Los sucesos de Montejurra tuvieron lugar el 9 de mayo de 1976, en los inicios de la transición, durante los actos políticos que tradicionalmente acompañaban el viacrucis anual que los carlistas llevaban a cabo en el monte navarro de Montejurra.
En el transcurso de la romería, el denominado búnker franquista, que aún controlaba los resortes del Estado y los sectores ultraderechistas, agrupados en torno a Sixto de Borbón Parma preparó una operación violenta contra el Partido Carlista y los seguidores de Carlos Hugo, En dicha operación, en la que tomaron parte también mercenarios neofascistas italianos y argentinos, grupos armados de partidarios de Sixto de Borbón abrieron fuego de forma premeditada, sin que mediara provocación, contra los participantes en la romería. Resultaron muertos Ricardo García Pellejero y Aniano Jiménez Santos, y hubo varios heridos.
Los responsables de las muertes fueron identificados, pero gracias a la Ley de Amnistía de 1977, quedaron en libertad ese mismo año. En 2003 la justicia española reconoció a Ricardo García Pellejero y Aniano Jiménez Santos la condición de víctimas del terrorismo
El complot fue organizado por los aparatos de seguridad del Estado, a través de la denominada Operación Reconquista. El general de la Guardia Civil José Antonio Sáenz de Santa María, en la fecha de los sucesos jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil y persona muy relevante durante la Transición, antes de morir, reveló que fue el propio Estado el que, ante la evolución del carlismo, trató de crear un “contrapoder” alrededor de la figura de Sixto de Borbón, por medio del servicio de inteligencia SECED, creado por el almirante Carrero Blanco (sustituido en 1977 por el CESID, actual CNI), y de la Guardia Civil (de acuerdo con el testimonio del general Sáenz de Santa María, el director de la Guardia Civil le habría manifestado que el plan era conocido y aprobado por el ministro de gobernación Manuel Fraga y por el presidente Arias Navarro
Además de altos cargos de los cuerpos de seguridad del Estado, como el general Ángel Campano, director de la Guardia Civil (en cuyo despacho se gestó la operación), y el general Salvador Bujanda, subdirector general del mismo cuerpo, en la conspiración estuvieron implicados también Antonio María de Oriol y Urquijo, entonces presidente del Consejo de Estado,Juan María de Araluce, presidente de la Diputación Provincial de Guipúzcoa, y José Ruiz de Gordoa, gobernador civil de Navarra.
Por su parte, el general Sáenz de Santamaría, quien era en la fecha de los sucesos jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, afirmó que el Seced había facilitado a los mercenarios extranjeros gran cantidad de bastones y cachabos para agredir a los carlistas y que «la financiación de la operación corrió a cargo de señor Oriol Urquijo».
Los mercenarios participaron en los incidentes producidos en la parte baja del monte, donde falleció Aniano Jiménez por disparos realizados por José Luis Marín García-Verde, conocido como “el hombre de la gabardina”.
Los disparos de arma corta que provocaron la muerte de Ricardo García Pellejero e hirieron a varios carlistas en la cima del monte fueron efectuados por ciudadanos españoles, simpatizantes de Comunión Tradicionalista.
Para reforzar el golpe se organizó un operativo que no solo llevó a miembros de la facción minoritaria ultraderechista del carlismo, Comunión Tradicionalista, de toda España, sino también a elementos de Guerrilleros de Cristo Rey, falangistas, militantes de Unión Nacional Española (UNE) -el partido de Fernández de la Mora- y un comando integrado por más de 20 mercenarios italianos y argentinos de ideología ultra (entre los que se encontraba también el francés Jean Pierre Cherid, acudieran a la romería y atacaran a los participantes en ella. Los mercenarios fueron pagados por agentes del SECED o por dirigentes de los Guerrilleros de Cristo Rey que les habían contratado. Unos días antes, el gobernador civil de Navarra, José Ruiz de Gordoa, reservó 20 habitaciones en el hotel Irache de Estella, para que se alojaran Sixto de Borbón y su escolta.
El miércoles 5 de mayo, Sixto de Borbón acudió a Estella y comió con el alcalde franquista de la localidad, Julio Ros. Dos días después, un grupo armado de sus partidarios subió a Montejurra y acampó en su cima, de forma que cuando al día siguiente (sábado) algunos partidarios de Carlos Hugo subieron a la cumbre del monte, no pudieron acceder a ella y se les conminó a que no tratasen de acceder a lo alto al día siguiente.
Los incidentes tuvieron lugar primero en la parte baja del monte. Ahí los participantes de la subida fueron atacados con piedras y otros objetos contundentes, siendo aquí donde tomaron parte fundamentalmente los mercenarios. La agresión culminó con un disparo efectuado por el falangista onubense José Luis Marín García-Verde, conocido como el hombre de la gabardina, resultando herido Aniano Jiménez Santos, que moriría varios días después. Posteriormente ocurrieron nuevos incidentes en la cima del monte, cuando los agresores trataron de impedir el acceso a la cima a los seguidores de Carlos Hugo, causaron la muerte de Ricardo García Pellejero e hirieron a varios carlistas mediante disparos de arma corta.
Esos crímenes se ejecutaron en presencia y con la colaboración de las fuerzas de seguridad, sin que fueran detenidos los autores ni requisadas las armas empleadas. Estos actos terroristas han sido relacionados con la Operación Gladio y con la trama de terrorismo de Estado que posteriormente originaría los GAL. Rodolfo Eduardo Almirón, exmiembro de la Triple A argentina que posteriormente sería jefe de seguridad de Alianza Popular y guardaespaldas personal de Manuel Fraga durante los últimos años de la década de los 70 y primeros años de la década de los 80, y Stefano Delle Chiaie, terrorista de ultraderecha italiano con vínculos con la organización anticomunista de la OTAN, Gladio, estaban presentes en Montejurra este día.
A 40 años de estos sucesos todabía permanecen bajo secreto documentos que ayudarían a entender y depurar responsabilidades tanto de personas como de elementos y fuerzas de Seguridad del Estado.