Correrán la tinta y las palabras con motivo del fallecimiento de Santiago Carrillo, una figura de España, de Europa y del mundo. Correrá mucha tinta y poco puedo yo añadir más allá del cariño, la admiración y el respeto que sentí por esta persona, sobre todo en los últimos años, durante los cuales mantuve con él y con Carmen, su mujer, una estrecha relación.
Yo estaba predestinado a odiar a Carrillo. Mi madre, monárquica de toda la vida y mi padre, que se sumó a la rebelión militar del 36, no le tenían, precisamente, en gran estima. Y lo mismo le pasaba a mi tío José María, militar republicano y anarquista. Y sin embargo, como he dicho, surgió una gran amistad entre los dos. Sobre esta paradoja conversé, entre otras muchas cosas, con Santiago en diversas ocasiones.
Cuando antiguos miembros de la Unión Militar Democrática (UMD), acordamos fundar una asociación cívico militar, el Foro Milicia y Democracia (FMD) manifestó su deseo de ser socio. Y no solamente fue un socio, sino que participó en actos, comidas y conferencias organizadas por el FMD en los últimos años. En una de ellas, Santiago Carrillo, junto con otros antiguos amigos, de derechas y de izquierdas, recibió una placa en la que se le nombraba Capitán de la Democracia.
Sabíamos de los esfuerzos que a veces, tenía que hacer para asistir a los actos organizados, pero él siempre acompañado de Carmen, su entrañable mujer, no dejaba de asistir y participar y siempre que tuvo ocasión, defendió en público a los hombres de la UMD y pidió su auténtica rehabilitación.
Más allá de las ideas, con las que por cierto coincidía mayoritariamente, fue una figura de primer orden en nuestra Historia y al que la tan denostada y alabada transición pacífica a la Democracia, le debe tanto, que es muy difícil cuantificar. Adiós, querido amigo y gracias por tu amistad.
Fernando Reinlein es Teniente Coronel de Infantería retirado y periodista. Fue expulsado del ejército por pertenecer a la UMD.