La tercera república

Publicado en Elperiodicodearagon.com

Lo que realmente debería importar es si tenemos una democracia de calidad actualmente

 Los españoles nos tomamos la política con entusiasmo, casi con pasión, como si de un partido de fútbol se tratara. Lo importante es que gane mi equipo aunque sea de penalti injusto y en el último minuto. Todo lo que hacen los nuestros es jaleado aunque no sirva para nada y lo mejor que pueden hacer los otros es dejarnos ganar. Es difícil que alguien sea capaz de ver el partido sin apasionamiento, con una cierta distancia, reconociendo que a veces ellos tienen mejores jugadores y que los nuestros también lo hacen mal. Se nos dice que la política es confrontación, lo que es verdad, pero no se nos explica con la suficiente pedagogía que cualquier conflicto no debería dirimirse con gritos e insultos.

El comportamiento de Juan Carlos ni ha sido ni está siendo ejemplar (su actual estancia en Emiratos Árabes es un disparate). Conocemos de sus actitudes poco edificantes desde hace muchos años y un cierto debate sobre esto está llevando a formaciones políticas a extrapolar lo concreto y elevarlo a categoría general. Para ellos lo que está en cuestión es la monarquía.

La tercera república llegará a España. Esta es una afirmación exclusivamente mía. Así lo creo y lo que nos queda por saber es si será en unos meses o en unos años. Creo que la historia va por ese camino y tarde o temprano se andará.

A mi juicio lo importante hoy no es la dicotomía monarquía o república. Lo que debería importarnos es si hay democracia de calidad y, dentro de esta, si la estabilidad es un valor a preservar o no. Que somos un estado democrático es algo que muy pocos ponen en duda. Su calidad ya es más difícil de valorar. Si nos fijamos en los estudios internacionales que se realizan sobre este particular (cito el de 2018 de The Economist ) veremos que España está en el exclusivo grupo de estados considerados como de «democracia plena». Noruega es el país considerado como el mejor con 9,87 sobre 10. España puntúa con 8,08 y se sitúa en el puesto 19. Japón obtiene 7,99 y EEUU 7,96, en los puestos 22 y 25. Para elaborar estas puntuaciones se tienen en cuenta una gran diversidad de factores y, entre ellos, la jefatura del estado.

La constitución vigente ha sido alabada por muy diversos contenidos y uno de los principales es la estabilidad que ha proporcionado, lo que puntúa muy bien en la lista que acabo de citar. Una buena democracia tiene que ser estable, así se pueden hacer proyectos a medio y largo plazo, y desde 1978 España ha conseguido legislaturas muy cercanas a los cuatro años. Todas las grandes reformas para desmontar el franquismo se han podido abordar con la calma necesaria y la seguridad jurídica se ha ido asentando gracias a la estabilidad.

Históricamente España ha tenido problemas muy duraderos en el tiempo: militar, territorial, religioso, y nadie puede afirmar que en las dos breves repúblicas y en las más duraderas monarquías se hayan resuelto mejor o peor. Lo que siempre ha sido igual es la escasa estabilidad. Y los problemas han seguido ahí. Podríamos tratar de diferenciar entre monarquías y repúblicas en nuestros siglos XIX y XX (quien quiera hacerlo puede intentarlo en mi libro: ‘De Fernando VII a Felipe VI’, Zaragoza 2018) pero extrapolarlas a la época actual no creo que sea útil.

En esa hipotética tercera república el principal cambio que se producirá respecto de la actual monarquía parlamentaria será la regulación del presidente, su estatuto jurídico y sus funciones. Está claro que será en la constitución donde se fijarán esos extremos, pero hay algo sobre lo que ya podemos especular, las personas que aspirarán a ocupar esa alta magistratura. No voy a acudir al fácil recurso de hacernos imaginar a Felipe González como presidente y a Aznar como primer ministro, no. Quisiera poner como ejemplo las elecciones de especial importancia que hemos venido haciendo desde que entró en vigor la actual constitución. Me estoy refiriendo al presidente del Poder Judicial. Por primera vez en nuestra historia hemos regulado este poder como lo que es, el tercero, uno de los tres que acuñó Montesquieu, con su independencia de los otros dos, con sus autorregulaciones y capacidad decisoria. ¿Ha habido algún buen presidente del CGPJ? No hemos elegido a los mejores, siempre lo hacemos con los más afines. ¿Sería diferente con el presidente de la república? No lo creo. La poco afortunada evolución de los partidos políticos en nuestro país no nos puede hacer pensar en que, de repente, encontraríamos y elegiríamos a un maravilloso mirlo blanco. Y hablando de estabilidad es algo que tendríamos que valorar.

Para que llegue la tercera república hacen falta republicanos y eso no se improvisa. En la España actual, ¿hay algún republicano de derechas? Creo que nos queda mucho camino por recorrer y no debemos tener prisa, no es buena consejera.