Malí: las cosas por su nombre

Vaya por delante que, con la que está cayendo aquí en casa, resulta más tentador escribir de corrupciones varias, soluciones en este complicado entramado político – el otro día me decía un sobrino que la única esperanza que nos queda es la Justicia y yo no soy tan pesimista – periodistas que tragan y acuden obedientes y silenciosos a ruedas de prensa sin preguntas, y, en fin, una gran cantidad de asuntos de actualidad que está siendo en los último días más malditamente entretenida que un clásico de fútbol.

Es más tentador si, pero lo hace todo el mundo y con bastante tino. Sin embargo he leído con sorpresa un titular y parte de unas declaraciones publicadas en los medios del ministro de Defensa francés, señor Jean – Ives Le Drian en las que afirma: “Hemos intervenido ( en Mali) para devolver a los malienses su libertad perdida”.

Tras referirse al apoyo recibido por la Comunidad Internacional e insistir en la defensa de la democracia y los derechos humanos, el ministro galo pasa de puntillas por un hecho tan relevante como real: los intereses estratégicos en la región. Una de las características más lamentables, pero asumidas desde hace años, por no decir siglos es la hipocresía de la política internacional. Y estamos ante un caso paradigmático.

En Mali se armó el conflicto, que se venía venir, con los Tuareg y los diferentes grupos islamistas radicales de la zona del Sahel y, a la espera de una intervención de una fuerza africana que no estará disponible hasta dentro de unos meses, Francia se adelanta, con vistas – no puede haber duda sobre eso – al hecho de que las minas de uranio de Níger, pías vecino y posible afectado por la “contaminación” son las más importantes proveedoras de ese mineral estratégico de las centrales nucleares francesas y de su programa atómico.

En el 2020, con una de las minas actuales a pleno rendimiento, Níger pasara de ser la cuarta o quinta nación productora de ese mineral a ser la segunda. Lo que probablemente no cambiará será que los nigerinos compongan uno de los países más pobres de la Tierra a pesar de su riqueza. Hasta los chinos, que ya llevan tiempo operando en la zona, apoyan – o al menos no dificultan – la intervención francesa.

La seguridad en el Sahel nos afecta a todos, y a España más por estar más cercana y ser en cierta medida fronteriza, pues no hay que olvidar a las Islas Canarias. Hay que luchar por la seguridad interior aunque sea apoyado o interviniendo en el exterior. Pero eso no quita para que se llame a las cosas por su nombre.