Sobre mi amigo Miguel Bouza

Publicado en laopiniondemalaga.com

El viernes 1 de diciembre falleció en Madrid un hombre de honor, mi amigo Miguel Bouza, coronel de Infantería de Marina y máximo exponente de las ideas democráticas en la Armada durante los difíciles tiempos de la transición política. Su compromiso personal le granjeó la incomprensión de muchos camaradas, porque cuando en los grupos humanos se presentan situaciones en que las personas se ven obligadas a posicionarse, la primera víctima es el compañerismo. Se le colgaron, a él en mayor medida que a otros, por estar más significado, epítetos que no merecía, como traidor o rojo, cuando su lucha personal únicamente buscaba que su patria se dotase de una organización más moderna y justa, evitando la perpetuación de un régimen peculiar y anacrónico, surgido de una guerra y no de la voluntad de la nación.

Siendo un oficial brillante, con gran inteligencia y alma de líder, estaba llamado a alcanzar los puestos más destacados de la carrera militar. La Armada lo propuso durante tres años consecutivos como primera opción para su ascenso a general; dos gobiernos diferentes ignoraron estas propuestas. Parece que a los políticos no les gustaba tener mandos militares con tanta capacidad y brillo como Miguel. Sacrificó, por tanto, amistades y carrera en aras del cumplimiento de su deber. Y ese sacrificio es lo que caracteriza a un hombre de honor.

En ocasiones nos encontramos con grandes personajes a cuyo lado nos podemos sentir pequeños; pero creo que fue Chesterton quien dijo pero esos no son los verdaderos hombres grandes; un hombre es verdaderamente grande cuando hace que también nosotros nos sintamos grandes; cuando su amabilidad, su comprensión y su sentido de la igualdad fundamental de los seres humanos nos eleva a su altura. Creo que Chesterton tuvo que haber conocido a alguien parecido a Miguel Bouza. Los infantes de marina no mueren; simplemente protagonizan un desembarco final, solitario y pacífico, en una playa dorada e infinita, donde sus cuerpos cansados se hacen arena, la misma arena que tantas veces pisaron en sus maniobras anfibias.

Como fue admirado, será imitado. Como fue respetado, dejará escuela. Como fue querido, será llorado.