58 años después

Yo he sufrido el apartheid. No soy negro, que soy blanco, pero he sufrido el apartheid. Como yo, hubo muchos blancos, miles, cientos de miles de blancos que se movilizaron en el mundo entero para derribar las leyes raciales porque les dolía el apartheid. Las leyes raciales eran injustas y absurdas. El racismo provocaba desigualdades en la vida de unos y otros, blancos y negros, crueles e insoportables. Había ciudades en que los negros debían subir al autobús por la puerta de atrás y ceder el asiento a los blancos.

Un día una mujer, Rosa Parks, se negó a ceder el asiento a un blanco. Fue el primero de diciembre de 1955 en Montgomery (EEUU). Rosa Parks cogió el autobús y ocupó el primer asiento que vio libre, enseguida empezaron a entrar blancos, y los negros que iban sentados se levantaron y cedieron sus asiento; todos menos Rosa Parks. A pesar de las presiones, los insultos y las amenazas se negó a ceder. La zarandearon y la llevaron detenida. Esta fue la chispa que encendió las grandes revueltas por la abolición de las leyes racistas que muchos años después llevaron a un negro a la presidencia del país. Barak Obama recordaba aquel hecho en el acto de toma de posesión como senador: Rosa no se negó a ceder el asiento porque estuviera cansada como dijeron los que trataron de disculparla; no, de lo que estaba cansada era de ceder el asiento como ella misma dijo.

Por los mismos días, pero años después, otra mujer, Aminetu Haidar que tampoco está dispuestaba a ceder, se puso en trance de muerte en defensa de sus derechos. También como a Rosa la maltrataron y la multaron por alterar el orden público: las dos vencieron. Rosa era negra, Aminetu es blanca, pero el problema de las dos es el mismo: la injusticia y la opresión.

El apartheid no es cosa del pasado ni de un solo país, no ha terminado, y no solo fue un problema de negros. En muchos otros sitios del mundo hay blancos que tan oprimidos están que parecen negros, como ocurre en el Sahara. Solo basta con un tirano y que los poderosos gobernantes de países dirigidos por blancos o por negros que no padecieron o que han olvidado lo que fue el apartheid lo permitan y lo apoyen.

Cuando Rosa se negó a ceder su asiento hubo negros que si lo cedieron, porque ceder es lo fácil. Si Rosa se levanta y se sienta un poco más atrás o va de pie, no pasa nada; total qué son dos paradas, nada. Si Aminetu pone en el papelito de la aduana: nacionalidad marroquí, pues ya está, no hubiera pasado nada, la hubieran dejado pasar tranquilamente y sin problemas. Eso debió pensar Obama cuando empezó a ceder ante Mohamed VI dejando a la MINURSO sin competencias sobre los derechos humanos de la población saharaui: total es lo mismo, si no es este organismo, ya tenemos en Marruecos el Consejo Consultivo de Derechos Humanos para que se ocupe del asunto.

Si Obama hubiera subido al mismo autobús en que iba Rosa, seguramente hubiera cedido su asiento a los blancos, pero si Rosa lo hubiera cedido él no estaría ahora en la Casa Blanca. Obama dice ahora que no es necesaria la independencia del Sahara, que con una amplia autonomía se solucionaría el problema.

Está claro que Obama está dispuesto a ceder, se ha olvidado del apartheid y estúpidamente se ha hecho responsable de lo que en el Sahara pueda suceder. La población artificial de colonos marroquíes supera con mucho a la población autóctona, y son precisamente esos colonos los que con más ardor ayudan a la policía en la caza del saharaui .En el territorio del sahara ya no pueden vivir esas dos sociedades juntas, se ha abierto un abismo entre ellas, si se las obliga a vivir juntas se producirá un masacre.

Cuando Obama fue elegido Presidente me alegré, un Presidente negro no puede olvidarse de una población subyugada como cuando el apartheid en América, me dije pensando en el pueblo saharaui. Y cuando le dieron el Premio Nobel de la Paz, el día Universal de los Derechos Humanos, no dudé en ir a Lanzarote a celebrarlo y escuchar su discurso junto a Aminetu Haidar que por aquellas fechas andaba ya muy debilitada de su huelga de hambre. Recuerdo las palabras de Obama cuando en su discurso dice: no vamos a dejar de afirmar los principios que están en consonancia con nuestros ideales, ya se trate de oponernos al uso de la violencia como medio para oprimir a quienes disienten, o apoyar los principios encarnados en la declaración universal de los Derechos Humanos. Pareció que nos lo estaba dirigiendo a nosotros.