La creación de la UMD por tres comandantes y nueve capitanes tiene su propia historia y hasta una especie de prehistoria si se nos permite la expresión. Comencemos por la misma.
Y todo aquello fue estimulado por los cambios que en el vecino Portugal se estaban produciendo desde aquel histórico 25 de abril de ese mismo año
En septiembre 1951, en la época final de la resistencia del franquismo ante el aislamiento internacional, se creó una asociación de militares (Forja), vinculada a la religión, bajo el patrocinio o influencia del padre José María Llanos, un jesuita fundamental porque con el tiempo desarrollaría una intensa crítica al franquismo. En esta organización, que llegó a establecer conexiones con el Frente de Liberación Popular, conocido como el “Felipe”, una organización de izquierdas, fundada en 1958, y que constituyó un nuevo episodio de la oposición franquista por parte de españoles que no habían hecho la guerra. Entre sus miembros estarían destacados personajes públicos del futuro, tanto en la UCD como en el PSOE, los sindicatos y en el ámbito intelectual. Pero esa es otra historia y regresemos a Forja. En la misma estarían unos jóvenes militares inquietos, como Julio Busquets, Jesús Martín Consuegra y Restituto Valero. Forja no era ni revolucionaria ni pretendía cambios profundos, pero las autoridades franquistas no podían permitir asociaciones que no hubieran creado o controlado, y la liquidaron cuando tuvieron conocimiento de la misma en 1959. En todo caso, Forja fue el reflejo de la inquietud de algunos militares que no casaban completamente con la ortodoxia. La semilla estaba sembrada.
La UMD quiso colaborar en el complejo y trabajoso proceso de cambiar España para que superara la dictadura y llegara a una moderna y occidental democracia
En dicha reunión se aprobó un texto que recogía el ideario de aquellos militares, y que giraba en relación con cuatro ideas-fuerza. En primer lugar, se exigía el respeto a los derechos humanos y a las libertades, como la de reunión, expresión, asociación, etc. En segundo lugar, debían convocarse unas Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal. En tercer lugar, tenía que aprobarse una amnistía para todos los presos políticos y permitir el regreso de los exiliados. Por fin, había que luchar contra la corrupción. Pero también atendieron a cuestiones más militares, como la necesidad de emprender una serie de reformas para que las Fuerzas Armadas se integraran claramente en un Estado moderno, de Derecho y democrático. Habría que crear un Ministerio de Defensa, dignificar a los suboficiales, revisar el servicio militar obligatorio, reducir la jurisdicción militar y elaborar un estatuto del militar profesional.
En realidad, la UMD, aunque era una organización clandestina como no podía de ser otra forma en el franquismo, y en línea con lo que hemos explicado, no preparó nunca un golpe de Estado ni pretendió promover ningún tipo de insurgencia, sino que quiso colaborar en el complejo y trabajoso proceso de cambiar España para que superara la dictadura y llegara a una moderna y occidental democracia.
Para otro trabajo dejaremos el capítulo de la persecución que padecieron aquellos hombres a partir del último verano de Franco.
Eduardo Montagut es periodista del diario Público