El valor de un hombre

Publicado en abc.es

Apuntaba La Rochefoucauld que es más importante estudiar a los hombres que a los libros. Pero también se puede conocer a los hombres a través de los libros. Puedo jactarme de haber intimado con Montaigne porque he accedido a sus ideas y sus sentimientos mediante la lectura de sus «Ensayos», que han hecho de él un personaje familiar.

Acabo de terminar «A rienda suelta», la autobiografía de José Fortes, militar, historiador y hombre de letras, al que tuve el privilegio de conocer este verano en su casa de las Rías Bajas, situada frente a la isla de Ons. Allí mantuvimos una larga conversación en la que me sorprendió su clarividencia y su memoria sobre los años de la Transición.

Fortes fue uno de los fundadores y dirigentes de la extinta Unión Militar Democrática (UMD), que propugnaba una transición de la dictadura de Franco a una democracia parlamentaria. La idea era buena, pero el error de estos oficiales fue anticiparse unos años a lo que sucedió después de la muerte del general.

Fueron detenidos y enjuiciados en un consejo de guerra que se celebró en Hoyo del Manzanares en 1975. A Fortes, que entonces era capitán, le condenaron a cuatro años de cárcel, pena que conllevaba la expulsión del Ejército, por conspiración para la rebelión. En el fondo, la descripción del delito tipificado en el Código de Justicia Militar era acertada porque Fortes, Busquets, Otero, Reinlein y compañía habían conspirado contra el régimen del yugo y las flechas para que España fuera un país en el que la gente pudiera votar y tener libertad para reunirse y expresarse.

Les enviaron a cumplir su pena a castillos militares, pero fueron amnistiados al llegar la democracia. El general Gutiérrez Mellado les prometió que podrían recuperar sus derechos y volver al Ejército, pero la cúpula militar lo impidió. Fortes tendría que esperar hasta 1987 para reincorporarse con el grado de coronel.

Hoy resulta muy difícil entender el precio que esos hombres tuvieron que pagar por sus ideas. Sus familias fueron proscritas socialmente, perdieron sus amigos y pasaron penalidades materiales. El régimen de Franco veía tal amenaza en este grupo de oficiales que no faltó quien propuso liquidarles, a lo que se negó el general Milans de Bosch. Increíble pero cierto.

Fortes, que tiene 84 años, no se doblegó jamás. Optó por ser coherente con sus principios pese a los muchos intentos para convencerle de que volviera al redil. Se lo jugó todo, vida y carrera, porque era una persona de convicciones y poseía un exacerbado sentido del honor.

Al leer «A rienda suelta», vemos a un niño vagando por los bosques y montando a caballo por una aldea de Pontevedra. Un niño que sufría pesadillas con la Santa Compaña y los lobos que acechaban en aquella Galicia rural. Pero el niño se convirtió en un hombre y descubrió que lo más difícil es ser coherente con lo que uno cree. La sociedad española sigue en deuda con Fortes y aquellos oficiales de la UMD.