Despertemos a la bella durmiente

Publicado en el blog del FMD en infolibre.es

 
Tomo esta expresión, muy plástica, del Presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, cuando hacía referencia hace unos días a una valiosa herramienta incluida en el Tratado de Lisboa: la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO, por sus siglas en inglés).

Efectivamente, entre los diferentes escenarios que se pueden vislumbrar en materia de Defensa en el ámbito europeo, la apuesta de este estadista luxemburgués a favor de la defensa colectiva rompe una lanza para la definitiva emancipación de Europa de los Estados Unidos (vía OTAN). Tan conservador él en materia económico-financiera y tan osado en estas lindes con sus socios europeos.

Al parecer, la confirmación y progresiva consolidación del Brexit ha funcionado como una colleja que ha despertado –reiniciado diría yo- a muchos dirigentes europeos que ahora ven claro que la Europa de la Defensa (me gusta más la Defensa de Europa) es algo tan importante que no debe depender ya tanto del “primo de Zumosol” ultra-atlántico (literal) como de nosotros mismos, los europeos. La reciente visita del presidente Trump a Bruselas, con el intempestivo sermoneo a sus aliados, ha refrendado lo que muchos venimos pensando desde hace tiempo: que hay que salir del paraguas americano y pertrecharnos con nuestros propios chubasqueros, como ya propuse en una entrada anterior. El mozo treintañero que sigue en casa de sus padres, si quiere madurar, debe buscarse la vida por sí solo de una vez por todas (ah! y no valen los tupper).

La canciller alemana declaró hace poco que los EEUU ya no son un socio fiable. Lo hacía en una reunión informal tras la amarga experiencia de la intervención de Trump en las cumbres del G7 y de la OTAN. Se dirigía al presidente americano pero miraba de reojo al gobierno de Her Majesty. Declaraciones que pueden ser un punto de inflexión de las relaciones no sólo de Alemania sino del conjunto de la UE con los EEUU y que, sin duda, marcarán la agenda y el tono de las negociaciones del Brexit. Un punto de inflexión que debe servir para crear un concepto estratégico autónomo basado en las amenazas reales de Europa y dejar de ser la clave de las decisiones tomadas en el SHAPE (Cuartel General Supremo de las Fuerzas Aliadas en Europa) y que debe servir también para, en función de las necesidades estratégicas, dedicar el esfuerzo presupuestario adecuado para sufragar el coste del material, del personal y de las operaciones realmente necesario, sin duplicaciones.

Según los análisis de Bruxelles 2, a corto y medio plazo pueden darse diferentes escenarios. El más modesto, y único visible ahora mismo, es el de esperar al desenlace del Brexit. Se ven los nubarrones de una Escocia proeuropea en el horizonte pero contamos con la seguridad del quitamiedos OTAN en la sinuosa y resbaladiza ruta de las negociaciones.

Otro escenario, ciertamente más deseable, sería aprovechar el “aislamiento del continente” tras la galerna del Brexit como una oportunidad inmediata para ir más lejos en la cooperación en defensa, la reactivación de la PESCO, los battlegroups y refuerzo presupuestario de la Agencia Europea de Defensa.

Un tercer escenario, más atrevido aunque menos probable a corto plazo, prevé una Europa a dos o más velocidades en cuya vanguardia tendríamos un vehículo avanzado –eléctrico, por supuesto- conducido por Angela Merkel y copilotado por Emmanuel Macron, acompañados por Paolo Gentiloni, Mariano Rajoy y Charles Michel en el asiento trasero. De cerca seguirían otros vehículos no tan avanzados pero al menos híbridos. A mucha distancia veríamos una vieja furgoneta diésel conducida por el húngaro Viktor Orban acompañado por sus colegas del Grupo Visegrád y sus vecinos bálticos.

Lo que sí parece necesario es, a la vista de la aparición inesperada en escena de Trump y May, aprovechar esta ventana de oportunidad y terminar con la atomización y dispersión del gasto en Defensa. No se trata tanto de gastar más, llegar sistemáticamente a ese famoso 2% del PIB que exige el mandamás de la OTAN como de gastar en función de las necesidades estratégicas y sobre todo de las prioridades de cada país. Exploremos qué porcentaje de gasto sería necesario si termináramos, por ejemplo, con la multiplicación de sistemas de armas en nuestro territorio donde existen más de 170 tipos frente a unos 30 en los EEUU. No nos podemos permitir el mantenimiento de más 17 diferentes tipos de carros de combate, de 29 diferentes buques de guerra o de más de 20 tipos de aviones de combate. Los EEUU tienen 1, 4 y 6 respectivamente según fuentes solventes. Por no hablar de equipamiento básico del soldado como puede ser el armamento ligero, el uniforme o una simple cantimplora. Nuestro gasto supera los 200.000 millones de euros anuales (EEUU > 500.000) por la ausencia de una economía de escala para la producción, adquisición y mantenimiento y, además, conseguimos bastante menos eficacia que los estadounidenses en términos de interoperabilidad.

No obstante no debemos caer en la trampa de compararnos con los EEUU en términos de Defensa, que tiene que hacer frente a los enormes gastos de sus fuerzas armadas, más de tres millones de efectivos, casi el doble que las de la UE. Sólo el mantenimiento de sus bases e instalaciones en los cinco continentes y sus más de 250.000 militares en ellas les cuesta unos 100.000 millones de dólares al año. Su estrategia global, que intenta mantener ese despliegue de bases, producto de la Guerra Fría, a pesar de la transición de un mundo unipolar al multipolar actual, poco tiene que ver con la estrategia de nuestra Unión. Difiere no sólo en valores, procedimientos y objetivos sino que la estrategia exterior europea, que incluye la seguridad y la defensa, adolece de un poder vinculante para alinear las estrategias nacionales a las intergubernamentales y comunitarias. Esta limitación le impide ser un actor político en la arena internacional como correspondería a su peso diplomático, económico y social.

No obstante, el reciente Reflection Paper (7 de junio 2017), presentado por la Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Políticas de Seguridad Federica Mogherini sobre el futuro de la defensa europea, supone un punto de partida para los pequeños pero decisivos pasos que se están dando en esta materia. Pasos como la creación de un fondo comunitario de defensa, clave para la industria europea de defensa, la financiación –por fin- de las agrupaciones tácticas o la creación de un Cuartel General permanente para la conducción de operaciones que, por minúsculo que sea en su nacimiento, supone un paso cualitativo decisivo. No se trata de compararse con el todopoderoso SHAPE pero con voluntad política se puede caminar hacia la paulatina disminución del papel y las capacidades de este último cuartel general en favor de su homólogo de la UE.

En la misma vía pueden considerarse medidas como la reciente creación de un centro de formación de pilotos de transporte militar en la base aérea de Zaragoza o el inminente despliegue de agregados de seguridad y defensa en las más importantes representaciones diplomáticas de la UE repartidas por el mundo. Pequeños pasos que, si se van consolidando, podrían despejar el camino hacia la unión política tan necesaria en el largo plazo.