La “jungla” Euro-Atlántica (1)

Publicado en Republica.com

 

El director de la llamada Red europea de liderazgo(European Leadership Network, ELN), Sir Adam Thomson, organización sin ánimo de lucro a la que he aludido ya en anteriores ocasiones, escribió la semana pasada un artículo cuyo título, traducido a nuestro idioma, era: “La seguridad en la jungla Euro-Atlántica: tres reglas para la supervivencia”.

La ELN existe, según se anuncia en su página web, “para construir una mejor seguridad mutua en una Europa amplia, desde Lisboa hasta Vladivostok”, y agrupa a unos 200 dirigentes europeos que “trabajan para proporcionar soluciones realistas a los desafíos políticos y de seguridad”.

Merece la pena reseñar algo de lo que Adam Thomson propone en el citado artículo, que empieza dando por sentado un evidente aumento de la inestabilidad en el ámbito euroatlántico y la desaparición de los criterios permanentes que permitían compartir una cierta sensación de seguridad.

En lo relativo a Rusia cree que sus intereses de seguridad se basan siempre en la desestabilización de los demás. Y en lo que él llama “el mundo trumpiano” advierte que un cierto grado de desorden favorece los intereses de EE.UU., cuya estrategia para desequilibrar a aliados y enemigos se basa “en mover constantemente los palos de la portería, cambiar de táctica y de exigencias y en constantes alteraciones”.

En el panorama mundial, por otro lado, surgen problemas que ponen en peligro la seguridad euroatlántica y requieren atención: el casquete polar ártico se funde; la emigración ilegal irrumpe desde África o Asia; el islamismo sufre mutaciones y surgen nuevos terrorismos; e incluso nacen tecnologías que pueden ser muy destructivas y expandirse con rapidez.

Por todo ello “el estado de seguridad” es versátil y obliga a un continuado esfuerzo de adaptación. La sensación de estabilidad que dominó Europa al concluir la guerra fría ha desaparecido y ahora sería aconsejable aplicar lo que denomina “las reglas de la jungla” que se resumen en tres:

1) Observar lo que los demás hacen, no lo que dicen. El discurso de la defensa suele ser hiperbólico en la mayoría de los Estados; tanto para tranquilizar a la propia población como para aparentar fortaleza ante el exterior. (Recordemos, en España, la retórica oficial y privada que nació a la sombra del “incidente de la isla Perejil”). La mentira forma parte de ese discurso. (Aquí la memoria española nos llevaría al accidente del Yak-42 en Trebisonda). La realidad suele ser menos chirriante y las crisis con las que de vez en cuando se asusta a la población para hacerla más dócil suelen tener arreglo.

2) La acción produce reacción: los animales de la jungla pueden ser racionales pero no siempre razonables. Los ataques traen consecuencias imprevistas. Toda precaución es necesaria antes de tomar una decisión, sobre todo si puede ser vista por los demás como agresiva. En la jungla se sobrevive permaneciendo fuerte y pasando desapercibido, pero hay que pensárselo dos veces antes de aplicar la fuerza.

3) No alardear. En la jungla, no basta con prestar atención a los adversarios (regla 1) y ser precavido ante las consecuencias de las acciones propias (regla 2). Para sobrevivir no se debe alardear de la capacidad propia de supervivencia ni creer que se está al tanto de la situación. Rusia nunca ha entendido a la OTAN, como EE.UU. y sus aliados desconocían Afganistán o Irak y lo han pagado caro. Incluso Europa no acaba de entender que el 42% de los votantes registrados en EE.UU. valoran positivamente a Trump.

Dejo aquí la exposición general de la situación, para continuar la próxima semana con las conclusiones prácticas que propone el director de la ELN para poder abordar, de un modo menos costoso y peligroso que el actual, el problema de esa seguridad que nadie ni nada puede garantizar hoy.