Corazón de cristal, corazón de hierro

Publicado en elperiodico.com

“Hola, soy Carme Chacón”, me dijo una voz para mí entonces desconocida, que me invitó a visitarla en su despacho del Ministerio de Defensa. La sorpresa se multiplicó cuando me ofreció convertirme en su directora general de comunicación. Tenía un enorme magnetismo personal.

Pedí unos meses para estudiar mi nuevo cometido, pero el 3 de octubre del 2009, día en que secuestraron al ‘Alakrana’, el teléfono me puso firmes. Fueron unos meses durísimos para Carme, de intensas negociaciones con la UE, con la OTAN, con las familias, con la patronal pesquera; de coordinación con la Moncloa y los distintos ministerios implicados. Su empeño era no solo traer sanos y salvos a todos los tripulantes del pesquero, sino también dar seguridad a un sector muy importante para España que los piratas somalís habían puesto en jaque.

RECOGER A LOS CAÍDOS, UN DEBER SAGRADO

Si la situación en el Índico era delicada, en Afganistán se deterioraba por momentos. Ese mismo octubre del 2009 moría en un atentado en Herat un cabo del Ejército de Tierra, y durante los 10 meses que estuve con ella fallecieron otros dos militares en ese país centroasiático. Además, en Haití otros cuatro perdieron la vida al estrellarse un helicóptero que colaboraba en el apoyo a las víctimas del terremoto que asoló ese paupérrimo país caribeño.

Carme nunca dudó en ir a recoger a los caídos. Consideraba que era su deber más sagrado. Ella los había enviado a la misión en la que habían perdido la vida y sentía que tenía la responsabilidad de entregar personalmente los cuerpos y llorar las pérdidas con sus familias. Esas llamadas que le anunciaban el horror de una muerte eran lo que peor soportaba de todo su trabajo. Le afectaban sobremanera. Se deshacía en lágrimas antes de que nadie lo supiera para mantener el tipo durante los actos institucionales.

Fue una ‘generala’ con mando en plaza, pero cercana a su tropa. Uno de sus mayores esfuerzos estuvo destinado a tender puentes entre la ciudadanía y las Fuerzas Armadas. Consideraba fundamental que los españoles vieran a sus militares como los garantes de su seguridad. Por ello, desde su posición impulsó que el Congreso y el Gobierno reconocieran el empeño de la Unión Militar Democrática (UMD) por democratizar el Ejército de la dictadura. Creo que uno de los días en que la vi más feliz con su trabajo fue el 17 de febrero del 2010, cuando condecoró a los fundadores de la UMD, a quienes llamó “catorce valientes”.

MEMORIA, CAPACIDAD Y HUMILDAD

Me asombraba su memoria, su capacidad y su humildad. Carme era una pequeña gran mujer, con corazón de cristal, aunque ella lo veía de hierro. Era vital, sin fronteras, dispuesta a llegar adonde fuera necesario. Tenía un carácter de acero, que solo fundía su adorado Miquel. Siempre estuvo orgullosa de ser la primera ministra de Defensa de España y de haber jurado su cargo embarazada.

Era una socialista convencida de que los españoles nos merecíamos un Gobierno que defendiera la igualdad de género, el matrimonio entre personas del mismo sexo, una mejor distribución de la riqueza y muchas otras leyes sociales. De ahí su intento de saltar al liderazgo del partido.

Carme, te has ido demasiado pronto. Nos has dejado un inmenso vacío.