Cincuenta años después de su fundación, el nuevo libro de Xosé Fortes, En la piel de los héroes: una conspiración democrática en el ejército franquista, se adentra en el seno de la Unión Militar Democrática (UMD), un intento de democratizar desde dentro el ejército español en los últimos años del franquismo.
infoLibre adelanta aquí la introducción de la obra, titulada “Cincuenta años después”. El libro del historiador, militar y fundador de la Unión Militar Democrática ha sido publicado por Tusquets Editores, y su Epílogo viene firmado por el periodista Xabier Fortes, hijo del autor.
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En septiembre de 2024 se cumplen cincuenta años de la fundación de la Unión Militar Democrática (UMD). La efeméride representa una oportunidad para reflexionar sobre aquella organización militar y el papel que desempeñó en la Transición española. Esperamos que pueda resultar de interés esta evocación para los militares de carrera españoles actualmente en servicio y para la sociedad en general.
Lo que me ha permitido otear la realidad española de aquellos momentos con horizontes más amplios que los estrictamente profesionales fue mi paso por la universidad y, sobre todo, mi pertenencia al comité ejecutivo nacional de la UMD desde la segunda asamblea hasta la disolución de la organización, salvo el año que estuve en prisión. Las entrevistas que mantuvimos con los líderes políticos de la época fueron para mí como un curso avanzado de ciencia política.
También mi intensa relación profesional y política, y en muchos casos afectiva, con los militares portugueses del Movimento das Forças Armadas (MFA). Primero con los militares de Oporto, gracias a mis encuentros clandestinos con el capitán e historiador David Dos Santos Martelo; luego con la Junta de Defensa Nacional a través, sobre todo, de los almirantes Rosa Coutinho y Martíns Guerreiro. Entre este último y yo propiciamos el enlace permanente de la UMD con el MFA, a través del oficial encargado de las relaciones internacionales, el capitán Carlos Almada Contreiras.
La mayoría de nuestros compañeros de la UMD y de nuestros amigos portugueses han muerto, los años no perdonan. Pero en la memoria de los que seguimos con vida, y en la mía de forma especial, se mantiene intacto el recuerdo de los compañeros de utopía, españoles y portugueses, que nos han dejado. Aunque son muchísimos, permítaseme mencionar personalmente a aquellos con los que tuve una relación más estrecha: Luis Otero; Restituto Valero, un gran profesional, compañero de estudios en la Academia General de Zaragoza y en Toledo; Julio Busquets, que fue el principal impulsor de la organización; Fermín Ibarra, Tony García Márquez, Octavio Vázquez y Javier Perote. Entre los portugueses quisiera evocar de forma especial mi admiración y cálida amistad con el almirante Rosa Coutinho, cuya casa era en cierto modo mi domicilio lisboeta; también con Otelo Saraiva de Carvalho, que organizó y comandó de manera ejemplar el golpe de Estado del 25 de Abril; y con otros inolvidables personajes como Melo Antunes, una de las cabezas del MFA; con Vasco Gonçalves, y con el presidente Francisco Costa Gomes, cuya lucidez política me sorprendió enormemente.
Asimismo quiero evocar la memoria de nuestros defensores militares ya desaparecidos, Luis Pinilla, Ángel Díez Quijada, Pepe Altozano y Alejandro Lastres, y la de nuestros frustrados defensores civiles, sobre todo de mi defensor Manuel Jiménez de Parga, pero también de Joaquín Ruiz-Giménez, Enrique Tierno Galván y Jaime Miralles, quienes se implicaron hasta la médula en nuestra defensa.
Entre los que seguimos con vida, los afectos siguen tan vivos como entonces. De forma especial, con los que tuve una mayor relación, como mi gran amigo Jesús Martín-Consuegra, Fernando Reinlein, José Ignacio Domínguez, Arturo Gurriarán, Enrique López Amor, Pepe Julve y Juan Diego. A ellos también va dedicada esta mirada retrospectiva sobre la actuación de la Unión Militar Democrática durante la Transición.
En cuanto al 25 de Abril en Portugal, acontecimiento histórico que nos hizo reflexionar sobre nuestro papel en aquel ejército, en mi memoria permanecen todavía grabados los aniversarios decenales de las cuatro primeras décadas, a los que siempre fui invitado como participante en las diversas conferencias y mesas redondas organizadas para la ocasión. A la celebración de los veinte años de la Revolución de los Claveles, y acompañado por el fotógrafo Xurxo Lobato, acudí a Lisboa como reportero de La Voz de Galicia, que publicó un suplemento de dieciséis páginas. Y en el cuarenta aniversario participé, en representación de la UMD, en el ciclo de conferencias organizado por la Universidad de Lisboa y la Fundación 25 de Abril. Durante estos aniversarios la residencia militar de Lisboa fue para mí más familiar que la de Madrid.
Sobre la amnistía
De forma especial recuerdo también el curso dedicado al 25 de Abril, celebrado en 1999 en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), de la que era director mi amigo Ramón Villares y yo subdirector, y aquella inolvidable y distendida cena en el restaurante Rianxo. Bajo la dirección de Hipólito de la Torre y de Josep Sánchez i Cervelló, cuya tesis doctoral (La revolución portuguesa y su influencia en la Transición española: 1961-1976) es el mejor y más documentado trabajo sobre el 25 de Abril, revisamos amplia y distendidamente la revolución portuguesa y la Transición española. El 25 de Abril se ha convertido en la Fiesta Nacional de Portugal, y en España, aunque no tenemos una fecha simbólica, los ideales de la UMD siguen vigentes en nuestra Constitución. Como dijo Bernardo Vidal en el brindis de la primera cena constitucional: ¡La UMD ha muerto! ¡Viva la Constitución!
El patriotismo, que en otros tiempos era simplemente una expresión exaltada y excluyente de nacionalismo, debiera tener unos cimientos más sólidos que las simples emociones, para llegar a convertirse en lo que Jürgen Habermas ha denominado patriotismo constitucional, y de este modo abarcar el papel de los militares en las sociedades post o supranacionales en las que hoy vivimos.
En el núcleo duro de los políticos y militares de hoy debieran ocupar un lugar preferente tres objetivos: el mantenimiento de la paz (la guerra no es más que una espiral de locura); el respeto a los derechos humanos, que incluye el apoyo incondicional a las mujeres que luchan denodadamente por alcanzar realmente la igualdad de derechos entre ambos sexos; y los esfuerzos para preservar la salud de nuestro planeta, seriamente enfermo en estos momentos.