Kim huye hacia el abismo

Publicado en elperiodico.com

La alharaca propagandística que ha acompañado al lanzamiento del misil Huansong-14 es la muestra más clara de que Kim Jong-un ha emprendido una huida frenética hacia el abismo. La soberbia del dirigente norcoreano es fruto de un miedo creciente a un golpe de Estado interior o una operación quirúrgica exterior. Quien escupe que “los bastardos estadounidenses no van a estar muy contentos con ese regalo enviado por el aniversario del 4 de julio” sabe que la combinación de avances tecnológicos y guerra verbal tiene muchas posibilidades de desatar una auténtica conflagración.

El desafío norcoreano se ha convertido en la patata caliente de los líderes mundiales, mientras Kim Jong-un azuza el enfrentamiento entre ellos para ganar tiempo en su carrera por emular a Harry Truman y lanzar una bomba atómica. Donald Trump reaccionó a la prueba del misil, que supuestamente es capaz de alcanzar las costas de Alaska, retando a China a “hacer un movimiento de peso en Corea del Norte que ponga fin a este sinsentido para siempre” y reforzando la presencia militar en la zona.

Al mismo tiempo, Xi Jinping y Vladímir Putin, reunidos en Moscú, después de condenar enérgicamente el nuevo lanzamiento, arremetían contra el despliegue de “fuerzas de fuera de la región” y de sistemas antimisiles –en referencia al THAAD que el Pentágono instala en Corea del Sur– que socavan “los intereses estratégicos de los Estados de la región”.

EL REINO ERMITAÑO

El llamado “reino ermitaño” está cada día más solo. El entendimiento Washington-Pekín, preferiblemente extensivo a Moscú, Tokio y Seúl, se alza como vía única para abordar con sensatez un cambio de régimen. La asfixia es galopante. A las crecientes sanciones internacionales que soporta Pionyang desde que inició su programa nuclear hace más de una década, se sumó la decisión de Pekín del 28 de junio de suspenderle las ventas de combustible, después de que a principios de año anunciara que no le comprará más carbón. La compañía estatal de petróleo china, CNPC, suministró a Piongyang el año pasado 96.000 toneladas de gasolina y 45.000 de diesel.

Qué hacer con Corea del Norte será una de las primeras cuestiones que se aborden en la cumbre del G-20 que se celebra este fin de semana en Hamburgo. La desestabilización del noreste de Asia tendría graves consecuencias en la economía mundial. Con la excepción de Pionyang, en el G-20 se sientan todos los directamente involucrados en la crisis norcoreana: EEUU, China, Japón, Corea del Sur y Rusia. La búsqueda de una solución consensuada es fundamental no solo para impedir un nuevo holocausto nuclear, sino también para evitar mayores sufrimientos a la maltratada población norcoreana que soporta graves restricciones alimentarias para que más de un tercio del presupuesto nacional se emplee en el afán atómico de Kim Jong-un.

El líder norcoreano se ha rodeado de una guardia pretoriana y, según el espionaje surcoreano, duerme cada día en un sitio diferente. Después de ejecutar a buena parte del círculo de poder que heredó de su padre, Kim Jong-il, a la muerte de este en diciembre de 2011, su obsesivo temor a un golpe palaciego se ha vuelto tan paranoico como su empeño nuclear. Su huida hacia el abismo es evidente. La comunidad internacional no le dejará jugar con armas de destrucción masiva.