la Fuerza Europea de Intervención Militar de Macron…), el “imprevisible presidente de EE UU”, según los “desconcertados líderes europeos”, sigue insistiendo en sus “trampas dialécticas”. Los gobernantes europeos dudan, por un lado, de su proyecto y no se atreven, por otro, a plantar cara al discurso de Trump.
La pasada semana tuvo lugar en Bruselas la reunión en la cumbre de los jefes de Estado o de Gobierno de los 29 países miembros de la OTAN en la recién estrenada nueva sede de la Alianza. Una nueva y faraónica sede con la que Bruselas se asegura la “continuidad física” en la capital de la organización. Una organización que trata de sobrevivir manteniendo, en palabras de su secretario general, “una cierta capacidad de adaptación al nuevo siglo y a las cambiantes amenazas”, al tiempo que procura tranquilizar, con sus medidos comunicados, al imprevisible presidente de EE UU.
Un “imprevisible” presidente que ya calificó a la OTAN de organización obsoleta pero que ahora, siendo consciente de la ausencia de un proyecto autónomo y creíble por parte de Europa, se atreve a insistir en su repetitivo y simplista argumento para garantizar la seguridad del continente: los aliados europeos deben gastar más en armamento, “Si ayer, decía, el 2% del PIB, hoy les digo el 4%… pero no se equivoquen, deben gastarlo en mi armamento”. El presidente americano sólo entiende de relaciones… comerciales, y en estos términos habla tanto de calentamiento climático como de compra de gas ruso, o… de la OTAN.
Pero no hay nada de extravagancia en esta política. Todo estaba previsto y programado por los que avalaron la campaña electoral de Trump.
¿Son trampas de Trump? No. Como ya indicó la escritora Jane Mayer en un brillante trabajo de investigación (Dark money, Ed. Doubleday, 2016), todas estas actuaciones responden a una estrategia claramente definida y ligada a determinados intereses. Unos intereses vinculados a grandes empresas (petroleras, refinerías, oleoductos, madereras, papeleras,…) que, alarmadas por la presión fiscal y las trabas que empezaban a poner a su dominio las primeras leyes de protección del medio ambiente y los avances que se estaban produciendo hacia un mínimo de igualdad social, emprendieron –ya en el año 2010– una batalla ideológica y política para evitar que el Estado pudiera interferir en sus beneficios económicos.
Y Trump ha hecho sus deberes.
Respecto a la industria de Defensa, ya anunció, en campaña, la puesta en marcha del mayor rearme de la última década con un significativo incremento de los gastos de Defensa. Y ha cumplido con aumento de 54.000 millones de dólares (9,3%) en el presupuesto de 2017. Ahora pide a los aliados europeos que hagan lo mismo. Y nada de “trampas”, dice Trump.
En otros frentes, también ha tendido sus lazos “tramposos” para lograr los objetivos establecidos por quienes avalaron su candidatura, como es el caso de la guerra de aranceles abierta entre Estados Unidos, China y Rusia. Para justificar esta guerra, Trump hace referencia a la “obligación que tienen los Estados Unidos” de poner orden en lo que considera que es un caos comercial y caníbal de productos falsificados. Pero…, la realidad es que es otro de sus clásicos latigazos para favorecer los intereses de sus “avaladores financieros”.
Y en esa línea hay que entender también la denuncia del Acuerdo de París. Un acuerdo histórico firmado por 195 países, y que a Trump no le importó calificar como “debilitante, desventajoso e injusto” para la administración americana. Otra “barrera burocrática” que había que derribar porque impedía la libre expansión de los intereses de la derecha americana más radical que le llevó a la Casa Blanca.
Estas son algunas de las “trampas” achacadas a la personalidad histriónica y radical del presidente, pero que no lo son tanto. Son intereses espúreos que Europa no se atreve a denunciar.
… Y así nos va.

General del Aire (Rt), antiguo Jefe del Estado Mayor de la Defensa. Actual Secretario General de Podemos en Madrid.